El chavismo: la política de los comunes


Este 6D gana Chávez

Para el pueblo chavista la política es una práctica entre iguales. Es el espacio en que es posible plantear y resolver problemas comunes de manera colectiva. El hecho de que sea un espacio para el común no implica, de manera alguna, la desaparición del liderazgo: el chavismo, antes bien, se replanteará a fondo el concepto de liderazgo. Desde entonces, la demagogia, las prácticas clientelares, y en general la “diatriba” entre políticos, producirán el rechazo manifiesto de la bases del chavismo. La figura tristemente célebre del “representante”, que hiciera profesión de “la indignidad de hablar por los otros”, como dijera Foucault, verá reducida su capacidad de maniobra de manera drástica.

El reconocimiento de este acontecimiento, la profunda transformación en la cultura política que implica este replanteamiento del liderazgo político, es garantía de continuidad del proceso bolivariano.

Además, el chavismo tuvo el mérito de plantearse los problemas fundamentales de la sociedad venezolana, que es decir, prácticamente, los problemas de nuestra civilización. Por eso fue tan decididamente anti-oligárquico desde sus inicios, y por la misma razón desarrolló, años después, una fuerte voluntad anti-capitalista. De los acentos puestos en cada momento histórico depende la potencia del chavismo.

En el actual momento histórico, el chavismo libra una batalla que, eventualmente, le permitirá dar continuidad al “legado de Chávez”. Con legado nos referimos aquí, fundamentalmente, a su legado inmaterial: a su ideario, a su carácter de estratega y a su condición de subversivo, más que a su obra como Presidente. La vitalidad del chavismo dependerá en buena medida de su capacidad para contrarrestar las tendencias a petrificar la figura del comandante Chávez, endiosándolo o reduciéndolo a la figura de caudillo popular o simple benefactor.

Se trata de una batalla que libra principalmente: contra lo viejo que aún perdura entre la nueva clase política; contra la “nueva clase” o los nuevos ricos, que emergieron a partir de su relación privilegiada con el funcionariado corrompido, verdaderas mafias que, a decir del Presidente Maduro, lograron “perforar” la institucionalidad bolivariana; y contra los enemigos jurados de la revolución bolivariana, que se valen de unos y otros actores, de sus miserias, para intrigar, y para inducir la desmoralización de las bases revolucionarias.

Si la anterior batalla se libra en el campo de la revolución política, en el campo económico tiene lugar, sin duda alguna, la contienda central. Es en este campo donde se concentran las mayores presiones, siendo una de ellas, por cierto, la que ejerce el pragmatismo, que reúne a un conjunto de fuerzas internas y externas, muchas veces difusas, no siempre fáciles de identificar, que reclaman posponer hasta nuevo aviso la aplicación de medidas revolucionarias, y que incluso consideran un error (perfectamente reversible, en aras de la estabilidad política) algunas medidas tomadas por el comandante Chávez: expropiación de empresas o recuperación de tierras ociosas, antes en manos de latifundistas, por ejemplo. El hecho de que nadie se atreva a condenarlas públicamente todavía, habla a las claras de su indiscutible legitimidad política.

Mientras tanto, sorteando los ataques sistemáticos a nuestra economía, lidiando con los efectos de una drástica merma presupuestaria como consecuencia del desplome del precio del petróleo, sufriendo las consecuencias de un sistema de distribución de bienes mayoritariamente en manos privadas, en medio de una verdadera guerra económica, el Presidente Maduro ha tenido el tino de mantener a raya al pragmatismo, renunciando a poner en cuestión la orientación estratégica de la revolución bolivariana, realineando fuerzas y preparando el terreno para la adopción de medidas de orientación popular y revolucionaria. Todo lo cual sin disminuir la inversión social, defendiendo el salario de la clase trabajadora, y haciendo todo lo posible por preservar la unidad de fuerzas a lo interno del chavismo, en momentos en que la claudicación llama a la puerta.

¿Qué clase de liderazgo es el que se yergue por encima de este lodazal histórico y se planta firme contra la claudicación? El liderazgo que resultó de aquel replanteo que está en el origen del chavismo.

Para perseverar, todo el chavismo habrá de volver sobre las circunstancias que le dieron origen. De hecho, y en tanto que no se trata de un fin en sí mismo, el chavismo sólo tendrá sentido históricamente si persevera como la política de los comunes: como ejercicio político que nos iguala, y nos pone en situación de plantear y resolver nuestros problemas. Caso contrario, a lo sumo habremos logrado imponer un cascarón vacío: habrá triunfado el autoengaño y nos habremos conformado con una caricatura de lo que fuimos.

Allí están Bogotá, Argentina. Escribía Gustavo Petro, después de la derrota, casi a manera de consuelo: “La izquierda en Bogotá recibió una ciudad con el 50% de su población en pobreza y hoy la entrega con el 9%, generó una nueva clase media”. Isabel Rauber le ripostaba: “¿Y la educación política?”.

¿Nuestra victoria radica en haber producido una nueva clase media? ¿Acaso es eso lo que significa perseverar?

Perseverar, me parece, dependerá de la forma como continuemos educándonos políticamente, para decirlo con Isabel Rauber. Volver, por ejemplo, sobre Alfredo Maneiro, que decía, por allá en 1982: “Porque la revolución no es sólo un bistec en cada mesa, ni mucho menos un televisor en cada cuarto y en absoluto un carro en cada puerta, la revolución es sobre todo un cambio en las relaciones humanas, un cambio en la forma de relacionarse los hombres entre sí y arreglar de una cierta manera sus relaciones con la naturaleza”.

Cuestiones a tomar en cuenta durante estos días, mientras hacemos campaña; mientras va tomando cuerpo esa maravillosa obra colectiva que es nuestra maquinaria popular; mientras preparamos esa gran celebración del espíritu que será nuestra victoria electoral del 6D.

¿Por qué Chávez llegó tarde? (Lo revela una fuente solvente)


Ayer por la mañana, mi pana Fernando Pintos me llamó para contarme de una nota aparecida en el periódico amarillista venezolano 2001 (confieso que no sabía que aún existía), que remitía, a su vez, a un par de notas publicadas por los diarios El Mundo, de España, y La Nación, de Argentina. La primera, intitulada Las excentricidades de Chávez. La segunda, un tanto más completa, Las excentricidades de Hugo Chávez.

La nota en el diario El Mundo, de España, del martes 10 de agosto de 2010.

La nota, casi idéntica, publicada por La Nación, de Argentina, del miércoles 11 de agosto de 2010.

La nota de El Mundo comienza así: «Quien haya visto la llegada a Santa Marta de Hugo Chávez a través de la cadena Telesur, pensará que en Colombia Invamer Gallup manipula sus encuestas».

Esto es lo que se lee en el segundo párrafo de la nota de La Nación: «Quien haya visto la llegada a Santa Marta de Hugo Chávez a través de la cadena Telesur, pensará que en Colombia el mandatario bolivariano goza de una excelente popularidad».

Según El Mundo, «La explicación del recibimiento popular, pese a que las medidas de seguridad en todo el recorrido eran asfixiantes, puede estar en un dato que conoció esta periodista en Quito hace años, en uno de los tantos encuentros de Jefes de Estado. La avanzada del entonces Presidente colombiano, Andrés Pastrana, estaba compuesta por cinco personas mientras que la de Chávez rondaba el centenar. Indagando la razón de tamaña diferencia, una fuente de toda solvencia aclaró que además del cuerpo de seguridad, cada vez más numeroso, semejante al que rodeaba a Fidel Castro, había funcionarios encargados de organizarle un recibimiento ‘espontáneo’ en algún momento de su gira. Lo hacían en todas partes del mundo siguiendo el modelo, contaron, de la Cuba castrista».

Según La Nación: «Para entender este recibimiento popular, hay que llegar al antecedente de Fidel Castro, cuando el mandatario cubano viajaba con funcionarios encargados de organizarle un recibimiento ‘espontáneo’ en algún momento de su gira». Más arriba se lee: «La caravana oficial se detuvo y un sonriente Chávez, que vestía una campera de la bandera venezolana, se bajó para repartir besos y estrechar manos ante las cámaras de televisión. Pero lo llamativo fue que no era gente del lugar, sino venezolanos que habían viajado con él en el avión presidencial desde Caracas, según se desprende de un informe del diario El Mundo, de España».

Sí, «un informe del diario El Mundo, de España», basado en «una fuente de toda solvencia».

Advierte El Mundo: «Y por si alguien tiene dudas de que ese fue el método empleado en Santa Marta, esta (sic) es una pancarta que exhibían, junto a alguna bandera venezolana, los habitantes de una de las barriadas donde Chávez se detuvo ayer: ‘Bienvenido Presidente Chávez. Los pueblos de Colombia te queremos mucho. Gracias por levantar los pueblos de América del Sur y revivir el sueño de Bolívar'».

Afirma La Nación: «‘Bienvenido Presidente Chávez. Los pueblos de Colombia te queremos mucho. Gracias por levantar los pueblos de América del Sur y revivir el sueño de Bolívar», se leían las pancartas (sic) en la ruta a la quinta, mientras un centenar de personas vitoraban (sic) a Chávez».

El mismo «centenar de personas» que Salud Hernández-Mora, la reportera de El Mundo, presenció «en Quito hace años», y que formaba parte de la avanzada diplomática venezolana.

Extraordinario ejemplo de cómo, en ocasiones, los que alardean de acumular fuentes solventes tienen una deuda impagable con la verdad.

Chávez llegó tarde


Tratándose de un asunto tan serio como sentarse a dialogar con Santos, Chávez ha debido tomar las previsiones del caso y llegar de primero a la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, y esperar pacientemente a su par colombiano. Ha debido aprovechar la amarga y dilatada espera para reflexionar y convencerse de que Bolívar bien muerto está, y que mejor vale dejar que descanse en paz.

Ya en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar – «todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada» – ha debido, por qué no, saltarse todo protocolo, no perder valioso tiempo obsequiándole claveles rojos a la Holguín, no permitir que se le rindieran los honores militares de rigor, ha podido evitar ofrecer declaraciones a la prensa. Ha debido llegar primero y sentarse a esperar, reflexionar sobre su infinita culpa y prepararse para realizar un oportuno, impostergable e indelegable acto de constricción.

Ha debido evitarnos el bochorno de su atavío: por todos los santos, Oh my god!, a quién se le ocurre pisar suelo colombiano vistiendo el tricolor patrio, cuando la ocasión exigía el blanco que aleja toda duda, blanco-paz, blanco-límpido, blanco-franqueza, blanco-pureza. O sea, Chávez, triple hello, doble whatever.

Tamaños gestos, vestir de blanco, ignorar a la prensa, esperar a Santos, tal vez – sólo tal vez – le hubieran granjeado algunos tímidos apoyos del sifrinaje antichavista. Tal vez hubiéramos podido leer en Facebook expresiones del tipo: «Amé a Chávez vestido de blanco» o bien «Amé a Chávez esperando como un corderito».

Pero no, ¡ay, infinitos ayes! No conforme con que iba tarde, a Chávez no se le ocurrió otra cosa mejor que detenerse en el camino que lo conducía al lugar de reunión. Se bajó del carro la primera vez y recibió su primer baño de pueblo colombiano, ese que las oligarquías de uno y otro país sueñan con verse enfrentado con el nuestro en una guerra fraticida, el mismo que mereció el desprecio de algunos chovinistas que se hacen llamar chavistas.

Poco más adelante se detuvo por segunda vez y recibió su segundo baño de pueblo colombiano. O sea, Chávez, ¡disculpaaaaaa! El estupor inicial se convirtió entonces en pánico en los diarios, televisoras y agencias de noticias. Las imágenes, construidas laboriosamente, del Chávez enemigo del pueblo colombiano y de éste como enemigo del violento Chávez, se derrumbaban estrepitosamente como sólo lo hacen los anti-ídolos de barro.

Por si quedaba alguna duda, Chávez se detuvo una tercera vez y recibió su tercer baño de pueblo colombiano. Era demasiado. O sea, Chávez, ¡estás out! Pánico y desesperación. ¿Qué hacer para contener los efectos de tanto desparpajo? A la agencia española EFE le corresponde el dudoso honor de haber tomado la iniciativa: «Presidente venezolano llegó tarde a cita con Santos por detenerse a saludar en el camino«, y la prensa antichavista, estupefacta, se apresuró a tomar debida nota. Escueta nota que dejó en ridículo, una vez más, a quienes pretendían dejar en ridículo a Chavéz, y con él a nuestros pueblos.

Mejor les hubiera quedado intitular, de una vez: «O sea, Chávez, pinta un paisaje y piérdete». Es decir, expresarse como lo hace el antichavismo de-a-pie, en lugar de disfrazar aquel desprecio de periodismo.

Rumbo a su reunión con Santos, Chávez hace su primera parada para saludar al pueblo colombiano. Imagen captada alrededor de las 3 pm. Por: Andrés Izarra, Presidente de Telesur.

Primera parada de Chávez. Por: Temir Porras, Viceministro de la Cancillería venezolana.

Chávez saluda al pueblo colombiano. Por: Andrés Izarra.

«Uno de los momentos más emocionantes fue cuando cargó en sus brazos a Luis Santiago, un pequeño de 9 meses que estaba en medio de la multitud con la mujer que lo cuida, Estefanía Pardo, de 20 años. ‘Ese niño va a ser el símbolo de la paz entre los dos países’, comentaban algunos de los presentes». Así lo reseñó el diario colombiano El Tiempo. No se pierda los comentarios a la nota. Por: Andrés Izarra.

Tercera parada de Chávez: dialoga con estudiantes. Por: Andrés Izarra.

Tercera parada de Chávez. Por: Temir Porras.

La nota de EFE reproducida por El Nacional. Hora: 3:34 pm.

El Universal se dejó «tubear» por la competencia: publicó la nota de EFE, con leve variación en el título, un minuto después.



Durante la emisión de su programa Dossier, este martes 10 de agosto de 2010, Walter Martínez transmitió algunas imágenes grabadas por VTV mientras Chávez saludaba al pueblo colombiano. «Chávez berraco, eso no lo hace cualquiera, berraco. Felicitaciones pa él», dice uno. Tal y como lo expresara el mismo Walter Martínez: «Ciertamente los cleptómanos de Atlanta no van a pasar esto».

Casarse con Santos


No habían pasado veinticuatro horas de la toma de posesión de Juan Manuel Santos, cuando la prensa antichavista le declaró su amor inmarcesible, a prueba de todo, y dio inicio a la luna de miel.

Como lo atestigua la caricatura que publica Rayma en El Universal, este domingo 8 de agosto, lejos de quedarse para vestir santos, la oposición ha preferido siempre lanzarse en brazos de cualquiera que encarne la posibilidad, por más remota que sea, de ponerle fin a su tormentosa relación con el zambo, que ya va por los once años. A diferencia de la célebre película protagonizada por Marilyn Monroe, el antichavismo comenzó a padecer de la comezón desde el mismo primer año. Usted dirá: después de tanto tiempo de penitencia en penitencia, cualquier cuerpo es bueno para saciar el deseo.

Consumada la unión con Santos, la prensa opositora se dedicará en adelante a hacer lo que mejor sabe: cubrirlo de alabanzas, costumbre que, bien vista, es una particular manera de vestirlo, aunque el rey vaya desnudo y se haya manchado con la sangre de los asesinados, perseguidos, desplazados y desaparecidos.

El casamiento con el civil ex Ministro de Defensa uribista ha respetado también, a su manera, las formas de las bodas eclesiásticas: si la virginal monja que adorna la caricatura de Rayma no es suficiente, sólo basta leerse la mancheta que publica hoy El Nacional: «Hoy es día de todos los Santos en Colombia». Léase bien: no de los santos inocentes, sino de todos los santos.

Si se piensa detenidamente, más que boda eclesiástica, se trata de una experiencia religiosa. Incapaz de encontrar una fórmula más terrenal para expulsar al chavismo del paraíso, la prensa antichavista ha debido recurrir al auxilio del mismo cielo, es decir, de Santos. Por más que el tal Santos no tenga nada de divino.

No, el problema no es que el amor sea ciego. En este caso, es el poder el que enceguece. El odio contra el pueblo.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal el domingo 8 de agosto de 2010.

El Nacional, página A/9, domingo 8 de agosto de 2010. La mancheta a la izquierda, justo debajo del editorial.

La mancheta en la edición digital.

Dale a tu cuerpo tristeza, La Macarena



Pronto veremos a la especie de los Juanes y Alejandro Sanz, uníos, elevando una sentida plegaria a favor de la paz entre los pueblos colombiano y venezolano y en contra de la violencia y tal vez condenando el militarismo. En cambio, difícilmente los veamos manifestándose en contra del terrorismo de Estado colombiano, cuya expresión más reciente es la gigantesca fosa común de La Macarena. Para nuestros músicos, siempre será más sencillo abogar por la paz en abstracto y voltear la vista cuando se trate de evidencias de la terrible paz de los sepulcros.

Es fácil emprenderla contra los «belicistas«, pero hacerse el distraído cuando el presidente saliente de Colombia, Álvaro Uribe, en un ejercicio de cínica puntería, escoge justo La Macarena como el lugar idóneo para felicitar a sus fuerzas militares – «Adelante, la victoria final no está lejos» – mientras califica de «terroristas» a las organizaciones de derechos humanos, congresistas colombianos, eurodiputados y sindicalistas ingleses que certificaron la magnitud del crimen.

Es fácil pasar por artista pacifista militante, y entonar el Give peace a chance de Lennon, mientras se calla frente a las declaraciones de Gabriel Silva, Ministro de Defensa uribista y recién designado embajador en Estados Unidos, según el cual las organizaciones de derechos humanos que denunciaron el horror de La Macarena emplearon «fotos de fosas de la antigua Yugoslavia y las presentaron como si correspondieran a la situación en Colombia«, tal y como puede leerse en el diario El Tiempo.

No es la «antigua Yugoslavia». Es La Macarena, en Colombia. Por: Pablo Navarrete/alborada.net

Ya lo saben, músicos de buena voluntad: en el próximo concierto por la paz, preferiblemente en la frontera colombo-venezolana, no se olviden de interpretar Miss Sarajevo, del buenazo de Bono. Aunque hubiera sido un detallazo llegarse hasta La Macarena y levantar un cartel con la inscripción: «Don’t let them kill us«, como lo hicieran las jóvenes de Bosnia-Herzegovina que inspiraron la canción. Así mismo, en inglés, para que el mensaje llegara claro y directo al gobierno gringo, que después de todo es quien arma a su par colombiano. Un «No dejen que nos maten» con el que le hubieran dado voz, ustedes que se precian de tenerla, a los miles de campesinos y masacrados por la política de «seguridad democrática».

«No dejen que nos maten». Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, antigua Yugoslavia. 29 de mayo de 1993.

Pero no: es más fácil firmar manifiestos condenando a los «violentos» silenciando a los violentados.

Así, qué fácil es declararse partidario de la paz. Una paz que equivale a ir por el mundo cantando la Macarena, dale-a-tu-cuerpo-alegría-Macarena, mientras en la fosa común de La Macarena reposa la tristeza junto a miles de cuerpos.

Provocaciones


Chávez responde a la pregunta de Maradona sobre Santos. Ya antes lo había hecho frente a las provocaciones de la oligarquía colombiana.

Chávez: «Ahora Maradona es periodista y provocador».

Según declaración oficial emitida por la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la tarde de ayer, a propósito de la ruptura de relaciones diplomáticas con el gobierno colombiano, la «mayor irresponsabilidad» del zambo fue «tomar una decisión de esta gravedad, como maniobra de distracción de la opinión pública venezolana, actualmente impactada por el vergonzoso escándalo de los contenedores de comida descompuesta».

La referida declaración fue publicada en la página de la MUD a las 18:05 de la tarde, esto es, aproximadamente unas cinco horas después del anuncio realizado por Chávez desde Miraflores, en compañía de Diego Armando Maradona.

Cinco largas horas para anunciarle al país lo que hubiera podido manifestarle incluso antes de que el zambo apareciera ante los medios: que dijera lo que dijera, hiciera lo que hiciera, el zambo intentaría distraer a la «opinión pública venezolana» del «escándalo de los contenedores».

Más que declaración, ha debido llamarse muletilla.

Eso sí, la vieja partidocracia se comprometió «a trabajar en la próxima Asamblea Nacional para que ese cuerpo cumpla con su deber constitucional de hacer siempre presente al Poder Ejecutivo el carácter nacional que la política exterior debe tener».

Ninguna falta le hizo recurrir a otra de sus muletillas preferidas, la del Chávez dictador, porque esa tarea ya la había cumplido cabalmente el representante del gobierno colombiano ante la OEA, en horas de la mañana.

La partidocracia vernácula le devolvió el favor declarando: «La vía de una comisión internacional de verificación no debe ser desechada a priori, pues podría interpretarse como un reconocimiento a que tales acusaciones estarían bien fundadas».

«Presidente, ¿Santos no es el camino de Uribe?», le preguntó Maradona a Chávez, cuando ya parecía que todo estaba dicho. Retomó Chávez, sonriente y en apuros, y al poco interrumpió: «Ahora Maradona es periodista y provocador».

Frente a las provocaciones de la oligarquía colombiana, qué oportuna la provocación de Maradona.

Hizo falta el periodista que preguntara: «Presidente, ¿la partidocracia venezolana no es el camino de la oligarquía colombiana?».

Porque provocación se responde con provocación, no con muletillas oficiales.

Hello, dejen el show con Calle 13


I.- MTV versus Calle 13.
La puja estuvo interesante. De a ratos, hay que decirlo, fue como para agarrar palco: de un lado, MTV, esa institución señera de la cultura hegemónica – por la que se desvive tanto cabeza hueca que jura que libertad de elección y rebeldía equivalen a escoger entre las opciones que le ofrece la industria cultural -, tuvo el acierto de escoger para la presentación de sus premios a una de las figuras más irreverentes, talentosas, deslenguadas, populares y políticamente incorrectas de la escena musical latinoamericana. Del otro lado, René Pérez, el Residente de Calle 13, exprimió el escenario a tal punto que la jornada le alcanzó para lanzar fuego verbal contra Luis Fortuño, gobernador de Puerto Rico, y Felipe Calderón, Presidente de México. Simultáneamente, fue alternándose las ya célebres franelas, en las que hizo alusión a las bases militares gringas en Colombia, rindió homenaje a Mercedes Sosa, rememoró la masacre de Tlatelolco, comparó al dictador hondureño con Pinochet, exigió un Puerto Rico libre y nominó al zambo Chávez como mejor artista pop. «Latinoamérica es un continente muy político como para obviarlo», había escrito Residente vía Twitter, el pasado 12 de octubre. Y la política se apoderó del Gibson Amphitheatre, en Los Ángeles, sede de la entrega de los premios.

Lejos de escandalizarse, los de MTV hicieron todo lo posible por capitalizar el fulminante patadón en las bolas y los directos de izquierda que Residente propinó en el mentón de una derecha latinoamericana tambaleante, incluida la legión de jóvenes con el alma avejentada que ya quisieran la reelección indefinida del paraco Uribe y la eliminación física del zambo, apalean a los indios en Bolivia, defienden al Grupo Clarín en Argentina, marchan a favor de la dictadura en Honduras, a favor de los «presos políticos» en Venezuela, que desconocen cuál es la capital de Puerto Rico, pero que son capaces de conmoverse hasta el llanto viendo My Super Sweet 16, son entusiastas seguidores de The Hills y se babean con las aventuras de Tila Tekila.

Sin mayores disimulos y con tono festivo, la web de MTV Latino reseñó la participación de Residente: «Ahora que ya pasó, no hay otra forma de verlo: René, alias Residente, de Calle 13, fue un anfitrión despampanante. Claro que no estuvo solo: a su lado estaba Nelly Furtado, siempre divina. Juntos hicieron una dupla genial… Residente se bajó de la limosina y se sacó el traje para arrancar con el show. Abajo de la camisa traía una camiseta que decía: ‘Chávez nominado Mejor Artista Pop’. Fue así que empezó a arengar a la audiencia, dispuesto a decirlo todo, sin censura y sin libreto… René habló con total desparpajo, sin pelos en la lengua (tal como lo hace al frente de Calle 13). A su lado estaba Nelly, poniendo su cuota de elegancia y sofisticación. Juntos se complementaron a la perfección… Son dos grandes personalidades de la música, sin dudas. Nelly Furtado ya es una verdadera lady del pop internacional, mientras que René sigue demostrando que posee un talento y un carisma enorme al frente de Calle 13».

Es decir, una cosa chévere, tú sabes, o sea, Residente, hello, qué buen show, o sea, te la comiste. Una línea editorial que traduce superfluamente posiciones políticas que han provocado escozor tanto a los aludidos como a sus más fieles fans, y que se resume en una frase a primera vista inocentona como la que más: «Los conductores de Los Premios MTV 09 se destacaron por su soltura y, sobre todo, por sus ganas de divertirse». ¿Divertirse? Residente no está muy de acuerdo: «A mí nada de lo que dije me pareció divertido. Todo lo que hablé es bastante serio», escribió vía Twitter – siempre por esta vía, a menos que se indique lo contrario – el sábado 17 de octubre.

II.- Una diarrea de «malas palabras».
Tópico privilegiado de las jóvenes viudas de los personajes aludidos – Fortuño, Calderón, Uribe – ha sido el de la diarrea de «malas palabras» pronunciadas por Residente durante cada una de sus intervenciones. Imposible no detenerse en esta circunstancia, porque desnuda de pie a cabeza la mentalidad característica de la juventud conservadora, moralina, retardataria, supremacista, cool y tal de América Latina.

La cumbia de los aburridos. Calle 13.

Coño, mi señora madre, Sur, maestra de maestras, cuyo nombre le hace honor a esta tierra que piso, chavista hasta los tuétanos, sabia como sólo el pueblo puede serlo, disfruta cada vez que suena La cumbia de los aburridos. Pero un buen día me advirtió que el disco donde aparece esa canción es muy «vulgar». Lo dijo mi señora madre y yo me le reí, pero también me dije, para mis adentros, para que no pudiera escucharme: Amén. Porque su palabra es ley. Pero que un tipo de 34 años, proveniente de Carabobo, Venezuela, que bien pudiera ser hijo de Sur, escriba: «… cómo es posible que se permita tanta falta de cultura, valores, una cosa es ser sinceros y otra… vulgar, ordinario, chabacano, boca de cloaca…», así, tal cual, como una de esas señoronas encopetadas de la «sociedad civil» venezolana, que le gritan histéricas a Chávez, no por socialista, sino por zambo y vulgar, ordinario y chabacano, eso lo que provoca es vergüenza ajena. Todos los idiotas que, como el que escribió aquello, se escandalizaron por el hecho de que Residente le espetara un sonoro «hijo de la gran puta» al Fortuño, seguramente desconocían que el mismo día el pueblo portorro se sumó a un paro nacional contra el tipo, en rechazo al despido de más de ¡veinte mil! empleados públicos.

«Seguramente» un coño: soy capaz de apostar los discos de The Beatles de Sandra Mikele, a que estos idiotas no saben siquiera que Puerto Rico es una isla. Son los mismos idiotas cuya imagen del pueblo valenciano debe parecerse mucho a la de los hombres y mujeres que limpian el suelo y los baños del Sambil Valencia, que no habrán pisado jamás el centro de Caracas, pero se conocen de memoria el Sambil de la capital, y para los que Barquisimeto es una gran ciudad desde el día en que se inauguró esa joya arquitectónica que es el Sambil en forma de instrumento musical. Una de dos: o jamás escucharon un disco de Calle 13 y juran que Atrévete Te-Te es un reguetón compuesto por Manuel Rosales; o lo escucharon, pero igual no entendieron un carajo, y no se han dado cuenta de que fueron retratados en Gringo latin funk, del disco Los de atrás vienen conmigo.

Gringo latin funk. Calle 13.

Anticipándose a la polémica que se ha desatado luego de los MTV, Residente escribía el 16 de septiembre: «Los medios no me usan, yo uso a los medios. Hay que saber dar el mensaje. De lo contrario el mensaje se queda corto, entre ‘intelectuales'». Residente habló «malo» y el mensaje llegó: «Parte de la propuesta era que yo hablara malo, lo que pasa es que la gente se vive el personaje mío como si yo fuera así todo el tiempo… La manera de expresarme hacia los jóvenes es pensando en que quiero llegarles más rápido todavía, en que me hagan caso», declaró el sábado 17 de octubre a un impreso puertorriqueño.

El mensaje también le llegó bastante rápido al mismísimo Fortuño, quien declaró, indignado: «A todos los puertorriqueños les tiene que indignar profundamente esa chabacanería… En ningún sitio del mundo uno puede pararse en un micrófono porque te lo pongan delante a decir chabacanerías, a insultar gratuitamente y a decir malas palabras. ¿Qué es lo que le estamos enseñando a nuestros hijos?». ¿Entonces tú le enseñas al hijo tuyo que despedir a veinte mil personas es algo bueno, no importa si durante la campaña electoral prometiste que no despedirías a nadie? Bendito. Tremenda figura paternal. Algo semejante fue lo que respondió el Visitante de Calle 13: «¿No te parece un insulto la mentira? Los insultos del gobierno dejan sin trabajo». Y ésta otra: «¿Qué es peor… una ‘mala palabrita’ o que no le puedas dar lo que antes le dabas a tu familia?».

Pero a esta hora, el premio a la reacción más patética se lo lleva la Cancillería colombiana, que concedió al Residente el estatus de asunto de Estado: a través de un comunicado, expresó «su indignación por la divulgación de un mensaje injurioso en contra del presidente Álvaro Uribe, el cual se encontraba estampado en la camiseta…». Pero no sólo reincidió en la misma trampa retórica de Fortuño, según la cual el mensaje iba dirigido contra todo Puerto Rico: «El mensaje presenta un contenido ofensivo y calumnioso en contra del Presidente de los colombianos, lo cual constituye un agravio para su buen nombre e investidura y además es un irrespeto a la dignidad de nuestros connacionales». También MTV se llevó su jalón de orejas: «El Ministerio de Relaciones Exteriores respetuosamente sugiere a las directivas del canal observar con mayor detenimiento las manifestaciones con alto contenido político que se hacen dentro de un escenario que se destaca por promover el arte musical». En respuesta, Residente escribió el 18 de octubre: «El presidente de Colombia no es Colombia. ¡Colombia es mucho más que un presidente!» Un día antes, Visitante había respondido con fina ironía: «La camisa decía: ‘Uribe para bases militares’… Las imágenes que se ven en las nubes son proyecciones de uno mismo». Sí chico, eres un pa-ra-co.

III.- Vente pa Venezuela… ¡Cabrón!
Otro de los tópicos preferidos de la juventud bien, es uno que nos aprendimos de memoria hace un buen tiempo: cualquier extranjero que medio se atreva a medio manifestar su apoyo aunque sea el más tibio a la revolución bolivariana, es un cabrón insoportable y desinformado, que no tiene ni la más puta idea de lo que ocurre en Venezuela. Luego del relámpago de insultos – que no serán ya «malas palabras», sino oportunas expresiones de legítima indignación -, el aguacero de explicaciones: esto es una dictadura, esto es una dictadura, esto es una dictadura, todo el mundo con el paso del robot, todo el mundo con el paso del robot, todo el mundo con el paso del robot. Comentarios de este tipo, peculiar versión del chovinismo más ramplón, inundaron el Twitter de Residente. Siéntete orgulloso, pueblo venezolano, un puñado de jóvenes valerosos te han representado dignamente:

– «¡Te reto a vivir un año en Venezuela ganando sueldo mínimo!», apuntó una.
– «Habla claro mariquete. ¿Has estado más de un mes en Venezuela», escribió otro desde ¡Miami!, el mismo que luego remató con estas dos:
– «Cuando quieras vas a Venezuela y te enseño por qué no soy chavista».
– «… tú
crees que sabes, pero no tienes ni idea de lo que se vive allí…«.
– «Sabes que lo de Venezuela no me pareció gracioso, a ti no te han mandado a echar gas del bueno y que te metan preso», escribió otra, que se largó las seis siguientes:
«Como lo hizo Chávez con los estudiantes, y que las universidades de Venezuela no tengan presupuesto«.
«Tú no vives en Venezuela, no sabes lo que es la division que ha creado Chávez, familias separadas por la política«.
– «No me pareció gracioso lo de Chávez, pana, te vendiste«.
– «Hay gente que no es afecta a Chávez y te adora, no fuiste imparcial. Gente que tiene a sus familiares presos por política».
«¿Y tú sales con una franela que Chávez es lo mejor? Los heriste de pana«.
– «Sinceramente es difícil que entiendas algunas cosas, yo vivo en la frontera de Venezuela y Colombia y aquí sí se ve la realidad«

Hagamos un minuto de silencio en honor al corazón herido de la niña.

Listo.

Seguimos.

– «Y a mí qué coño me interesa el gobernador de Puerto Rico». Esta expresión es bastante típica. El mismo tipo se lanzó esta otra perla:
– «
Calle 13, succiónaselo a Simón Bolívar… Si es que tiene pene…«. Una lindura.
– «¡Sí que eres cabrón! ¡Vente pa Venezuela, así se lo chupas a Chávez!«, escribió otro, que también escribió éste:
«Es de pinga hablar lo que hablas y estar todo el tiempo en hoteles de lujo, comida VIP, sin pasar necesidades, pajuo«, e inmediatamente después le escribió nada más y nada menos que a… ¡Alberto Federico Ravell!:
«Ese es un pajuo más, hablando boberías, montado en Mercedes y comiendo bien, pero ‘comunista’ así yo también». Horas antes, Ravell se preguntaba:
– «¿
El gobierno permitirá los conciertos de Calle 13 en Caracas después de que uno de los del dúo sacara la franela esa anoche?» Memorable.
– «¡¡¡
Ojalá te vaya bien en estos dos países que irrespetaste, pajuo!!!«, continuó el que hizo la pausa para escribirle a Ravell, refiriéndose a Venezuela y Colombia. De pronto, sucedió algo inesperado: Residente le respondió:
– « Te llevo hermano… afuego». Y hasta allí le duró la altanería al hombre:
– «
Igual mi hermano. ¡Afuego! Paz…». Qué charlatán mi hermano.

Ya está bueno, ya está bueno. ¿O quieren más? No, ya está bueno. Dejen el morbo.

Vámonos con un comentario de Residente que resume su postura sobre el asunto: «El hecho de que yo no esté de acuerdo con los pensamientos de alguien no quiere decir que esté mal informado… ‘Cada cabeza es un mundo'».

Voy yo: el hecho de que la colérica juventud antichavista esté no sólo tan desinformada, sino tan profundamente divorciada de lo que acontece en Venezuela, no quiere decir que nos van a venir a convencer de que su pequeña cabecita es el mundo.

Antes de saltar a la última parte de este artículo, va la pregunta: y entonces, ¿quiénes son los que insultan?

IV.- Residente no es antichavista.
Decidí reservarme el tercer tópico para lo último, porque es el que genera más quebrantos, sobresaltos, arritmias, angustias y temores entre la juventud linda de Venezuela: ¿Calle 13 es chavista?

De una vez la respuesta, para evitar males mayores: no.

(Alivio).

Pero tampoco es antichavista.

(¡Cómo! Ay dios mío, me va a dar algo).

He aquí el primer comentario que escribió el Residente, una vez concluidos los MTV: «Saludos… Ya terminaron los premios… Perdón si los ofendí… No soy anti chavista… Soy pro pueblo. Quiero a Puerto Rico libre».

Cierto: el hombre portó aquello de «Chávez nominado mejor artista pop» y soltó lo de Simón Bolívar antes de dejar el escenario. Pero también escribió, el 17 de octubre: «La camiseta de Chávez que usé pa los MTV fue ambigua, indeterminada, doble lectura, confusa, agridulce… Viva Venezuela». Horas después, remató: «Lo más cabrón es que dicen cosas que no dije… Yo no he hablao de Chávez… Me puse una camisa pa que la interpreten como quieran».

Epa Residente, así la interpreté yo: en Venezuela nos gusta cuando el zambo canta popular. Por eso lo hemos nominao varias veces y por algo siempre ha ganao.

ésta es una democracia y el pueblo elige
si revolución es lo que el país exige
es porque lo que tú no dijiste yo lo dje

La crema. Calle 13.

El mío, prepárese, porque cuando vuelva pa Caracas le van a caer encima. Te van a sacar lo de las «malas palabras», te van a acusar de desinformado y te van a suplicar que hables mal de Chávez.

Preséntese en el tal Sambil y represente. Pero sólo en Tiuna el fuerte Calle 13 está en la casa.

Afuego.

Unasur: mientras debaten los Presidentes, se libra otra batalla en los medios digitales


Mientras se suceden las intervenciones de los Presidentes reunidos en la Cumbre extraordinaria de la Unasur, en Argentina – en este momento Uribe consume su segundo turno al bate -, se libra la correspondiente batalla desde las trincheras mediáticas digitales.

A esta hora, lo más destacado para El Universal resulta la intervención del Presidente Lula, de Brasil. La línea: resaltar la postura de la izquierda moderada, democrática y responsable, en contraste con ya sabemos quién. El Nacional, por su parte, destaca y celebra la «picantía» de Alan García, de Perú, quien dirigió «sarcasmos políticos» al Presidente Chávez. La línea: resaltar los ataques de los que está siendo víctima Chávez, provenientes de lo más cipayo y patético de la derecha suramericana.

La nota más destacada para el diario El Universal. Viernes 28 de agosto de 2009, 1:30 pm.

La nota más destacada para el diario El Nacional. Viernes 28 de agosto de 2009, 1:30 pm.

En este contexto, es preciso actuar como corresponde: compartiendo con ustedes el video de la intervención del Presidente Chávez.

Haz click en cualquier video para verlo
Puedes ver otros en radiomundial.com.ve

Encuesta: Venezuela es el país que menos confía en los medios


Según un tal Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad 2009, que realiza un tal Consorcio Iberoamericano de Investigaciones de Mercados y Asesoramiento, los noticieros de televisión venezolanos son los más impopulares de toda América. Sólo el 36% de los consultados manifestó tenerles confianza, un porcentaje que es significativamente menor a la media latinoamericana, que se ubica en 52%. República Dominicana mostró el mayor nivel de confianza, con un 73%, seguida de Puerto Rico y Paraguay, con 64% y 60% respectivamente.

La prensa venezolana tampoco sale muy bien parada: sólo el 42% de los interrogados les expresó su confianza, cifra igualmente por debajo de la media (46%), y que ubica a Venezuela en el puesto 13 de los 20 países en los que se formuló esta pregunta. Nuevamente República Dominicana se alzó con el primer lugar, con un 66% de confianza, mientras que Colombia, Paraguay y Bolivia acumularon un 53%. Caso curioso el dominicano, definitivamente.

Algunos otros datos dignos de mención:

– Venezuela es el país con la imagen más negativa del Fondo Monetario Internacional (apenas 23% de aprobación, cuando la media latinoamericana es de 40%). ¡Nicaragua! y México son los países con la imagen más positiva: 59%. En Argentina no se consultó sobre el particular.

– En Venezuela se tiene la imagen más negativa de Estados Unidos: sólo 22% de aprobación, siendo la media latinoamericana un 43%. Tienen la imagen más positiva: Puerto Rico (83%), los latinos estadounidenses (79%) y El Salvador junto con República Dominicana (68%). La encuesta no incluye la pregunta que indague sobre la imagen de Venezuela en el resto de América. No logro entender por qué.

– Ante la pregunta: «¿Usted considera que el mundo va por buen camino o por mal camino?», los países que respondieron con mayor optimismo fueron: Paraguay (36% por buen camino), Venezuela (33%) y Brasil (29%), los tres por encima de la media latinoamericana, de apenas 23%.

Volviendo a los medios venezolanos, he aquí la explicación sencilla y llana del porqué de tanta impopularidad, desconfianza o poca credibilidad: enterados de los resultados del fulano Barómetro Iberoamericano en su versión 2009, esto fue lo único que divulgaron:

El Universal: Sondeo ubica a Obama como el preferido de latinoamericanos y a Chávez de último.


Globovisión: Obama es el preferido de latinoamericanos; Chávez en último lugar según encuesta.

Y la nota (de AFP) fue difundida justo en la víspera de la V Cumbre de las Américas. Vaya casualidad.

Pero vale la pena detenerse en éste, el único aspecto en el que se detuvieron esos homenajes a la verdad y el equilibrio que son los medios opositores. Ciertamente, el Barómetro incluye una segunda parte dedicada exclusivamente al «desempeño e imagen internacional de dieciséis líderes de la región». Obama aparece, efectivamente, en primer lugar, con un 70% de simpatía, seguido de Lula (58,9%), Juan Carlos (54,7%), Zapatero (50%), Bachelet (48,9%), Calderón (48,6%), Uribe (47,8%), Cristina Fernández de K (44,8%), Leonel Fernández (37,9%), ¡Alan García! (37,9%), Tabaré (37,2%), Correa (36,2%), Daniel Ortega (33,5%), Evo Morales (31,7%), Raúl Castro (29,1%) y Chávez detrás de la ambulancia, con 28,1%.

Hay otros detalles que tampoco logro entender: la encuesta fue realizada también en El Salvador, Panamá, Costa Rica, Honduras, Paraguay y Guatemala, y sin embargo los líderes de estos países no fueron considerados en la consulta. No fue realizada en España, pero dos líderes españoles fueron incluidos: Zapatero y Juan Carlos. En el caso de Puerto Rico, debemos sobrentender que su líder es Obama.

Esto es como decir: si mañana tuviera lugar una elección para elegir al Presidente de Latinoamérica, salvadoreños, panameños, costarricenses, hondureños, paraguayos y guatemaltecos votarían, pero no postularían candidatos. Caso similar a los cubanos, los españoles no votarían, pero podrían postular a dos candidatos, esto suponiendo que Juan Carlos aceptara someterse a la consulta popular. Los latinos en Estados Unidos votarían, así como los puertorriqueños, pero sus votos no tendrían validez alguna. Sin embargo, podrían postular a su candidato. Todo lo cual, admito, debe tener alguna lógica, pero yo no se la consigo.

En fin. Lo cierto es que, según parece, Chávez gozaría de la simpatía del 67,3% de los venezolanos, del 56,9% de los guatemaltecos, del 56,8% de los paraguayos y del 55,4% de los dominicanos. De allí en adelante, sólo la simpatía de los hondureños sobrepasaría el 30% (33,3%, para ser exactos). Los latinos estadounidenses odiarían a Chávez: apenas 12,3% de simpatía.

Otros datos difíciles de explicarse:

– El 51% de los paraguayos simpatizaría con Raúl Castro. Sólo el 17,9% de los venezolanos lo haría.

– Los salvadoreños simpatizarían con Juan Carlos en un ¡70,5%!

– Los paraguayos simpatizarían con Evo incluso más que los propios bolivianos: 46,5% contra 43,7% respectivamente.

– Venezuela sería el país con menos simpatías hacia Rafael Correa: apenas 23,3%. ¿Colombia? 23,4%.

– A los hondureños no les agradaría Tabaré Vázquez: 26,5%. A los venezolanos tampoco: 27,8% de simpatía.

– La simpatía por Alan García no superaría el 50% en ningún país. En Paraguay tendría 0% de simpatías. Es decir: Alan García sería el Antipático Número Uno del Pueblo Paraguayo. Vaya usted a saber por qué.

– Sólo el 0,3% de los paraguayos manifestaría algún grado de simpatía con Leonel Fernández. Y seguro es algún dominicano que vive en La Asunción.

– Los bolivianos simpatizarían muy poco con Felipe Calderón (30,1%), los guatemaltecos con Bachelet (35,6%), Zapatero (32,2%), Lula (36,6%) y en antipatía hacia Obama sólo serían superados por… los bolivianos (49,2% y 43,4% respectivamente); de lo que es fácil concluir que los verdaderos antipáticos serían los bolivianos y guatemaltecos y no Obama.

Los invito a que los revisen ustedes mismos (arriba, en la primera línea, el enlace) y saquen sus propias conclusiones.

Más curioso aún: pasé largo rato intentando entender cómo es que el fulano Consorcio Iberoamericano… sacaba estas cuentas. Procedí entonces a sumar los porcentajes – tomando en cuenta la advertencia metodológica: al tratarse de un «Total Latinoamérica», no se suman las cifras correspondientes a «EE.UU. (Latinos)» ni «Puerto Rico» – y a dividirlo entre el número de países: eso suma 543, cifra que hay que dividir entre 17 – exceptuando, naturalmente, a la Argentina, de la que no se disponen datos. Pues bien, el resultado fue siempre 31,9% – que ciertamente sigue siendo bastante bajo, nadie lo discute.


¿De dónde sale, entonces, el 28,1% de la gráfica? Sencillo: de dividir 543 entre 18. Es decir, el Consorcio Iberoamericano… incurre en el elemental error de incluir a la Argentina, país del que sin embargo no están disponibles los datos. Peor aún: si se realiza idéntica operación en el caso de los datos correspondientes a Obama – sumar porcentajes y dividir entre 17 – el resultado no es 70%, sino 67% – y si se incurre en el elemental error ya mencionado, el resultado sería 63,2%.

Luego de lo cual es posible concluir, sin ninguna duda, que al menos la segunda parte del tal Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad 2009, que realiza un tal Consorcio Iberoamericano de Investigaciones de Mercados y Asesoramiento, no es más que un instrumento de propaganda, plagado de inexactitudes, carente del más elemental rigor estadístico, que fue empleado deliberadamente para influir en la percepción de la «opinión pública» latinoamericana, en la víspera de una Cumbre de las Américas en la que Estados Unidos puede asistir como cualquier otra cosa, pero jamás, nunca jamás, como el país más «popular» de América.

Insisto: es por eso que tanta gente ya no confía en los medios.

Globalización y segunda república – Orlando Fals Borda


(El diario mexicano La Jornada publicó hace pocos días el número diez de la serie Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, en alianza con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Clacso, excelente iniciativa que bien podría ser replicada en Venezuela – de hecho, algunas ediciones en español de Le Monde Diplomatique hacen lo propio.

El referido número presenta una versión reducida de un texto del colombiano Orlando Fals Borda, él mismo un clásico del pensamiento latinoamericano, cofundador de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, Doctor Honoris Causa de la Universidad Central de Venezuela, y uno de tantos autores de nuestra América que jamás se leen en nuestras escuelas de sociología. Fals Borda fue uno de los primeros promotores de la investigación-acción participativa en Latinoamérica.

La versión íntegra del texto viene incluida en su libro Hacia el socialismo raizal y otros escritos, por Ediciones desde abajo, Bogotá, 2007.

El siguiente es un buen pre-texto para entrarle a la lectura del hombre, para aquellos que no hemos tenido la dicha de leerlo en extenso.

Para los interesados en los anteriores Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, aquí va la lista con sus respectivos enlaces.

1) Ruy Mauro Marini. La lucha por la democracia en América Latina.
2) Agustín Cueva. El análisis posmarxista del Estado latinoamericano.
3) Álvaro García Linera. El desencuentro de dos razones revolucionarias. Indianismo y marxismo.
4) Celso Furtado y Aldo Ferrer. Repensar la teoría del desarrollo.
5) Manifiesto liminar de la reforma universitaria. José Carlos Mariátegui. La reforma universitaria. Ideología y reivindicaciones.
6) Pablo González Casanova. La construcción de alternativas.
7) Suzy Castor. La transición haitiana: entre los peligros y la esperanza.
8) Marilena Chaui. Cultura y democracia.
9) Florestán Fernandes. Reflexiones sobre las revoluciones interrumpidas.

Salud.)

********

NOSOTROS LOS DEL SUR
VERTIENTES DE LA GLOBALIZACIÓN
Cuando se agudizaron las tensiones y conflictos producidos por lo que algunos gobernantes bautizaron como “globalización”, nosotros, los del mundo del común –en especial los del Sur, los del Tercermundo–, empezamos a descubrir que estábamos arriesgando una parte esencial de nuestra razón de ser: aquélla representada por nuestra idiosincrasia y alimentada por la cotidiana diversidad ambiente. El mundo había crecido, mal que bien, sesgado hacia la acomodación y la acumulación, como un gigantesco caleidoscopio móvil cuyas diferentes piezas, jugando libremente unas con otras, producían efectos, imágenes, procesos y objetos diversos de alcances infinitos, a veces bellos y positivos, a veces deformes o perversos, pero que se iban sumando en olas de integración más o menos ordenada.

Fueron necesarios los estallidos iracundos contra fondos y bancos en las calles de Seattle, Davos, Melbourne y otras ciudades desde hace algunos años para que aquellos sordos gobernantes con sus miopes asesores de cabecera empezaran a reconsiderar sus descomponedoras políticas de “apertura”. No podían seguir despreciando lo social, lo cultural y lo humano para reducirlo homogéneamente a lo económico, como lo han querido los neoliberales y los planificadores estatales, sin generar dislocaciones, injusticias y crisis estructurales, cuyos malos efectos se han ido extendiendo a todas partes, afectando especialmente a los pobres y marginales.

La resistencia inicial a lo neoliberal dentro de esta globalización homogenizante fue creciendo hasta arrinconar en parte a los poderes mundiales. Perseguidos por las masas inconformes, ya para los poderosos no hubo otro sitio adecuado para volver a reunirse que el emirato desértico y feudal de Qatar, lugar simbólicamente significativo del tipo inerte y arenoso de mundo al que nos quieren llevar para que sólo quede la economía monopolizada, la de la violencia de los pocos sobre los más. Fue entonces necesario preguntarse sobre qué clase de globalización se estaba hablando, por las diferencias en sus efectos sobre las sociedades. Por eso es significativo que ahora haya tales resistencias igualmente en sectores insatisfechos y expectantes del primer mundo, como las juventudes y los universitarios. Las revueltas callejeras contra el Fondo Monetario Internacional y los ricos del G-8 en Ginebra y Lausana (donde residen los poderosos gnomos del capitalismo financiero) son síntomas positivos de protesta por el adverso cambio social que sufrimos en el Sur, los que buscamos un mundo mejor, más justo, democrático y participativo. Hoy muy pocos se declaran neoliberales: les da vergüenza. Sin embargo, quizás por inercia, aspectos de su orientación siguen vigentes. De allí la necesidad de seguirlos combatiendo.

¿De dónde provino y cómo y cuándo se fue articulando esta desigual y policefálica doctrina? Todos lo sabemos: provino de las altas esferas del poder y del conocimiento de Europa y Norteamérica, es decir, de los nichos generadores de la civilización occidental. Muchos interpretaron a la globalización como sucesora natural de las ideas de progreso y libre cambio introducidas por los filósofos de la Ilustración. Tiene poco nuevo desde este punto de vista; pero sus adherentes lograron detectar, desde la década de 1970 por lo menos, que la profecía de Carlos Marx sobre las tendencias expansivas universales del capital se estaba cumpliendo. Para aquéllos, alegría por el libre mercado y la acumulación infinita que ya se dibujaban desde la época colonial. Para nosotros, los del común y los del Sur, tocaba apretarnos el cinturón y sufrir adicionales penurias. Por fortuna, a la obnubilante doctrina de la globalización se le podía descubrir el talón de Aquiles. Sus limitaciones en cuanto a la pobreza, el desempleo y el hambre, por ejemplo, pronto quedaron al desnudo y en escándalo de lo insoluble. Ahora, al seguir el examen, sólo necesitamos disparar al talón que toque.

Como enemigo de las formas patológicas que la globalización ha tomado, en especial con las políticas antipopulares, quiero recomendar que avancemos en el estudio de sus características, porque ello, por supuesto, ayuda al necesario contrataque del qué hacer. Es lo que me propongo esbozar ahora, con las dificultades de tiempo de todo panel, por lo cual anticipo mis excusas.

TEJIDO ANALÍTICO-NORMATIVO DEL FENÓMENO
Para empezar, ya sabemos con mayor certeza que la desenfocada e injusta globalización que hemos conocido es como un entretejido de dos hilos: uno analítico, para describir sus principales factores intervinientes, que son de naturaleza económica, política y cultural, y otro normativo, para destacar los valores subyacentes a los resultados que persigue en lo económico, lo político y lo cultural. No todos estos resultados son de rechazar: los pueblos en su sabiduría y con el sentido común –como lo han hecho antes– pueden escoger y adoptar algunos de ellos; pero éstos deben ser determinados con cuidado, en especial a quiénes benefician o perjudican, en qué monto y a qué costo.

De allí que parezca válido ver a la globalización como una forma polivalente de llegar a la prosperidad o felicidad generales, pero si se ejecuta bien. ¿Cuál es su alcance real? Según las políticas públicas que se adopten. Aquellas inspiradas en el neoliberalismo, ya lo hemos visto, han aumentado la miseria y las inequidades del mundo, pero en países desgraciados como Colombia, donde las maldiciones de esta escuela siguen de manera increíble aferradas al poder estatal, las miserias aumentan.

Pongámonos entonces los lentes de la hermenéutica para criticar estos mismos fenómenos. ¿Qué resulta? Podemos interpretar ahora la globalización por lo menos de tres maneras: primero, como una serie de discursos muy diversos, por ejemplo, sobre capital social, tecnología comunicativa, impacto cultural, etcétera. Segundo, como un proceso inducido por acuerdos o reglas de desarrollo económico, como los del Banco Mundial, la posible Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y la Organización Mundial del Comercio. Y tercero, como una institución macro o conjunto de instituciones macro, cuyos ejemplos más notables son las corporaciones multinacionales, muchas ONG, los tratados regionales, iglesias universales, y otras entidades y burocracias sin ciudadanía fija. Los interesados pueden concentrar productivamente su atención sobre cualquiera de estas tres modalidades.

REFERENCIAS TERRITORIALES
Si este tipo de análisis resulta insuficiente, podríamos entrar todavía más a fondo y estudiar las relaciones establecidas entre sociedades concretas y las prácticas que permiten o fomentan la globalización, especialmente desde el punto de vista de las libertades individuales y colectivas. Hay el marco fundamental de este tipo espacial/territorial: el de los estados-naciones que han cedido, a escala supranacional y más o menos voluntariamente, parte de su soberanía.

Desde el punto de vista espacial –muchos lo han dicho–, la globalización es un proceso de doble vía que va y viene desde arriba, en las altas esferas de las sociedades, y de abajo para arriba, desde las localidades y regiones con la gente del común y su cultura ancestral. Los canales de arriba abajo han sido dominantes y vienen condicionados por las oligarquías de la civilización occidental eurocéntrica y euroamericana y por sus contrapartes nacionales debidamente actuando como colonos intelectuales. Aquí confirmamos que la occidental es la civilización de origen que provee el sabor y el cemento para la expansión estructural de la globalización. Es su meollo geopolítico.

Este sabor es tenaz y sumamente contagioso. Se transmite en formas culturales, educativas y hasta subliminales que han usado al máximo las ventajas de la tecnología en los medios de comunicación; estos medios no perdonan diferencias geográficas, raciales o lingüísticas: afectan prácticamente a todo el mundo casi sin diferencias de edad o sexo. Es un efecto de contenido y forma sobre gustos y patrones síquicos, que se prestan a la manipulación y son, en cierta forma, síntomas de opresión.

UNA RESPUESTA: GLOCALIZACIÓN CONTRA EUROCENTRISMO
Esta referencia-marco a naciones existentes cubre localidades y regiones específicas. La calidad localista tiene interés para los oponentes, porque abre un portillo de esperanza para combatir los malos efectos parciales de la globalización, determinar sus flancos débiles y enfrentarlos con fuerzas territoriales de resistencia. Estas fuerzas, pocas veces anticipadas y menos aún apreciadas por los economistas que fungen como asesores de gobiernos, son las que, una vez articuladas, dan origen a una realidad política contemporánea con un fuerte sentido crítico, cual es el de la “glocalización”, que cambia la “b” de “bárbaro” por la “c” de “corazón”.

Según Boaventura de Sousa Santos en su libro Hacia un nuevo sentido común (1995), se trata de “localismos globalizados” y de “globalismos localizados”, que muchas veces van acompañados por movimientos sociales y políticos y otras expresiones de la sociedad civil. Esta es una hipótesis feliz que favorece nuestro enfoque crítico. Coloca bases para nuevas prácticas de ciudadanía global que convergen en lo que hemos bautizado ya como “glocalización”.

Pero en estas mismas formas y medios peligrosos y ambivalentes aparece un factor analítico limitante de gran interés para montar nuestra defensa en el mundo del Sur: este factor es la determinación contextual del eurocentrismo nodal. Tal como fue definido por el colega egipcio Samir Amin en 1986, el eurocentrismo es la expresión culturalista de las tendencias expansivas del capitalismo. Como tal, es componente articulador de la globalización reciente que llega a nuestros campos y ciudades, el que socava nuestras costumbres, idiomas y visiones cósmicas.

Para entender el impacto de este otro fenómeno, es necesario contextualizar los procesos involucrados. El hecho de que nuestro entorno sea el muy especial y maravilloso de los trópicos y subtrópicos andinos y amazónicos, condiciona y limita los efectos distorsionadores y perjudiciales de la globalización capitalista. Aprovechemos al máximo esta ventaja diferencial de origen por el saber local, la genética y la historia. Hay multinacionales farmacéuticas engolosinadas con nuestra biodiversidad por viejas razones de explotación. Hoy, por fortuna, asistimos a una rebelión muy extendida contra las influencias y efectos del eurocentrismo elitista y hegemónico en los campos cultural, económico, científico y técnico. Es una rebeldía por la justicia que se expresa en la glocalización. Ésta ofrece un interesante enfoque alternativo para el qué hacer, que también es mundial; pero desde el lado opuesto en la estructura social y territorial para buscar la emancipación de los pueblos, algo que puede equilibrar las fuerzas monopólicas y opresoras de Occidente.

Sigamos, pues, cambiando dialécticamente la feroz “b” por la esperanzadora “c” de la glocalización. Esto se hace muchas veces con prácticas sencillas pero eficaces. Por ejemplo, en el caso de la costa atlántica colombiana, ello requiere reforzar políticas culturales y económicas dirigidas a defender las clases productivas y trabajadoras, los grupos indígenas y afrocolombianos; revivir raíces étnicas, costumbres y lenguas autóctonas; apoyar a los juglares y festivales de la música popular; recuperar la historia campesina, regional y barrial; honrar a los luchadores y soldados del pueblo y no sólo a los generales de los ejércitos; estimular la investigación de los contextos propios y la creatividad científica y técnica, y sobre todo tener autoestima y actitudes de dignidad y respeto por las características esenciales de las regiones territoriales. Todo esto sumado y defendido es imbatible. Además, está pleno de vivencias y satisfacciones incomparables.

OTRAS ALTERNATIVAS DEL QUÉ HACER: SEGUNDAS REPÚBLICAS
Como lo he recordado, el conflicto que queremos estudiar y comprender está planteado y va en curso, con erupciones en diversas partes de la Tierra. Las alternativas geopolíticas sobre tácticas y estrategias son pocas: o dejamos que se estabilice el imperio neoliberal armado y unipolar, que bien estudian Toni Negri y Michael Hardt en Imperio. O toleramos que se sigan deteriorando las estructuras en crisis de las naciones-estados del modelo Westfaliano centralista, como es el caso de Colombia y de muchos otros países. O propugnamos por la lucha desde abajo, con la glocalización cultural, económica y política como punto de referencia y signo de resistencia.

Me parece que esta tercera opción es la que debe ser la de todos nosotros los que estamos auténticamente preocupados por la horrenda situación creada por los defensores del sistema dominante. Si esta opción se desarrolla, parece inevitable que lleve a cambios fundamentales en materias tales como la concepción de la autoridad legítima y de la política, la co-responsabilidad de gobernados y gobernantes, la veeduría socioeconómica comunal, y la economía solidaria. Abriría las compuertas para otra gran revolución, evocadora de las del pasado, aunque quizás sin los servicios de partera de la violencia armada tradicional.

Esta otra gran revolución se puede fundamentar en la acumulación organizada de experiencias, luchas y saberes que suministran los diversos frentes de la glocalización. Si el proceso local se reduce no más que a lo local y coyuntural, y no trata de coordinar sus fuerzas regional y nacionalmente, hasta llegar también a escala mundial –donde reposa el gigante global enemigo–, poco se habrá ganado. Por tanto, la consigna resultante puede ser la siguiente: organizarse políticamente y combatir por el dominio del poder estatal en todas partes, para arrancarlo de las manos de quienes hoy lo aprovechan en perjuicio de las mayorías productivas.

Esta consigna, por supuesto, no es nueva: es cíclica, quizás permanente. Para estos grandes propósitos han servido siempre los movimientos sociales y políticos abiertos, pluralistas y participativos, así como los partidos de la izquierda democrática y socialista que, como los de América del Sur con el PT brasileño a la cabeza, nos han dado fructuosas lecciones. A ellos tengo el privilegio de pertenecer, en el Frente Social y Político de Colombia que he considerado sucesor de similares y valiosos esfuerzos. Son experiencias sumatorias en las que, en una u otra forma, se ha logrado fraguar el cemento programático o ideológico necesario para conformar organizaciones de masas consecuentes con nuestros ideales. Los amigos de las multinacionales y monopolios, los aperturistas que se aprovechan de las privatizaciones de empresas estatales, también se han organizado en su propia diversidad, creando una aplanadora universal que hay que detener. Nuestro cemento fundante, en mi opinión, no puede provenir de las vertientes dominantes actuales sino de la renovada ideología del socialismo humanista, libertario y ecológico que es el opositor dialéctico del capitalismo que está llevando al mundo a la destrucción.

Dentro del gran complejo represivo, destaco lo que ha venido ocurriendo con las clases trabajadoras, especialmente en América Latina. Los obreros, campesinos e indígenas están sujetos a una cruel ofensiva que mina sus sindicatos, comunidades y resguardos, recorta sus conquistas e ignora sus derechos. Las prácticas opresoras de los gobiernos en este campo quedan bien ilustradas con el caso de Colombia y lo recientemente decidido aquí, que está erosionando peligrosamente el estado social de derecho consagrado por la Constitución Nacional. Estas prácticas opresoras y persecutorias de sindicatos y derechos, deben ser corregidas. El monopolio del poder, cuando se expresa unilateral y represivamente como ha ocurrido aquí, viene a ser sinónimo de tiranía. Y la tiranía lleva a la rebelión justa de los pueblos empobrecidos y perseguidos, desempleados, desplazados y explotados.

Este no debe ser el sentido ni la justificación ni el resultado de la tan cacareada globalización. Hay que voltear la torta, y mientras más rápido, mejor. Organización y acción, tal es la necesidad que proviene de la crisis de miseria y hambre, y también de gobernabilidad, que busca paralizar por el terror. La paciencia y la pasividad deben terminarse: por fortuna todavía hay con qué hacerlo, y con quiénes hacerlo.

Estos problemas de gobernabilidad y represión a todo nivel, llevan a plantear, finalmente, una fórmula macro que podría sintetizar muchas, si no todas, las metas y aspiraciones políticas que he mencionado. Esa fórmula macro es el establecimiento de nuevas o segundas repúblicas que, inspiradas en pegantes ideológicos alternativos como el socialismo raizal, e impulsadas por éstos, subviertan y suplanten a las estructuras gubernamentales existentes que, por definición y convicción, deben ser transformadas.

Se trata de un proceso más profundo y diferente que los que han llevado a países como Francia y Venezuela a “quintas repúblicas”. En Colombia –y en otros países americanos– se empiezan a afirmar pueblos originarios, como son los indígenas, los palenqueros negros, los campesinos y artesanos antiseñoriales y los colonos-patriarcas internos, al tiempo con valores fundantes y universales como la solidaridad, la libertad, la dignidad y la autonomía. Recobrar y reformar en términos actuales estos valores y los pueblos que los han conservado a pesar de catástrofes seculares, y al repelo del neoliberalismo y la autocracia, puede resultar en la mejor respuesta, de tú a tú, a la globalización capitalista, y con el mejor afianzamiento de los procesos de glocalización.

Todo lo cual puede llevar, a su vez, a replantear alianzas multinacionales en nuestro Sur, con la paradigmática República de la Gran Colombia Bolivariana. Serían otras de las grandes respuestas a los retos eurocéntricos aquí revelados.

CONCLUSIÓN
Redondeando, pues, la argumentación, vemos que para hacer frente con la globalización a los embates de la globalización desaforada, y para defender los espacios populares que dramatizan la historia y cultura de nuestras regiones, naciones y repúblicas, debemos comprometernos activamente con los esfuerzos por reivindicar los valores fundantes que provienen de nuestra diversidad étnica, cultural y natural, en especial los atributos biodiversos de nuestros trópicos. Este es un gran reto. Aunque pueda haber modernización congruente o armónica con estas políticas, es necesario seguir defendiendo concepciones tradicionales inspiradas en el socialismo humanista y ecológico que ha caracterizado, desde tiempos precolombinos, a nuestra vida campesina, indígena, silvícola, pesquera y minera. Son otras formas, más humanas, de ser, pensar, crear y producir que los capitalistas no pudieron apreciar, pero que siguen vivas a pesar de todas las hecatombes sufridas desde 1492.

Los elementos afectivos y emotivos de la globalización –los de la vivencia popular y cotidiana y su movilización, que apenas he esbozado aquí– representan una fuerza antihegemónica que neutraliza la razón instrumental de los procesos de globalización, ese complejo frío y letal que transmiten los expertos eurocéntricos y sus colonos intelectuales, los medios de comunicación y las agencias internacionales. El corazón, tanto o más que la razón, ha sido hasta hoy un eficaz defensor de los espacios de los pueblos que aún quedan en actividad raizal. Tal puede ser nuestra fuerza secreta, aún latente, porque otro mundo es posible. Vale la pena ir desplegándola y movilizándola con toda justicia, contra los poderosos de la tierra que no parecen tener alma.

HACIA LA GRAN COLOMBIA BOLIVARIANA: BASES PARA ENFRENTAR PELIGROS INTERNACIONALES
ALGUNAS ESTRATEGIAS DE DEFENSA
El asunto que aquí nos congrega está claro, por lo menos para mí: como nuestros países de la tradición bolivariana –Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá– están sujetos a presiones exógenas inconvenientes que provienen de la actual globalización comandada desde el Norte, tenemos que organizar más y mejor nuestras defensas.

De diversas fuentes nos llegan advertencias sobre el cuidado que hemos de tener en nuestras relaciones con los norteños y sus agentes o representantes en cada país. Los recientes desarrollos tienen que ver con propuestas interesadas que nuestros gobiernos han recibido: tratados de libre comercio, modernización de ejércitos, cielos abiertos, guerra al panterrorismo, etcétera, que llevan al neoliberalismo, el belicismo y de pronto al neofascismo. En general, estas propuestas ponen en aprietos nuestra viabilidad e independencia como naciones y nuestras identidades como pueblos. No podemos, pues, quedarnos quietos.

Una obvia reacción vital de defensa ha sido la de unir fuerzas, recursos y conocimientos. Por ejemplo, en nuestro caso, hay iniciativas de agrupación regional de índole económica y comercial, como en el Mercosur y otras en la Comunidad Andina de Naciones. Entre los países bolivarianos mencionados se han venido activando programas de integración en campos culturales, universitarios, comerciales, agrícolas, etcétera y algunos tratados y acuerdos binacionales, como los realizados entre Venezuela y Colombia desde 1941, han tenido efectos positivos. El caso más reciente lo constituye la reunión presidencial de El Tablazo (Zulia) hace pocos días, donde con una cordialidad misteriosa y bienvenida que no se veía desde algunos años, se aprobaron grandes proyectos energéticos comunes, aunque éstos invitan al cuidado de las comunidades afectadas, en especial las del litoral del Pacífico. Gracias a estos pasos importantes, pero sectoriales y a veces declamatorios, no nos sentimos aún totalmente inermes. Hemos adelantado en la mecánica del quehacer conjunto, con alianzas tácticas y una integración que algunos han llamado “con hechos”. La hermandad patriótica y las muchas décadas de intercambio familiar, personal, educativo y político entre nuestros pueblos, también han dado frutos. Pero nos falta mucho más en el campo geopolítico y en lo valorativo y cultural para la construcción de un solo y grande ethos vinculante para los cuatro países bolivarianos. Son los retos que en términos generales se pueden designar como los de una antiglobalización endógena y antihegemónica de supervivencia –los procesos de “glocalización” postulados en otras partes– que luchan ante todo por el bienestar, la vida y las expresiones altruistas y democráticas de nuestras gente del común.

Estas situaciones de estrés y angustias vivenciales me llevaron, desde el año pasado, a revivir públicamente el viejo y clásico tema de la Gran Colombia, como asunto altamente pertinente, por virtud del legado de los libertadores venezolanos, neogranadinos y quiteños que lucharon juntos por la independencia de nuestros cuatro países […]

LAS PERIFERIAS SE CENTRALIZAN
Las innovaciones de la globalización han llevado no sólo a la descomposición social en todas partes, incluso en el propio Norte del mundo, sino también a ciertos resultados inesperados. Uno de ellos es el surgimiento de las periferias, en reacción por el tradicional tratamiento que han recibido de los centros dominantes. Los oprimidos y otras víctimas de la historia occidental tienden hoy a sacudirse, dejarse sentir y hacerse oír, lo que es inusitado. En este contexto, las fronteras olvidadas y las zonas marginales en las que se han localizado, están adquiriendo un buen peso específico.

Ello ocurre por la drástica y reciente reducción de la dimensión espacio/tiempo y por el aumento en la velocidad de la comunicación. Ahora las fronteras territoriales y sus zonas tienden a extinguirse y están causando efectos lejanos, como el de la mariposa de los teóricos del caos, para desempeñar funciones paralelas a las centrales y/o tareas que antes eran monopolizadas por los centros o adscritas sólo a éstos. Reflejan así con dramatismo y claridad problemas estructurales de las sociedades respectivas, en especial las del Estado-nación, convirtiéndose en fraguas de crítica y cambio como laboratorios sociales espontáneos que reflejan las contradicciones de la gran sociedad. Pues bien, este efecto de eco reflector desde lo marginal que llega al Estado-nación, puede servir también para defender ciertas tradiciones e identidades sustanciales, hoy amenazadas por el desequilibrado desarrollo globalizador.

En este sentido, la aceleración cibernética de la ecuación espacio/tiempo, lleva a mirar los conocidos contenedores territoriales de los estados bajo otra luz y más allá. Invito a prestar atención a dimensiones que desbordan a la región administrativa para llegar a las implicaciones de lo suprarregional y lo supranacional: es decir, a la integración funcional entre naciones existentes. Esta tarea debe ayudar a llevarnos a la aurora de la nueva Gran Colombia, la del siglo XXI.

Para alimentar estas posibilidades sumatorias, conviene examinar apoyos valorativos, como son las raíces ancestrales y actitudes que conforman e impulsan el progreso. Son valores definitorios de las gentes de los trópicos y subtrópicos que nos han pertenecido desde que el mundo es mundo. Vale la pena cuidar, regar, abonar y multiplicar esas raíces sobre este mundo espantoso que otros crearon en contextos norteños y mediterráneos, que hemos heredado más como imposición y no como un acto creador propio. En las fronteras, periferias y otros lugares relegados de nuestros países, pueden estar los ejércitos de reserva humana y cultural de nuestras naciones en peligro. Por eso siento que ha llegado el momento de la articulación activa de las márgenes nacionales como parte incitante de la gran ola de vida poscapitalista, posdesarrollista y posmoderna que nos ahorren las catástrofes anunciadas.

MORFOLOGÍA DE LAS FRONTERAS
[…] Para realizar este gran objetivo de integración entre naciones vecinas y llegar a la meta de una segunda Gran Colombia (no importa el nombre) entre nosotros, es necesario localizar el asunto técnica y conceptualmente en por lo menos dos modalidades de trabajo: una proviene de la geografía humana, y la otra de las ciencias etnoculturales. Vamos a examinar esta morfología según hechos y condiciones palpables de las actuales zonas fronterizas.

El proyecto geográfico es aquel que enfoca cuencas fluviales como ecosistemas que ocupan porciones de países vecinos –Colombia, Venezuela, Brasil, Perú, Ecuador y Panamá– hoy amenazadas por catástrofes ambientales, guerras intestinas e inseguridades limítrofes (Mendoza 1992).

Por el lado colombo-venezolano, hay tres cuencas que son total o parcialmente aptas para las políticas de integración a que he aludido: las de Carraipía-Paraguachón, Catatumbo-Zulia y Arauca-Orinoco (Area y Márquez 1994). Con excepción de la de Carraipía, en la Guajira, que ha mejorado gracias a un acuerdo binacional de 1989, las otras cuencas compartidas con Venezuela son problemáticas por la contaminación de las aguas, la guerra y la ocupación desordenada y explotación ilegal de la tierra. Colombia carga con buena parte de la culpa porque todas esas aguas se originan en los Andes colombianos.

No sería difícil pensar en corporaciones ambientales binacionales Autónomas en esos sitios. Aunque parezca mentira, esta buena idea tiene 183 años y se debe a Simón Bolívar. El Libertador demostró tener una correcta visión sociogeográfica de las cuencas por encima de las formalidades fronterizas derivadas del uti possidetis juris de 1810, cuando en el Araure (Barinas) opinó, en carta del 18 de mayo de 1821, que debía conformarse un cuarto departamento (además de Venezuela, Cundinamaraca y Quito) en la nueva república: el de Pamplona-Mérida-Maracaibo. Se trataba quizás de la región más rica del norte de Sudamérica, gracias a una combinación regional entre la temprana promoción local del cafeto, con la facilidad de exportación por los ríos Catatumbo y Zulia hasta el lago de Maracaibo. La misma idea de esta cuenca compartida fue recogida por Agustín Codazzi en sus estudios zonales de 1842, y por el presidente del Estado Soberano de Santander, el general Vicente Herrera, en 1858 (Pérez López 2003, 14, 19-20).

Para los otros grandes ríos que he mencionado: el Arauca, el Orinoco, el Amazonas, el Negro y, el Putumayo, existen tratados de libre navegación casi olvidados, y poco más, con Venezuela, Brasil y Perú. Y con Panamá existe la zona común con Colombia del Tapón del Darién y ríos y caños de parques compartidos, que pueden continuar y mejorar, a los que hay que defender de megaproyectos peligrosamente concebidos, como el de la carretera Panamá-Puebla, que quiere extenderse a Colombia por motivos exógenos.

Entre Ecuador y Colombia corresponde mirar la situación de las cuencas hermanas de los ríos Patía y Mira-Mataje, que tocan con Nariño hasta el océano Pacífico. Actividades pesqueras, madereras y mineras con comunidades negras, sin mucho estímulo ni guía, nos recuerdan que los nariñenses, junto con los ecuatorianos, son responsables de la defensa de esta parte de la mayor riqueza biológica y ambiental del planeta, que allí se encuentra.

En cuanto al proyecto etnocultural de las fronteras, encontramos una ocupación continua, desde tiempos precolombinos, de naciones indígenas engarzadas unas con otras a todo lo largo de los límites formales, sin respetar a éstos, es decir, con libre desplazamiento a uno y otro lado (Cunill Grau, 1992). Estas comunidades aborígenes pre-estatales brindaron una matriz social original en la que se fueron acomodando y aculturándose otros pueblos inmigrantes, así del uno como del otro lado de las actuales fronteras. Allí ha venido funcionando a todo vapor el crisol racial y cultural “cósmico” (como lo definió José Vasconcelos), y la ocupación y transformación de territorios, a veces en paz, otras con mutua destrucción y conflicto, como ha ocurrido con grupos de mineros, ganaderos, guerrilleros, paramilitares, policías, soldados y hasta misioneros. En todo caso, el proceso ha dado como resultado la formación de una sociedad híbrida, semiautonómica y muy rica, que llevó al escritor venezolano Arturo Uslar Pietri a definirla como “un tercer país”.

En este “tercer país”, como viene dicho, los indígenas constituyeron un grupo originario receptor de los demás. Son todavía los guardianes y mejores conocedores de la biodiversidad tropical, y se les puede reconocer como ETI (entidades territoriales indígenas) según leyes orgánicas, y como zonas de paz. Empiezan con la nación wayúu, en la Guajira colombiana, la mayor de todas, que se extiende hasta el norte del estado Zulia. Luego vienen la nación motilona, en el Perijá, por ambas vertientes, y los u´wa, en el Sarare; al sureste están los guajibos, curripacos y tukanos, todos binacionales, y por Leticia los tikunas trinacionales (Colombia, Brasil y Perú). Los huitotos e ingas ocupan el sur de Colombia con el Perú. Por el norte, existen las fuertes relaciones ancestrales entre los cunas de islas y costas panameñas y el Darién colombiano: no olvidemos que la nación cuna se extendió durante el siglo XVII hasta las riberas del río Sinú.

En lo que corresponde a la frontera colombo-ecuatoriana, acabo de señalar la cuenca del Mira con el papel de las comunidades afrodescendientes costaneras que se extienden desde Esmeraldas hasta Tumaco en la costa del Pacífico, y más al norte. Al suroriente reside la nación awa-cuaiquer, desde Ricaurte, por las colinas bajas, hasta más allá de la frontera ecuatoriana, y en la microrregión del Gran Cumbal que bordea la misma frontera, se halla la comunidad de Cabildos y grupos de pastos y quillacingas. Estas naciones constituyen entes binacionales de características similares a las ya descritas para las fronteras con los otros países.

Todos estos grupos nativos (junto a los otros llamados “originarios”, son pueblos respetables que nos han enseñado a resistir con dignidad los furiosos embates de la llamada “civilización occidental” que hoy debemos por lo menos cuestionar parcialmente. Entre estos logros, nos han mostrado una alternativa propia de concebir nación con la fuerza de la cultura y el poder de la solidaridad humana, en contraste con el modelo de nación-Estado planteado como máquina de guerra, según el Tratado de Westfalia (1618), modelo potencialmente fatal (lo demostró la historia europea posterior) que nos trajeron los españoles.

Entonces, ya sabemos mejor cómo y por qué podemos rechazar, con argumentos justos, la presencia de las fronteras binacionales existentes a partir de aquel descontextualizado modelo norteño, confirmado entre nosotros por el uti possidetis. Y también cómo proceder a transformar las incoherencias estructurales de nuestros falibles estados-nacionales.

SOBRE EL QUÉ HACER: CONSIDERACIONES POLÍTICAS
Esta extraordinaria tarea de reconstrucción sociopolítica implica el reclutamiento y preparación idónea en técnicas de investigación-acción participativa de científicos sociales de alta motivación ética y política –en especial geógrafos humanos, economistas con corazón, antropólogos sociales, politólogos, sociólogos de la participación activa (IAP)– capaces de entender y trascender las nacionalidades y los contextos y realidades en que vivimos (De Sousa Santos, 2003). Además, necesitaremos elaborar más las propuestas de integración económica que viabilicen el proyecto general.

Implica igualmente laborar en los frentes de la protesta y de la propuesta en los cuatro países para crear, hasta con la música, la literatura y otras artes, los movimientos sociales y políticos desde abajo y desde las periferias, las redes de trabajo y las comunicaciones necesarias, con el fin de seguir desplazando a los obsoletos partidos tradicionales y a los gobernantes centralistas, verticales o mesiánicos donde todavía quedan o aspiren a quedarse. Y sigamos afirmando el avance socialista por la vida, la justicia y el progreso humanista que viene desde el sur con movimientos y gobiernos de nueva estampa en Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Bolivia y Ecuador.

Entre Venezuela, Ecuador, Panamá y Colombia sería relativamente fácil volver a concebir y construir conjuntamente la Gran Colombia de nuestros libertadores. Lo de los límites entre nosotros me parece secundario, si examinamos los vaivenes de la historia. Hubo momentos en que las fronteras no existían sino por cortos periodos nunca peleados. Por ejemplo, por convenio con generales caucanos, el Ecuador se extendió hasta Pasto y Buenaventura, en 1830; Colombia aceptó en 1848, sin resultados prácticos, que todos los Llanos hasta Villavicencio fueran venezolanos; con una simple carta, el barón de Riobranco quitó a Colombia la entrada hasta el gran puerto de Manaos, en el Amazonas, y por otra nota, Colombia cedió en 1952 a Venezuela los islotes de Los Monjes. Arauca se proclamó independiente por unas semanas en 1917; también Tumaco quiso añadirse al Ecuador en 1988. Perú era dueño del Putumayo en los duros años 20 de la Casa Arana. De modo que, con excepción del absurdo miniconflicto por Leticia en el Amazonas, entre nosotros las fronteras no han sido cicatrices de la historia, como en otros continentes. Nuestros mohanes vigilantes en ríos y montes no lo han permitido.

Esa fluidez juguetona y pacífica de fronteras puede retomarse hoy, sin pruritos y de manera general, dejando atrás el modelo Westfaliano del Estado-nación belicista y otras definiciones foráneas de soberanía e identidad nacional ya superadas. El eterno y enredado “diferendo” entre Colombia y Venezuela no debe existir más. Ante todo hay que pensar en el bienestar de los pueblos en sus regiones, así en la tierra como en el mar. Debemos juntarnos en estas formas nuevas de convivencia y resistir las tentaciones guerreristas que a veces se asoman. Por ejemplo, Colombia no puede prestarse a jugar, por determinaciones extrañas sobre panterrorismo, el papel de esquirol de Sudamérica, como pasó una vez en la guerra de las Malvinas. Lo he venido proclamando en todas mis presentaciones de este tema a partir de 2003 en Lima: que seguramente ningún colombiano con dignidad o cordura querrá levantar las armas ni dirigir tanques de guerra contra nuestros vecinos, y menos contra Venezuela. Aplaudo que este principio de armonía internacional, tan antiguo y respetado hasta ahora, haya tenido que ser reconocido públicamente por el presidente Álvaro Uribe en El Tablazo.

Entonces, me parece necesario y urgente luchar otra vez por la meta común de la Gran Colombia, o como quiera llamarse ahora, para contraponerla a las inconveniencias políticas hegemónicas y violentas de la globalización neoliberal militarista. Por fortuna, como lo reconocieron los presidentes Chávez y Uribe en El Tablazo, las fronteras formales entre nosotros son indefinibles y porosas. Siempre lo han sido así, y me temo que así lo seguirán siendo. No necesitamos ni formalizarlas, ni mojonearlas ni derramar sangre por ellas, porque es la misma geografía la que las deniega y borra en nombre de los pueblos habitantes. Respetemos, pues, la autoridad tropical de las selvas pluviales y de las cuencas hidrográficas, así como la voluntad autonómica y libre de nuestros ríos salvajes que se burlan cuando quieren de las dragas oficiales, como ocurre en el Arauca vibrador.

Finalmente, como pasos de transición hacia el nuevo Estado grancolombiano y bolivariano, pueden concretarse a escala macro dos propuestas geopolíticas existentes, que son antihegemónicas: una es la República Regional de Colombia, propuesta desde hace un lustro a raíz de la Constitución de 1991 […]

La otra propuesta geopolítica corriente, junto a la colombiana, es la consagrada por la República Bolivariana de Venezuela, en su actual Constitución, que tiene fines convergentes con la colombiana […]

Si a lo anterior sobre Colombia y Venezuela añadimos la fuerza del movimiento indígena ecuatoriano, varias veces cerca del poder y llegado recientemente al gobierno, y además la de los movimientos panameños derivados del Torrijismo reconstructor, más los movimientos de patriotas colombianos desde las regiones, podemos apreciar la potencialidad de la idea bolivariana grancolombiana y libertaria. Estas metas se conseguirían fácilmente si logramos hermanar todas estas fuerzas, movimientos y partidos de los cuatro países, con el mismo pegante ideológico del socialismo ecológico, raizal, humanista y democrático, por las razones históricas, sociales y culturales comunes a todos que he tratado de exponer.

Comprendo también las dificultades de estas posibles transiciones. Han comenzado a verse como peligrosas, de allí la represión que ejercen los reaccionarios de siempre con apoyo de globalizadores, grandes empresarios monopólicos, financieros usureros y otros traidores de ideales. Nuestros esfuerzos son atacados por el imperio del Norte, el del Gran Explotador que es cada vez más el Gran Hermano de la profética novela de Orwell, cuya estrella por fortuna parece ir cayendo. Creo que no merecemos la triste suerte de colonos y robots desmentizados que nos tienen reservada.

Para evitar todo ello, entre otras fórmulas, proclamemos con orgullo que aquí todos somos tropicales y aceptemos con alegría, como vivencia lógica y espiritual, este reto crucial. Si también somos cuidadosos, como he sugerido, con las formas altruistas del conocimiento popular, la vida alterna y el trabajo productivo para todos, podremos equilibrar las crisis entrópicas del capitalismo global que nos empiezan a afectar. Todavía hay que aprovechar más de aquel singular tesoro vernáculo propio –el del sol radiante–, para que sigamos construyendo, aquí y ahora, un mundo mejor.

Bibliografía

Area, Leandro y Márquez, Pompeyo. Venezuela y Colombia: política e integración. Caracas, Editorial Panapo, Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos, 1994.

Cunill Grau, Pedro. Política de organización territorial y ocupación del espacio fronterizo occidental venezolano. Caracas, Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos Colombo-Venezolanos, pp. 18-39, 1992.

Mendoza Morales, Alberto. El Ordenador. Bogotá, Universidad Piloto de Colombia, 1992.
Pérez López, Jaime. Colombia-Venezuela, economía, política, sociedad en siglos XIX y XX, Cúcuta, Ed. La Opinión, 2003.

De Sousa Santos, Boaventura. La caída del Angelus Novus: Ensayos para una nueva teoría social y una nueva práctica política. ILSA y Universidad Nacional. Bogotá, 2003.