El chavismo: la política de los comunes


Este 6D gana Chávez

Para el pueblo chavista la política es una práctica entre iguales. Es el espacio en que es posible plantear y resolver problemas comunes de manera colectiva. El hecho de que sea un espacio para el común no implica, de manera alguna, la desaparición del liderazgo: el chavismo, antes bien, se replanteará a fondo el concepto de liderazgo. Desde entonces, la demagogia, las prácticas clientelares, y en general la “diatriba” entre políticos, producirán el rechazo manifiesto de la bases del chavismo. La figura tristemente célebre del “representante”, que hiciera profesión de “la indignidad de hablar por los otros”, como dijera Foucault, verá reducida su capacidad de maniobra de manera drástica.

El reconocimiento de este acontecimiento, la profunda transformación en la cultura política que implica este replanteamiento del liderazgo político, es garantía de continuidad del proceso bolivariano.

Además, el chavismo tuvo el mérito de plantearse los problemas fundamentales de la sociedad venezolana, que es decir, prácticamente, los problemas de nuestra civilización. Por eso fue tan decididamente anti-oligárquico desde sus inicios, y por la misma razón desarrolló, años después, una fuerte voluntad anti-capitalista. De los acentos puestos en cada momento histórico depende la potencia del chavismo.

En el actual momento histórico, el chavismo libra una batalla que, eventualmente, le permitirá dar continuidad al “legado de Chávez”. Con legado nos referimos aquí, fundamentalmente, a su legado inmaterial: a su ideario, a su carácter de estratega y a su condición de subversivo, más que a su obra como Presidente. La vitalidad del chavismo dependerá en buena medida de su capacidad para contrarrestar las tendencias a petrificar la figura del comandante Chávez, endiosándolo o reduciéndolo a la figura de caudillo popular o simple benefactor.

Se trata de una batalla que libra principalmente: contra lo viejo que aún perdura entre la nueva clase política; contra la “nueva clase” o los nuevos ricos, que emergieron a partir de su relación privilegiada con el funcionariado corrompido, verdaderas mafias que, a decir del Presidente Maduro, lograron “perforar” la institucionalidad bolivariana; y contra los enemigos jurados de la revolución bolivariana, que se valen de unos y otros actores, de sus miserias, para intrigar, y para inducir la desmoralización de las bases revolucionarias.

Si la anterior batalla se libra en el campo de la revolución política, en el campo económico tiene lugar, sin duda alguna, la contienda central. Es en este campo donde se concentran las mayores presiones, siendo una de ellas, por cierto, la que ejerce el pragmatismo, que reúne a un conjunto de fuerzas internas y externas, muchas veces difusas, no siempre fáciles de identificar, que reclaman posponer hasta nuevo aviso la aplicación de medidas revolucionarias, y que incluso consideran un error (perfectamente reversible, en aras de la estabilidad política) algunas medidas tomadas por el comandante Chávez: expropiación de empresas o recuperación de tierras ociosas, antes en manos de latifundistas, por ejemplo. El hecho de que nadie se atreva a condenarlas públicamente todavía, habla a las claras de su indiscutible legitimidad política.

Mientras tanto, sorteando los ataques sistemáticos a nuestra economía, lidiando con los efectos de una drástica merma presupuestaria como consecuencia del desplome del precio del petróleo, sufriendo las consecuencias de un sistema de distribución de bienes mayoritariamente en manos privadas, en medio de una verdadera guerra económica, el Presidente Maduro ha tenido el tino de mantener a raya al pragmatismo, renunciando a poner en cuestión la orientación estratégica de la revolución bolivariana, realineando fuerzas y preparando el terreno para la adopción de medidas de orientación popular y revolucionaria. Todo lo cual sin disminuir la inversión social, defendiendo el salario de la clase trabajadora, y haciendo todo lo posible por preservar la unidad de fuerzas a lo interno del chavismo, en momentos en que la claudicación llama a la puerta.

¿Qué clase de liderazgo es el que se yergue por encima de este lodazal histórico y se planta firme contra la claudicación? El liderazgo que resultó de aquel replanteo que está en el origen del chavismo.

Para perseverar, todo el chavismo habrá de volver sobre las circunstancias que le dieron origen. De hecho, y en tanto que no se trata de un fin en sí mismo, el chavismo sólo tendrá sentido históricamente si persevera como la política de los comunes: como ejercicio político que nos iguala, y nos pone en situación de plantear y resolver nuestros problemas. Caso contrario, a lo sumo habremos logrado imponer un cascarón vacío: habrá triunfado el autoengaño y nos habremos conformado con una caricatura de lo que fuimos.

Allí están Bogotá, Argentina. Escribía Gustavo Petro, después de la derrota, casi a manera de consuelo: “La izquierda en Bogotá recibió una ciudad con el 50% de su población en pobreza y hoy la entrega con el 9%, generó una nueva clase media”. Isabel Rauber le ripostaba: “¿Y la educación política?”.

¿Nuestra victoria radica en haber producido una nueva clase media? ¿Acaso es eso lo que significa perseverar?

Perseverar, me parece, dependerá de la forma como continuemos educándonos políticamente, para decirlo con Isabel Rauber. Volver, por ejemplo, sobre Alfredo Maneiro, que decía, por allá en 1982: “Porque la revolución no es sólo un bistec en cada mesa, ni mucho menos un televisor en cada cuarto y en absoluto un carro en cada puerta, la revolución es sobre todo un cambio en las relaciones humanas, un cambio en la forma de relacionarse los hombres entre sí y arreglar de una cierta manera sus relaciones con la naturaleza”.

Cuestiones a tomar en cuenta durante estos días, mientras hacemos campaña; mientras va tomando cuerpo esa maravillosa obra colectiva que es nuestra maquinaria popular; mientras preparamos esa gran celebración del espíritu que será nuestra victoria electoral del 6D.

Suráfrica 2010: ¿Nos van a venir a hablar de derrotas?


Sábado 3 de julio: Maradona, la derrota, la tristeza.

Noche del domingo 4 de julio: el pueblo argentino recibe a su selección. «No había sabor a derrota en el aire».

Luego del partido entre Argentina y Alemania, a duras penas logré contener el impulso de escribir algunas líneas de fraterno agradecimiento al Maradona-dios-barbudo-y-comprensivo, devenido una vez más en ángel caído, que logró convencerme, él y los suyos, de que no hace falta conocer los aspectos técnicos del juego para saber cuando se juega un fútbol hermoso y deslumbrante.

Más pudo, sin embargo, un repentino latigazo de recato, un llamado a la mesura. De pronto, no pude evitar sentirme un completo advenedizo: ¿realmente sería capaz de asimilar las hondas implicaciones de la derrota para el alma del pueblo argentino? ¿Sería capaz de entender el significado de su tristeza? Decidí guardar silencio. Un silencio solidario, podría decirse que militante, pero silencio al fin.

Como no hubiera podido suceder de otra manera, las primeras señas me llegaron el mismo sábado 3 de julio a través de Giorgio Mamani, el último futbolista combativo. Vi al Mamani sollozante y quise estrecharle la mano y regalarle un abrazo. En cambio, me conformé con presenciar su conversación con el anciano Friman, el mismo que alguna vez cargara en brazos el Che Guevara durante su misión en Angola. «No llore, Mamani, no llore», le dijo Friman. «Las derrotas, a veces, con el tiempo se convierten en victorias», agregó. «Cuando el Che y su escuadrón de cubanos perdieron, todos pensamos que sería un fracaso. Pero sus ideas siguieron y muchos africanos quisieron imitarlo: unos años después, lograríamos la emancipación. Con Maradona y su escuadra argentina pasará lo mismo: serán muchos los que sigan su visión revolucionaría del fútbol», le explicó sabiamente.

Al día siguiente leí a Mario Wainfeld, en Página/12, y logré comprender un poco más. Wainfeld comenzó renegando «de esos hinchas sin sangre ni capacidad de sufrimiento» que en cuestión de segundos abandonan las lágrimas y ensayan sonrisas y saltitos emocionados apenas son presas de las cámaras de televisión. «La cámara recorre los rostros de los hinchas de un equipo eliminado, contritos, con llanto. De pronto, los ciudadanos-mediáticos se ven reflejados en las pantallas, se recomponen, sonríen, saludan. Truecan, cual fenicios, su noble padecer por un instante de fama». Cuánto parecido con los personajes que plenan cierta plaza de Las Mercedes o los espacios de ciertos centros comerciales del este de Caracas. No obstante, sigue Wainfeld, «los hinchas argentinos no recayeron en esa debilidad de carácter. La derrota… es un trance de duelo».

Me gustó su comparación entre el juego realizado por Argentina y un célebre evento boxístico: abajo en el marcador desde muy temprano, la albiceleste decidió irse al ataque, aunque esto significara relajar sus líneas defensivas, sin nada que perder, con la vergüenza suficiente como para no ceder a la tentación de administrar la derrota, como sólo juegan los grandes equipos. «Al cronista le recordó la pelea de Ringo Bonavena contra Cassius Clay. Bonavena, un boxeador discreto pero valiente, le sostuvo quince rounds al enorme Mohamed Alí. En el último, el negro lo tiró; tres caídas determinaban knock out técnico. En vez de escurrirse, de abrazarlo, Bonavena seguía yendo a buscarlo…, cayó tres veces nomás. Y quedó ídolo para siempre». Acá le llamamos a eso morir con las botas puestas.

Por todo lo hecho, por todo lo visto, por todo lo demostrado, Wainfeld concluyó: «En esta hora transida, con la sensibilidad a flor de piel, corresponde aplaudir de pie a los jugadores y a Diego, que pusieron lo mejor de sí, ganando y perdiendo con buenas artes, sin fingir, sin llorar, sin arrugar». Así legó Wainfeld unas líneas para enseñarle al que lo desee aprender el arte de la derrota en buena lid.

Pero no fue sino hasta toparme con un maravilloso texto de Jorge Giles, que tuve la fortuna de leer gracias a Carola Chávez, cuando supe que había terminado de armar el rompecabezas. Lo que hizo Giles fue describir el ambiente que rodeó el recibimiento de la selección argentina en Ezeiza, la noche del domingo 4 de julio: «No había sabor a derrota en el aire. Tampoco a un triunfalismo estéril. Había alegría y orgullo de sentirse argentino, de tenerlo al Diego, de saber que ‘volveremos’ como cantan una y mil veces las voces del pueblo». Imposible no reconocerse en aquella atmósfera. Volvió, volvió, volvió, volvió. «Ya pasará. Nada es para siempre. Lo saben los humildes de toda humildad. Los que se toman revancha sólo en la alegría compartida. Nunca con el odio ni el revanchismo de clase de los poderosos. Ese odio que se traduce hoy en la inocultable satisfacción de algunos medios del monopolio porque perdimos en Sudáfrica. En cada nota y en cada título tiraron sal sobre la herida de un pueblo, no de un gobierno. Tamaño despropósito les costará más olvidos de los que ya vienen sufriendo. Este pueblo es agradecido con los que se juegan por él y es por eso que abrazan con sus gestos y canciones a Diego Armando Maradona y a todos sus muchachos hoy más que nunca. Porque se sienten parte de él, lloran con él, sufren con él, caen con él, ríen con él. Por eso no sorprende la multitud en Ezeiza. Es ese sentimiento popular el que no están en condiciones de medir ni detectar ni elaborar los adversarios del pueblo. Los escribas y lenguaraces del monopolio ni siquiera registran que este pueblo cuidó el fuego y el rescoldo en la peor de sus noches dictatoriales y aun así no se supo dar nunca por vencido. ¿A nosotros nos van a contar lo que es derrota?».

Todo resumido en un par de frases: «Los que se toman revancha sólo en la alegría compartida. Nunca con el odio ni el revanchismo de clase de los poderosos». El tipo de odio que destila el infeliz de Roberto Giusti el martes 6 de julio: «No voy a decir donde estaba el sábado pasado, cuando el árbitro pitó el final de la humillante derrota argentina ante la escuadra teutona, pero sí que me sorprendió la tumultuosa y enconada celebración de unos espectadores habitualmente serenos, no tanto por el triunfo de los alemanes… sino por el feroz puntapié que dejó completamente magullado y maltrecho el insufrible ego de Maradona. Confieso que más allá del asombro compartí, parcialmente, esa maligna alegría con la cual quedaba refrendada la certeza según la cual el fútbol también está contaminado por la política».

Según Giusti, «que Chávez expresara sus simpatías por albicelestes y canarinhos… llevó a buena parte de ‘la afición’ nacional a brincar sobre una pata y también sobre las dos por los estruendosos fracasos de Dunga y el Diego. El rompimiento de la obligatoria simpatía venezolana por los equipos suramericanos tiene razones políticas de peso y ya se sabe cómo la llegada a la selección argentina de Maradona, un técnico mediocre, inexperto, improvisado, caprichoso indisciplinado y desconocedor de las estrategias del juego, fue orquestada por los esposos K… Lo siento por los jugadores, quienes se dieron íntegros en la cancha y por los aficionados argentinos, todos burlados en su buena fe, pero lo celebro porque un gobierno retrechero y corrupto se metió un autogol que puede cambiar la suerte de un gran país y no me refiero únicamente al de los esposos K, sino al de aquél que, apenas comenzando el mundial, felicitó al ‘Camarada Maradona‘ por su triunfo ante Nigeria».

Como podría decirlo el mismo Giles, por eso es que están condenados, Giusti y los suyos, a padecer infinitamente el olvido popular. Porque este pueblo es agradecido con los que se la juegan con él. Jamás se sentirá parte de la clase de hombres que encarna Giusti, no llorará por ellos, ni sufrirá por ellos ni caerá por ellos y mucho menos reirá con ellos. Lo saben, y por eso no les queda otro recurso que la desvergüenza y el patetismo de su «maligna alegría», que nunca ha podido llamarse mejor. Eternos adversarios del pueblo, jamás serán capaces de medir ni detectar ni elaborar un sentimiento popular que les es absolutamente ajeno.

Pero tratemos de entender: con Giusti y todos los suyos, sucede lo contrario de lo que enseñaba el viejo Friman a Mamani: que las victorias, a veces, con el tiempo se convierten en derrotas. A través de ellos se expresa un inocultable sentimiento de amarga derrota y el más hosco resentimiento de clase, por más que intenten disimularlos brincando sobre sus patas. Su actitud equivale a una singular variante de los «ciudadanos-mediáticos» de los que nos hablaba Wainfeld: frente a las cámaras – y en los diarios – dan saltitos, saludan y se mofan de la derrota ajena. Fuera de cámaras, el insoportable padecimiento de la propia derrota.

¿Nos van a venir a hablar de derrotas? Giusti, esto va contigo y con todos los tuyos, hace años que intentamos explicárselos, pero no han entendido nada: hace años que este pueblo saborea la victoria.

Gracias, camarada Maradona, por existir.

Suráfrica 2010: La imagen de la derrota


Como creyéndose asistidos por una mano divina, tal vez jurando por este puñado de cruces que acababan de marcar el gol del siglo, a minutos apenas del pitazo final, mientras veíamos al Diego abrazando a los suyos y celebrábamos su sonrisa victoriosa y los cuatro goles como si fueran los nuestros y todo el pueblo cantó ¡Maradó, Maradó! y llevó alegría en el pueblo, El Universal decidió que era el momento oportuno para predicar la palabra o, dicho en lenguaje periodístico, dar el tubazo: Rechazo a Chávez en el Argentina-Corea del Sur.

Justo a las 9:08 de la mañana, cual borracho impertinente que le baja el volumen a la música cuando la fiesta está en su mejor momento, en un desesperado y patético intento por llamar la atención. En realidad, la insulsa nota no dice nada, y más parece una larga leyenda de una fotografía de baja calidad que pretende servir de testimonio del rechazo universal contra el zambo: «Hasta en Sudáfrica, hay manifestaciones contra Chávez». Cuando es poco lo que hay que decir, hasta los signos de puntuación sobran.

El exagerado acercamiento hace que la imagen parezca fuera de todo contexto, y aún cuando puede ser perfectamente cierto que haya contaminado visualmente el Soccer City de Johanesburgo, le falta toda la gente que sin embargo sobra en un Mundial de fútbol. Tal cual el antichavismo, al que le falta toda la gente que le sobra a una democracia. La circunstancia hace de ella una imagen lánguida, triste y vacía que, como en la canción, parece más un llanto de amargura.

Lo que los megalómanos de El Universal desconocen es que Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, se encuentra en Suráfrica para participar en el Anti-Mundial. Sus andanzas e impresiones pueden leerse, día a día, en Verboamérica, y también en Crónicas Sudafricanas. Un par de joyas del periodismo deportivo under y antisistema, un ejercicio de genio y virtuosismo narrativo como no se había visto en mucho tiempo.

Luego de la victoria ante Corea del Sur, Giorgio Mamani ha celebrado el abrazo del Diego a Demichelis, según relata Verboamérica:

«‘Ese gesto promueve la opción por los pobres’, explica Mamani a quien quiera oírlo.

Esa es la imagen de la verdadera victoria: los medios no la repiten esa toma porque saben lo que quiere decir: es metáfora antisistema‘, reclama con su vigor.

Al finalizar el partido, el DT podría haber ido a abrazarse con Messi: el rey y su heredero. Maradona podría haber ido a colgarse de Higuaín sugiriendo que las viejas victorias se reviven en las nuevas figuras.

Pero no: Diego – con su enorme talento semiótico – fue a abrazar a Demichelis, al que erró. Y lo hace con todas sus fuerzas para fundirse durante varios segundos; muchos más que al resto. Es un dios, barbado y comprensivo, abrazando al ángel caído, al expulsado del altar del exitismo, al que falló y merece nuevas oportunidades.

Lo hace porque Diego sabe lo que es equivocarse‘, sostuvo Mamani.

Fijate lo que dijo en la conferencia pospartido: salimos fuertes porque un compañero había errado… el afecto es de agradecimiento… consensuamos… no ponemos una multa… hasta le pidió perdón a Platini‘, explica Mamani remarcando las condiciones como conductor de Maradona.

Eso se me gusta de Diego: es un ganador que quiere e incluye a los perdedores’, insiste ante los que sólo quieren alegrarse por los goles. ‘Esa es la vía argentina a la victoria‘, repite».

Pero Verboamérica no ha contado toda la historia. Tampoco lo ha hecho Crónicas Sudafricanas. Giorgio Mamani, el último futbolista combativo, ha encontrado tiempo para seguirle la pista a los antichavistas de la lánguida pancarta. Los ha visto salir del Soccer City apesadumbrados, sin poder disimular la vergüenza y mucho menos las lágrimas rodando por sus mejillas. «No le hinchaban a los surcoreanos, hinchaban contra Maradona», nos cuenta. «Todo por su simpatía con Chávez. ¿Sabés que es triste? Llorar por la victoria de los otros, aunque los derrotados no sean los tuyos», explica. «Esa es la vía antichavista a la derrota», sentencia, antes de despedirse.

Si como dice Mamani, el abrazo de Maradona a Demichelis «es la imagen de la verdadera victoria», la triste y vacía pancarta antichavista es la imagen de la verdadera derrota.

¿Otra vez Calle 13?


¿A qué misteriosas razones obedecerá el silencio casi total en torno a una nueva e inminente presentación en Venezuela del grupo boricua Calle 13? ¿Coletazos de la agria polémica desatada a propósito de su más reciente concierto en Caracas? ¿Será porque hay cosas mucho más importantes de las que ocuparse: sentarnos a esperar que se produzca el Apocalipsis eléctrico, que el calor termine de sofocarnos, que la calima termine de asfixiarnos, que un tsunami borre al Litoral Central del mapa, que la economía termine de derrumbarse, que el gobierno termine de prohibir el acceso a Internet, que algún día se hagan realidad los rumores de asesinato contra funcionarios chavistas? ¿Será que acaso en este desgraciado y miserable país hay algún motivo para celebrar o para medio esbozar una medio sonrisa? ¡1 a 1 contra Corea del Norte! ¿Será que a esto se le puede llamar un país? ¡Hasta cuándo el desempleo! ¡Hasta cuándo las expropiaciones! ¡Hasta cuándo el desabastecimiento! ¡Hasta cuándo el tráfico! ¡Hasta cuándo Chávez! ¡Hasta cuándo! ¡1 a 1 contra Corea del Norte! ¿Para cuándo el terremoto en Caracas? ¡Hasta cuándo!

Un tal Peter Capusotto parodia a los medios privados argentinos… ¿o venezolanos?

Peter Capusotto sigue con la parodia. ¡Como si todos esos problemas no fueran reales!

¡Maldito Capusotto, eres un maldito montonero chavista! ¡Arrrrrrrgggggggghhhhhhhhh!

¿O será más bien que es mentira, que Calle 13 no vuelve a Venezuela? Lo curioso es que se trata de información oficial, suministrada por el propio René Pérez, alias Residente: el sábado 20 de marzo en Maracay, Venezuela; el 23 de marzo en Cuba y el 25 de marzo en Miami. Los corresponsales de este blog en Maracay informan que la agrupación se presentará en el marco de la Feria de San José 2010. El lugar: Parque de Ferias de San Jacinto. La entrada cuesta 50 bolos.

¿Por qué un diario como El Universal, por citar sólo uno, informa del concierto en Cuba pero no dice nada sobre la presentación en Venezuela? No es una pregunta retórica, y paso a responderla de inmediato.

Este silencio obedece a una interpretación equivocada o a la falta de tino a la hora de asimilar el mensaje contenido en la letra de cierta canción clave en la trayectoria musical de Calle 13. Se trata, como ya sospecharán los entendidos, de Atrévete Te-Te, incluida en el primer disco de la banda (Calle 13, 2005).

Rechazada por los biempensantes mientras causaba furor en los barrios, desde el principio se le interpretó como una canción cuya letra hacía alarde de la misoginia, porque concebía a la mujer como mero objeto sexual. Lo cierto es que la canción va dirigida contra el sifrinaje femenino que, adoptando pose de intelectual, profiere anatemas contra todo reguetón por vulgar y ordinario. Porque se baila pegao y sudao. Sifrinaje que queda retratado en la pista (número 9) que antecede a Atrévete Te-Te. Se llama La comemielda (Intel-Lú), y dice así (voz de sifrina escandalizada):

«Ay no, yo no escucho reguetón, ese ritmo es de lo último. Yo lo que escucho es Ricky Martin, Chayanne, David Bisbal. Yo escucho a los lindos, pues, a los ritmos finos. Yo no escucho esa porquería tan ordinaria… y vulgar. Porque lo que hacen es hablar pura paja, y además de eso se baila ahí pegao, todo sudao. Ay no, no, no, no, qué va, eso no va conmigo mi amor».

La comemielda (Intel-Lú). Calle 13.

De hecho, es muy poco el esfuerzo que hay que hacer para entender que Atrévete Te-Te envía un mensaje al sifrinaje de todo tipo, a la intelectualidad sifrina, presuntuosa y arrogante que milita en el asco por los ritmos populares, aunque su cuerpo le suplique dejarse de tanta pendejada y militancia fanática, y le exija que al menos por una vez se decida a mover la cintura.

Eso es lo que transmite Calle 13 cuando el Residente habla, transcurridos poco más de treinta segundos de canción:

«Cambia esa cara de seria
esa cara de intelectual, de enciclopedia
que te voy a inyectar con la bacteria
pa que des vuelta como machina de feria.
Señorita intelectual, ya sé que tienes
el área abdominal que va a explotar
como fiesta patronal, que va a explotar
como palestino.
Yo sé que a ti te gusta el pop rock latino
pero es que el reguetón se te mete por los intestinos
por debajo de la falda como un submarino
y te saca lo de indio taino».

Atrévete Te-Te. Calle 13.

En 2006, como se recordará, las mentes brillantes que conducían la campaña electoral de Manuel Rosales creyeron haber encontrado en la canción de Calle 13 la gallina de los huevos de oro. Estamos listos: le metemos reguetón a la campaña y el pueblo se va a volcar en masa a votar contra Chávez. La versionaron no una, sino hasta dos veces, pero teniendo la oportunidad de dar en el clavo, lo que se dieron fue un tremendo martillazo en la mano. Sólo basta escucharlas de nuevo, sobre todo deteniéndose a la altura del fragmento citado arriba, para entender el porqué del fracaso:

«Cambia esa cara de serio,
esa cara de intelectual, de enciclopedia,
se acabó la delincuencia y la miseria
con Un Nuevo Tiempo, expertos en la materia.
Señorita por qué está mal,
dése cuenta que su país puede cambiar,
ha llegado aquí la gente que la va a ayudar,
con Manuel Rosales lo vamos a lograr.
Ya tú sabes que todos somos hermanos
por qué no sales pa la calle y nos damos la mano
estoy seguro que juntos sí lo logramos
y te prometo a Venezuela la cambiamos».

El ¡Atrévete! de Manuel Rosales, versión 1.

«Manuel Rosales te enseña
que la prioridad principal es el país de Venezuela
mira que él quiere acabar con la pobreza
para que así el hambre desaparezca.
Es un hombre intelectual,
con fe, con trabajo y con humildad,
les va a enseñar que sí se puede cambiar,
les va a enseñar que si nos unimos
con mucha fuerza y con trabajo es el camino,
y alcanzar la libertad ese es nuestro destino,
el pueblo merece tener su amigo,
es Manuel el que quiere cambiar el ritmo».

El ¡Atrévete! de Manuel Rosales, versión 2.

Más allá del mal chiste que implica presentar a Manuel Rosales como «un hombre intelectual» que tendría algo que enseñarnos «con fe, con trabajo y con humildad», ¿cómo van a meter de contrabando, en una canción concebida originalmente contra el sifrinaje intelectual, una vulgar apología a unos supuestos «expertos en la materia», que para colmo estarían encarnados en ese heredero de Acción Democrática que es Un Nuevo Tiempo?

¿Esos «expertos en la materia», encabezados por «un hombre intelectual» como Manuel Rosales, eran los que iban a solucionar los problemas en «el país de Venezuela»? Carajo, no entendieron pero lo que se llama nada. Ni los podían solucionar en 2006 ni los podrían solucionar ahora. ¿Por qué? Sencillo: porque esos fulanos «expertos en la materia», con toda su fraseología gerencial, sifrina e intelectualosa – ayer los Chicago Boys y hoy encarnados sobre todo en los muchachos bien de Primero Justicia, incluidos los que ya han emigrado de ese partido – son profunda, decidida, encarnizada y radicalmente antipopulares.

Uno casi que se los puede imaginar hablando, tras de cámaras: Ay no, yo no escucho al pueblo chavista, esa gente es de lo último. Yo lo que escucho es a la sociedad civil. Yo escucho a los lindos, pues, a la gente fina. Yo no escucho esa porquería tan ordinaria… y vulgar. Porque lo que hacen es hablar pura paja, y además de eso bailan ahí pegao, todos sudaos. Ay no, no, no, no, qué va, eso no va conmigo mi amor.

Son los mismos que hoy están ligando que lleguen los tiempos del Apocalipsis eléctrico para volver a repetir: Se los dijimos. Éste es un problema de mala gestión de gobierno. Igual que el calor y la calima. Llevamos tiempo diciéndoles que este país sólo puede ser salvado por los gerentes y por los expertos, por los que realmente saben gobernar.

¿Gobernar para quiénes?

Esta pregunta, y otras similares, son más que pertinentes, sobre todo para los que creemos que la única opción es un buen gobierno popular. Porque, después de todo, de eso se trata: de buen gobierno popular. De pueblo gobernando, que no es lo mismo que la burocracia gobernando en nombre del pueblo.

Otra versión de la misma canción de Calle 13, hecha por el grupo chileno Subverso, aporta algunas pistas:

«Cambia esa cara de sumiso
esa cara de dirigente sindical indeciso
que con mi hechizo te vamo a transformar
de rapero marginal en guerrero chorizo.
Y mi gente de población ya sé que está mal
porque el cabrón del patrón los va a explotar
como mina de carbón, los va a explotar
como tienda mall.
Yo sé que a ti te gusta el hip hop español
pero este rap con cumbia se vacila mucho mejor
se te mete en la conciencia pa que luches
y te saca lo de pueblo mapuche».

Atrévete (ponte rebelde). Subverso.

Un buen gobierno popular es un gobierno con la suficiente disposición para cambiar la cara de intelectual, de enciclopedia, que es la cara propia de los expertos que mal gobernaron este país en nombre de la democracia. Es un gobierno dispuesto a que los ritmos del pueblo se le metan por los intestinos, hasta que le saquen lo de zambo guerrero y lo de indio caribe. Pero eso no es suficiente. Un buen gobierno popular sólo será posible si, haciéndole honor a nuestra tradición caribe, le hacemos frente a quienes nos quieren sumisos e indecisos.

La clave está en atreverse.

Una pregunta retórica y una respuesta inesperada


Dame una reina pepeada.

Para El Universal, «su opinión cuenta». Por eso, y desde hace un buen tiempo, la página web del diario incluye una sección en la que formula preguntas para que los lectores opinen sobre diversos temas. Pronto, usted descubre que no es «su» opinión la que cuenta, sino la opinión de los lectores de El Universal. Pero llegados a este punto, aún falta por descubrir.

El meollo del asunto es que la opinión del lector promedio del diario – que se asume como el criterio de valoración universal – es realmente la opinión del diario: El Universal interroga a sus lectores para obtener las respuestas que desea ver reflejadas en su página, y sus lectores responden complacidos lo que sus interrogadores desean leer. Tú sabes, cosas de la interactividad y la libertad de expresión.

Póngase como ejemplo una de las preguntas más recientes: «A su juicio, ¿es necesario en el país areperas socialistas como la inaugurada por el presidente Hugo Chávez en Parque Central?«.

Pregúntese usted mismo: ¿cómo reaccionará el lector promedio del diario ante semejante interpelación? No hay duda alguna: no se trata más que de una pregunta retórica, una pregunta que no interroga, sino que transmite una opinión, una visión del mundo – una crítica velada, un prejuicio de clase.

He aquí la singular paradoja: no es la opinión del lector la que cuenta, sino la opinión – o la «información» – que transmite El Universal a través de sus preguntas retóricas. Son tan obvias las respuestas que los lectores son casi prescindibles. Si todavía cumplen alguna función, ésta no es otra que ofrecer la respuesta que de ellos se espera. Así, quienes se supone tendrían que ser el factor fundamental de la ecuación, la fuente de la información, no pasan de ser un detalle pintoresco.

De manera que aventurarse en esos terrenos sirve a los curiosos – como es mi caso – nada más que para tantear el clima de opinión entre el antichavismo consuetudinario – si es que realmente cabe la distinción entre la posición tradicionalmente de derechas de El Universal y la virulenta oposición que actualmente practica su par más «progre», El Nacional. Dicho de otra forma: si usted quiere saber qué nuevas fronteras del entendimiento ha cruzado el antichavismo centenario, si le interesa identificar la eficacia de las consignas puestas a rodar por la máquina propagandística opositora, si le provocó reírse un rato, diríjase a la sección «Su opinión cuenta».

Volviendo al ejemplo, ¿qué gracia tiene saber que para El Universal las areperas socialistas son absoluta e indefectiblemente innecesarias? Ninguna. La gracia reside, pues, en el detalle pintoresco: en las ocurrencias de sus bien alimentados y bien formados lectores.

Causa gracia intentar desentrañar la lógica argumentativa de los lectores que establecen una relación entre la «regaladera descarada» a Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua o Argentina, y la misma «regaladera descarada» al pueblo. Alguien opina que esto se parece al «comunismo del siglo 19» y otra persona advierte que esto se lo llevó quien lo trajo, que «esto es el camino para la África del siglo XVIII, con su estructura tribal». Otra persona razona, con lógica inextricable: «En el país no necesitamos arepas socialistas, lo que necesitamos es un gobierno capaz de luchar contra la altísima inflación que tenemos en Venezuela». Traduzco: en Venezuela no necesitamos arepas socialistas, lo que necesitamos es arepas baratas. Otra persona cree ser capaz de establecer cierto paralelismo con Cuba: «Allí ve uno a la gente borracha… y… piensa que tienen dinero para comprar alcohol, pero no, el gobierno da gratis el alcohol de caña, para mantener al pueblo adormecido».

En fin, debo admitirlo: hasta aquí, sólo más de lo mismo. Ningún dato nuevo que procesar. Nada que merezca – realmente – mención aparte.

Pero entonces aconteció lo inesperado: como una aparición en el mundo de los vivos, como una extravagancia, un accidente. Como una luciérnaga tasajeando la noche, como un árbol frondoso en medio del desierto. Como un aguacero en verano, como reina pepeada a cinco bolos en una arepera de Las Mercedes.

Sucedió que vino alguien a subvertir la implacable lógica de las preguntas retóricas, poniéndola patas arriba, desnudándola, desbaratándola. Lo hizo un tal Jhosmann Fuentes, el pasado 28 de diciembre, a las 8:38 de la mañana. Y lo hizo así:

«Ésta me parece una de las mejores preguntas que se han hecho en este diario. En ese sentido, ya que he visto algunas opiniones que hacen un enorme aporte a la solución de los gravísimos problemas que padece este país, quiero aprovechar esta oportunidad para hacer el mío, que reconozco es el más humilde de todos. Así pues, creo que en lugar de estas areperas socialistas, que a todas luces no contribuyen en nada al desarrollo de la nación, más allá de ser una opción para que un reducidísimo número de personas consigan comprar a bajo precio este producto que muy poca gente consume en las mañanas, escasamente al mediodía y casi nada en las noches, el gobierno debería promover que en cada calle de Venezuela haya un McDonald’s, un Wendy’s, un Burguer King, y de todas aquellas cadenas de comida chatarra que se conocen en el mundo. Eso sí es progreso».

Como escribió la misma persona que nos comparó, espantada y escandalizada, con el África del siglo XVIII: «Qué atraso, qué insolencia y qué descaro».

El chavismo y la segunda oleada


(Este artículo lo terminé de escribir hace ya casi tres meses, exactamente el 7 de septiembre, a pedido de los compañeros de la revista SIC, de la Fundación Centro Gumilla. Fue publicado en el número 718 , de septiembre-octubre de 2009, consagrado al tema: Socialismo a la venezolana.

Lo comparto con ustedes en ocasión de celebrarse hoy elecciones presidenciales en Uruguay y Honduras. En un caso, decidirá la participación popular masiva; en el otro, la abstención militante.

Se viene la segunda oleada).

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Tendríamos que comenzar por abandonar esa idea, tan seductora como ingenua, según la cual la construcción del socialismo es una carrera de cien metros planos que nosotros corremos como Usain Bolt. O una pelea por el título peso ligero que sentenciamos a nuestro favor en el décimo round. El problema con las revoluciones es que la carrera nunca acaba, la pelea nunca termina: podemos ser capaces, incluso, de propinar más de un nocaut fulminante, y aún así siempre tendremos en frente a un nuevo contendor.

Usain Bolt: cabalgando
Dicho lo anterior, es indudable que lo que resulta fascinante y alentador del actual momento histórico es que la pelea por el título se libra en toda América: en el transcurso de la última década, las fuerzas de izquierda han logrado propinar algunos nocauts, llegando incluso a coronar a varios de los suyos en la silla presidencial. En el caso venezolano, el defensor del título fue a dar a la lona, durante cuarenta y siete horas, y un gigantesco levantamiento popular y militar lo devolvió al ring, con la fuerza que es capaz de inspirar un aliento colectivo de tal naturaleza. Hay de todo: en países como Bolivia el intercambio de ganchos de izquierda y derechazos a la mandíbula inspiró la célebre frase del contrincante narrador: atravesamos por una etapa de «empate catastrófico»; en Ecuador, el defensor se da el lujo de corretear por el cuadrilátero, mientras su contrincante recibe conteo de protección; en Paraguay recibe una lluvia de insultos, acusaciones y dos, tres, cuatro, cinco golpes de puñalada; en Brasil, Argentina, Uruguay o Chile, cada cual con su estilo, propina algún izquierdazo contundente, pero inmediatamente se abraza con su rival, bien sea por agotamiento o por no disponer de mucha voluntad para encarar la pelea; en Colombia o Perú, los retadores de izquierda deben aguantar una andanada de golpes ilegales: por debajo de la cintura, por la nuca, patadas, tropezones, masacres y persecuciones.
Con sus profundas diferencias, sus indudables semejanzas, sus ritmos dispares y diversos estilos, el cambio de rumbo político continental es de tal manera inocultable que hasta los comentadores y analistas de la derecha han debido reconocer que en América se ha producido lo que todos reconocen como un giro a la izquierda. Rendidos ante la evidencia, a la media oligárquica y a sus mentores intelectuales no les ha quedado de otra que poner el acento en aquellas diferencias, distinguiendo entre una izquierda vegetariana, responsable, moderada y moderna y otra carnívora, malhablada, vulgar, expansionista, radical y decimonónica. El propósito es tan evidente que raya en lo vulgar: detrás de la muy decimonónica práctica que consiste en distinguir entre civilización y barbarie, lo que aparece es el esfuerzo por obstaculizar la unidad de propósitos.
El asunto se complica aún más cuando el mentado giro a la izquierda es utilizado por cierta intelectualidad progre, renuente a profundizar en la complejidad, el significado y el alcance del acontecimiento, como pretexto para no hacer lo que sin embargo estaría obligada a hacer: examinar con el rigor suficiente tanto los puntos de encuentro como los de desencuentro, las particularidades tanto como las generalidades, los flancos débiles tanto como los fuertes. En resumen: aquello que nos une y por tanto nos hace fuertes, tanto como aquello que nos amenaza y pone en riesgo la necesaria unidad. ¿El mayor riesgo en lo inmediato? Que el fulano giro a la izquierda se desvanezca en la próxima esquina, que desaprovechemos la oportunidad histórica de convertir el tal giro en camino y obliguemos a las generaciones futuras a tomar el testigo en una carrera cuya meta es el despeñadero.
Celebrar este giro a la izquierda con aire triunfalista, como prueba irrefutable de que de ahora en adelante los pueblos acumularán una victoria tras otra es, cuando menos, irresponsable. Muy por el contrario. La noticia es ésta: Usain Bolt tiene que comenzar a asimilar que lo que nos viene es un maratón. Ni siquiera Julio César Chávez ni Mano e Piedra Durán ganaron todas sus peleas. Planteado menos deportivamente: tarde o temprano habremos de sufrir alguna derrota. O cuatro. Muy difícil, casi imposible preverlo con exactitud: cuándo, cuántas. ¿Las causas? Pueden ser muchas, asociadas unas con otras, simultáneas: acumulación de errores internos, cambio drástico de la correlación de fuerzas, incapacidad para demoler el viejo Estado o para transformar las relaciones sociales y económicas, freno al proceso de radicalización democrática, repetición de viejos errores del socialismo burocrático. También: desestabilización con apoyo externo, corrupción de funcionarios, atentados, infiltración de fuerzas paramilitares, golpe de Estado, magnicidio, invasión.
Sin excepción, cada una de estas eventuales causas o escenarios reales están planteados o están en pleno desarrollo. Insisto: de manera simultánea, aunque como es obvio la situación varía según sea el caso. En algunos casos es posible que el proceso de cambios se vea detenido, así sea temporalmente, concluido el período del mandato presidencial, dada la inexistencia de una figura capaz de aglutinar el apoyo suficiente para triunfar en elecciones democráticas y con ello garantizar la continuidad del proyecto. Asestadas estas derrotas, ellas implicarán un freno o incluso un retroceso del proceso de cambios continental. Tendrá lugar entonces una feroz campaña propagandística y los ideólogos de la democracia liberal – y de otras formas menos santas de gobierno – cantarán sobre el inicio del fin del giro a la izquierda. Eso escríbanlo.
El golpe de Estado en Honduras ha sido una avanzada de esta contraofensiva continental. Como bien lo ha sabido interpretar Isabel Rauber en un artículo excepcional: «No es la vuelta al pasado, no hay que equivocarse: es el anuncio de los nuevos procedimientos de la derecha impotente. El neo-golpismo es ‘democrático’ y ‘constitucional’. Honduras anuncia por tanto la apertura de una nueva era: la de los ‘golpes constitucionales'». Con el derrocamiento de Zelaya, la derecha continental no sólo ha infligido un golpe a la Unasur, sino que lo ha hecho ensayando una nueva modalidad que no tardará en replicarse en otros países de América, allí donde modalidades más impresentables no tengan, por los momentos, posibilidades de éxito.

Pero este inicio del fin del giro a la izquierda estará muy lejos de significar lo que, sin embargo, proclamarán a los cuatro vientos los ideólogos del status quo: el fin de la era de los pueblos en rebeldía y un despertar de la borrachera democrática e igualitarista que sacudió, en mala hora, a la América toda. En medio del triunfalismo de la derecha – que, la historia así lo enseña, es mala perdedora y peor ganadora – lo que volverá a emerger, lo ha planteado también Rauber, es «una cuestión política de fondo: los procesos sociales de cambio solo pueden ser tales, si se construyen articulados a las fuerzas sociales, culturales y políticas que apuestan al cambio y generan el consenso social necesario para llevarlo adelante. Y esto solo puede realizarse desde abajo, cotidianamente, en todos los ámbitos del quehacer social y político: en lo institucional y en la sociedad toda. Un empeño político y social de esta naturaleza, no se alcanza espontáneamente. No basta con que un mandatario tenga una propuesta política que considere justa o de interés para su pueblo; es vital que el pueblo, los sectores y actores sociales y políticos sean parte de la misma, que hayan participado en su definición, que se hayan apropiado de ella».

Así, luego de este retroceso temporal del proceso de cambios revolucionarios a escala continental, sobrevendrá una segunda oleada democrática y revolucionaria, impulsada por los movimientos populares que en esta etapa, en mayor o menor grado según el país del que se trate, han sido mantenidos al margen por gobiernos que, a pesar de todo, se autodefinen como populares. Diagnóstico que vale, en particular, para los casos argentino y brasileño, pero del que no escapa Venezuela ni ningún otro país gobernando por la izquierda. Esta segunda oleada será acompañada por aquellos procesos que supieron aprender a tiempo la lección más importante, y cuyo desconocimiento constituye nuestra principal amenaza: la revolución la hacen los pueblos, no minorías iluminadas.

De allí que una de nuestras principales tareas consista en saber interpretar el carácter y la naturaleza bravía, potente y revolucionaria del chavismo, entendido como movimiento popular que aglutina tradiciones y saberes, estéticas y sensibilidades, que plantea demandas y formula propuestas. Mal haríamos relegándolo al papel de espectador en la pelea, ese cuya participación se limita a lanzar vítores a su gallo. Mal haríamos al pretender domeñar o contener la potencia de un movimiento que, cuando es necesario, corre como Usain Bolt y pega como Edwin Valero.
Edwin Valero: fulminante

Encuesta: Venezuela es el país que menos confía en los medios


Según un tal Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad 2009, que realiza un tal Consorcio Iberoamericano de Investigaciones de Mercados y Asesoramiento, los noticieros de televisión venezolanos son los más impopulares de toda América. Sólo el 36% de los consultados manifestó tenerles confianza, un porcentaje que es significativamente menor a la media latinoamericana, que se ubica en 52%. República Dominicana mostró el mayor nivel de confianza, con un 73%, seguida de Puerto Rico y Paraguay, con 64% y 60% respectivamente.

La prensa venezolana tampoco sale muy bien parada: sólo el 42% de los interrogados les expresó su confianza, cifra igualmente por debajo de la media (46%), y que ubica a Venezuela en el puesto 13 de los 20 países en los que se formuló esta pregunta. Nuevamente República Dominicana se alzó con el primer lugar, con un 66% de confianza, mientras que Colombia, Paraguay y Bolivia acumularon un 53%. Caso curioso el dominicano, definitivamente.

Algunos otros datos dignos de mención:

– Venezuela es el país con la imagen más negativa del Fondo Monetario Internacional (apenas 23% de aprobación, cuando la media latinoamericana es de 40%). ¡Nicaragua! y México son los países con la imagen más positiva: 59%. En Argentina no se consultó sobre el particular.

– En Venezuela se tiene la imagen más negativa de Estados Unidos: sólo 22% de aprobación, siendo la media latinoamericana un 43%. Tienen la imagen más positiva: Puerto Rico (83%), los latinos estadounidenses (79%) y El Salvador junto con República Dominicana (68%). La encuesta no incluye la pregunta que indague sobre la imagen de Venezuela en el resto de América. No logro entender por qué.

– Ante la pregunta: «¿Usted considera que el mundo va por buen camino o por mal camino?», los países que respondieron con mayor optimismo fueron: Paraguay (36% por buen camino), Venezuela (33%) y Brasil (29%), los tres por encima de la media latinoamericana, de apenas 23%.

Volviendo a los medios venezolanos, he aquí la explicación sencilla y llana del porqué de tanta impopularidad, desconfianza o poca credibilidad: enterados de los resultados del fulano Barómetro Iberoamericano en su versión 2009, esto fue lo único que divulgaron:

El Universal: Sondeo ubica a Obama como el preferido de latinoamericanos y a Chávez de último.


Globovisión: Obama es el preferido de latinoamericanos; Chávez en último lugar según encuesta.

Y la nota (de AFP) fue difundida justo en la víspera de la V Cumbre de las Américas. Vaya casualidad.

Pero vale la pena detenerse en éste, el único aspecto en el que se detuvieron esos homenajes a la verdad y el equilibrio que son los medios opositores. Ciertamente, el Barómetro incluye una segunda parte dedicada exclusivamente al «desempeño e imagen internacional de dieciséis líderes de la región». Obama aparece, efectivamente, en primer lugar, con un 70% de simpatía, seguido de Lula (58,9%), Juan Carlos (54,7%), Zapatero (50%), Bachelet (48,9%), Calderón (48,6%), Uribe (47,8%), Cristina Fernández de K (44,8%), Leonel Fernández (37,9%), ¡Alan García! (37,9%), Tabaré (37,2%), Correa (36,2%), Daniel Ortega (33,5%), Evo Morales (31,7%), Raúl Castro (29,1%) y Chávez detrás de la ambulancia, con 28,1%.

Hay otros detalles que tampoco logro entender: la encuesta fue realizada también en El Salvador, Panamá, Costa Rica, Honduras, Paraguay y Guatemala, y sin embargo los líderes de estos países no fueron considerados en la consulta. No fue realizada en España, pero dos líderes españoles fueron incluidos: Zapatero y Juan Carlos. En el caso de Puerto Rico, debemos sobrentender que su líder es Obama.

Esto es como decir: si mañana tuviera lugar una elección para elegir al Presidente de Latinoamérica, salvadoreños, panameños, costarricenses, hondureños, paraguayos y guatemaltecos votarían, pero no postularían candidatos. Caso similar a los cubanos, los españoles no votarían, pero podrían postular a dos candidatos, esto suponiendo que Juan Carlos aceptara someterse a la consulta popular. Los latinos en Estados Unidos votarían, así como los puertorriqueños, pero sus votos no tendrían validez alguna. Sin embargo, podrían postular a su candidato. Todo lo cual, admito, debe tener alguna lógica, pero yo no se la consigo.

En fin. Lo cierto es que, según parece, Chávez gozaría de la simpatía del 67,3% de los venezolanos, del 56,9% de los guatemaltecos, del 56,8% de los paraguayos y del 55,4% de los dominicanos. De allí en adelante, sólo la simpatía de los hondureños sobrepasaría el 30% (33,3%, para ser exactos). Los latinos estadounidenses odiarían a Chávez: apenas 12,3% de simpatía.

Otros datos difíciles de explicarse:

– El 51% de los paraguayos simpatizaría con Raúl Castro. Sólo el 17,9% de los venezolanos lo haría.

– Los salvadoreños simpatizarían con Juan Carlos en un ¡70,5%!

– Los paraguayos simpatizarían con Evo incluso más que los propios bolivianos: 46,5% contra 43,7% respectivamente.

– Venezuela sería el país con menos simpatías hacia Rafael Correa: apenas 23,3%. ¿Colombia? 23,4%.

– A los hondureños no les agradaría Tabaré Vázquez: 26,5%. A los venezolanos tampoco: 27,8% de simpatía.

– La simpatía por Alan García no superaría el 50% en ningún país. En Paraguay tendría 0% de simpatías. Es decir: Alan García sería el Antipático Número Uno del Pueblo Paraguayo. Vaya usted a saber por qué.

– Sólo el 0,3% de los paraguayos manifestaría algún grado de simpatía con Leonel Fernández. Y seguro es algún dominicano que vive en La Asunción.

– Los bolivianos simpatizarían muy poco con Felipe Calderón (30,1%), los guatemaltecos con Bachelet (35,6%), Zapatero (32,2%), Lula (36,6%) y en antipatía hacia Obama sólo serían superados por… los bolivianos (49,2% y 43,4% respectivamente); de lo que es fácil concluir que los verdaderos antipáticos serían los bolivianos y guatemaltecos y no Obama.

Los invito a que los revisen ustedes mismos (arriba, en la primera línea, el enlace) y saquen sus propias conclusiones.

Más curioso aún: pasé largo rato intentando entender cómo es que el fulano Consorcio Iberoamericano… sacaba estas cuentas. Procedí entonces a sumar los porcentajes – tomando en cuenta la advertencia metodológica: al tratarse de un «Total Latinoamérica», no se suman las cifras correspondientes a «EE.UU. (Latinos)» ni «Puerto Rico» – y a dividirlo entre el número de países: eso suma 543, cifra que hay que dividir entre 17 – exceptuando, naturalmente, a la Argentina, de la que no se disponen datos. Pues bien, el resultado fue siempre 31,9% – que ciertamente sigue siendo bastante bajo, nadie lo discute.


¿De dónde sale, entonces, el 28,1% de la gráfica? Sencillo: de dividir 543 entre 18. Es decir, el Consorcio Iberoamericano… incurre en el elemental error de incluir a la Argentina, país del que sin embargo no están disponibles los datos. Peor aún: si se realiza idéntica operación en el caso de los datos correspondientes a Obama – sumar porcentajes y dividir entre 17 – el resultado no es 70%, sino 67% – y si se incurre en el elemental error ya mencionado, el resultado sería 63,2%.

Luego de lo cual es posible concluir, sin ninguna duda, que al menos la segunda parte del tal Barómetro Iberoamericano de Gobernabilidad 2009, que realiza un tal Consorcio Iberoamericano de Investigaciones de Mercados y Asesoramiento, no es más que un instrumento de propaganda, plagado de inexactitudes, carente del más elemental rigor estadístico, que fue empleado deliberadamente para influir en la percepción de la «opinión pública» latinoamericana, en la víspera de una Cumbre de las Américas en la que Estados Unidos puede asistir como cualquier otra cosa, pero jamás, nunca jamás, como el país más «popular» de América.

Insisto: es por eso que tanta gente ya no confía en los medios.

Cargill: negro sobre blanco



I.-
Cargill en Venezuela.

– Inicia operaciones en Venezuela en 1986.

– Posee dos oficinas en Caracas.

– Trece plantas industriales en: Barquisimeto, Cabimas, Catia, Catia La Mar, La Encrucijada, Los Olivitos, tres en Maracaibo, Maracay, Píritu y dos en Valencia.

– Siete sucursales comerciales en: Barquisimeto, Caracas, Maracaibo, dos en Puerto La Cruz, San Cristóbal y Turmero.

Sus marcas comerciales:

– Aceite comestible: Vatel, El Rey, Deleite.

– Pasta: Ronco, MiMesa, Milani, Fiorentina.

– Harina: Blancaflor, MiMesa, Gold Medal.

– Harina industrial: Rey del Norte, Flor de Guayana.

– Arroz: Santa Ana parbolizado.

– Galletas: Xplosion, Wafermix.

– Jugo de frutas: Tropimax.

– Comida para animales/mascotas: Dogui, Gati, Robustin.

– Nutrición animal: Purina.

Inversiones en Venezuela:

– Adquirió Molinarca (molino de trigo y planta de harina).

– Adquirió Agribrands Purina (nutrición animal).

– Adquirió Gramoven (molino de trigo, planta de harina y pasta).

– Adquirió Halaca y Favepro (originalmente cuatro plantas de harina, que fueron desmanteladas para construir su planta de comida para animales/mascotas).

– Adquirió el 70% de Produsal (instalaciones para la producción de sal. Empresa conjunta, o joint venture, con Pequiven).

– Adquirió la Planta de Arroz Santa Ana.

– Adquirió Mavesa.


La información puede verificarse en la web oficial de Cargill.
II.-
Cargill en Mercal.

«Mercal se volvió un desastre, me cansé de denunciarlo, como lo hizo un gentío, pero resulta que ahora el Presidente pone al presidente de Mercal como ministro de Alimentación, eso es como para llamar a María. Mercal ha recibido todo tipo de denuncias. Mercal fue una iniciativa extraordinaria, una de las mejores iniciativas que se han tomado aquí. Recuerdo una vez que Carlos Andrés Pérez dijo que con las roscas no podía ni Dios. El Presidente Chávez demostró con Mercal que no hacía falta Dios, que nosotros podíamos y Mercal llegó a tener más de la mitad, casi el 60 por ciento de la distribución de alimentos. La clase media y la clase rica iban a comprar en los Mercal. Pero, ¿qué pasó con los Mercal? Nadie se ocupó de controlarlo porque se estaba en otra cosa y entonces se fue deteriorando. Se quedó a mitad de camino y terminó siendo una barbaridad, que es contratar como proveedores de Mercal a los mismos grupos que nos estaban matando de hambre con el paro petrolero. Resulta que se metió la Polar a ser proveedor de Mercal y Cargill que es una transnacional que produce transgénicos».

III.-

El capitalismo en crisis, Cargill eleva sus ganancias
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«La compañía agroindustrial estadounidense Cargill reportó el martes un alza del 25% en sus ganancias del segundo trimestre fiscal, gracias a sus inversiones en la industria de fertilizantes a través de su sociedad Mosaic Co. Cargill, una de las empresas privadas más grandes del mundo, ganó 1,190 millones de dólares en el trimestre finalizado el 30 de noviembre, frente a los 954 millones del mismo mes del año pasado. Excluyendo las ganancias de Mosaic, los resultados fueron ligeramente inferiores a los del año anterior. Cargill posee una participación del 64% en la firma de fertilizantes. Sin embargo, Cargill tuvo sólidas ganancias durante un periodo de mercados de crédito congelado y un fuerte retroceso de los precios de la energía y las materias primas. ‘El sistema financiero global estuvo bajo una significativa presión, los precios de la energía y las materias primas agrícolas cayeron con fuerza y los riesgos de una recesión golpearon a las economías en desarrollo en un ambiente económico deteriorado’, dijo Greg Page, presidente ejecutivo de Cargill. Cargill opera en 67 países y es un líder exportador de granos estadounidense, un gran productor de etanol, un jugador de gran peso en la operación de energía, entre otros grandes negocios».

«Cargill eleva en 25% sus ganancias». CNN/Yahoo! Noticias. 13 de enero de 2009.

IV.-

Cargill es profundamente rechazada/cuestionada/señalada por movimientos campesinos de toda América.

La información disponible es muy abundante. Abajo, algunos pocos ejemplos:

1) «La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anunció que el número de personas que pasan hambre en el mundo subió de 850 millones para 925 millones este año. ¿El motivo? El aumento del precio de los alimentos. Y los más pobres son los más afectados por la crisis. El precio de los principales granos, como el maíz, el arroz y la soja, duplicaron desde la zafra de 2006 hasta hoy. El precio del frijol, este año, llegó a subir 168%. El Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Diesee) estima que la cesta básica cuesta 52,8% del salario mínimo. Y señala que los más pobres tuvieron que cortar alimentos básicos en casa, registrando una baja de 6% en las compras de alimentos. Mientras tanto, las grandes transnacionales del agronegocio conmemoran cada mes su récord de lucros. Existen cerca de 30 grandes empresas, con sede en los Estados Unidos y en Europa, que controlan casi toda la producción y comercio agrícola del mundo. Este año, el lucro de la Monsanto pasó a ser más del doble del lucro del año pasado. La Sygenta, Cargill, Bunge, Nestlé y otras tampoco tienen de qué quejarse: su margen de lucro no hacen más que crecer desde que la crisis comenzó a apretar el bolsillo de los ciudadanos de todo el mundo. ¿Y por qué ocurre eso? El modelo de explotación agrícola basado en el agronegocio hace que grandes inversores especulen con el precio de los alimentos, transformando nuestro arroz con frijoles en mercadería, para ganar dinero. Ese modelo comenzó en la década de 1960, con la mentira de la llamada ‘revolución verde’, que con la excusa del aumento de la producción, potencializó la industria de los venenos, de los fertilizantes, de las máquinas para los grandes agricultores. Desde entonces, el hambre aumentó. Pocas empresas terminaron dominando el mercado y la pobreza en el campo y en la ciudad se multiplicó».

Coordinación Nacional del MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil). Día Internacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria. 20 de octubre de 2008.

2) «En Argentina viven 280 mil familias numerosas de 22 pueblos indígenas, y 220 mil familias campesinas, con al menos 1,5 millón de personas. No producen soja ni suscriben a los agronegocios, siembran alimentos y crían animales para autoconsumo y tienen una relación especial con la tierra, no la consideran un medio para negocios, se entienden como parte de ella, de su cultura, su historia y un bien común de las próximas generaciones. Estos dos actores centrales, pueblos originarios y campesinado, fueron sistemáticamente excluidos del debate del último mes, donde las cuatro entidades más tradicionales y conservadores del campo argentino realizaron un paro patronal inédito en el país.

«Sociedad Rural (SRA), Confederaciones Rurales (CRA), Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro) y Federación Agraria (FAA) se movilizaron y desabastecieron de alimentos las grandes ciudades por un principal objetivo: el aumento de su rentabilidad, bendecidos por el precio internacional de la soja. Los chacareros, sean grandes o pequeños, en ningún momento corrieron peligro de pérdidas económicas, pero sí (luego de una medida impositiva del Estado) estuvieron a punto de ganar menos dinero del esperado.

«Empresas. Las compañías con mayor rentabilidad del negocio sojero (exportadoras y proveedoras de insumos) son Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer, Nidera, Cargill, Bunge, Dreyfus, Dow y Basf, entre otras. Ninguna de ellas fue cuestionada en el reciente conflicto».

Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero, Argentina)/Vía Campesina. De eso no se habla. Página 12. 25 de abril de 2008.

3) «En Paraguay hay cuatro o cinco empresas grandes, como Monsanto y Cargill, que están detrás de estos cultivos… En Paraguay hay latifundios, no se hizo en ningún momento una reforma agraria integral. El campesino que hoy tiene tierra es gracias a su lucha y resistencia. Desde el Estado no hubo una política pública para el campesino, sino que se ha facilitado con este modelo la expulsión del campesino de sus tierras. Con el empresario con la plata en la mano, el campesino se ve acosado para vender su tierra aunque muchas veces no posee un título de propiedad, ya que el Estado nunca los ha dado. Entonces es un camino que se prepara para que el campesino se despoje de sus tierras fácilmente ante las necesidades básicas que puede sufrir, que son muchas porque no tiene acceso a crédito, a herramientas agrícolas, no hay carreteras ni se establece un precio base y estable para su producción. No hay infraestructuras, entonces la gente se encuentra apretada y con el empresario con el dinero en la mano esperando que venda su tierra».

Gilda Roa, del Movimiento Agrario Popular de Paraguay. Entrevistada por Mariana Cantero. Mayo de 2008.

Protesta contra Cargill en Paraguay. 3 de diciembre de 2007.

V.-

Chávez ordena la expropiación de la Planta de Arroz Santa Ana, propiedad de Cargill, ubicada en el estado Portuguesa, este miércoles 4 de marzo de 2009.

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Cuba. Sensaciones a 50 años de revolución – Guillermo Cieza


Hace algunas semanas me pidieron una opinión sobre Cuba y los 50 años de la revolución, que se condensaba en tres preguntas: cómo había recibido el impacto de la revolución cubana, su influencia sobre mi generación y mi opinión sobre Cuba hoy.

Supongo se han vencido los plazos para mandar esas respuestas, pero las preguntas me han seguido dando vueltas en la cabeza, quizás atizada por los brulotes del Canal C5N, que me bombardearon los últimos días de diciembre y el 1 de enero en casa de personas muy queridas, que dejan entrar basura televisiva a su hogar. Y no por eso dejan de ser muy queridas.

Estuve una sola vez en Cuba, en 1993, en pleno período especial. Demasiado poco tiempo para opinar y en un momento donde en Miami estaban las valijas hechas para un nunca cumplido retorno de la gusanería. Por eso voy a expresar sensaciones, más que opiniones.

La primera imagen de la revolución cubana es la de una noche estival en el campo donde mis padres y mis tíos comentaban entusiasmados las noticias que traía una radio valvular. Con el correr de los años sentí curiosidad por aquella unanimidad de quienes adherían a distintas versiones del radicalismo o al Partido Comunista. Sospecho que el punto de encuentro era el antiperonismo. Para ellos Batista era Perón e identificaban a los jóvenes barbudos cubanos cada cual con sus referentes de «la Libertadora».

La segunda irrupción de Cuba me vino, paradójicamente, de mano del peronismo y del cristianismo en 1970. A nuestras cabezas de esponja de privilegiados adolescentes sesentistas, nos llegó Cristianismo y Revolución, aquella publicación de García Elorrio y Casiana Ahumada que rebalsando de Camilo y el Che, no podía menos que ubicar a Cuba en el lugar de las utopías. Y esa imagen me acompañó en los primeros años de militancia a la sombra de aquel enorme ombú, generoso y solitario padre ideológico, que fue el gordo Cooke, el hombre del Che en la Argentina.

He dado una primera respuesta, pero creo que la pregunta que permite encontrar la punta del ovillo es la segunda: la influencia de la revolucion cubana sobre mi generación. Y lo primero que se me ocurre es que nos pegó, según cómo vivíamos. Y desde esa certeza, creo que podemos mirar a Cuba hoy, expresar nuestras sensaciones. Depende mucho de lo que estamos haciendo, de nuestro cotidiano. Por eso decía que allí está la punta del ovillo.

A mi generación la revolucion cubana nos llegó encuadernada en un libro de Regis Debray, que explicaba cómo teníamos que hacer una revolución, con el criterio de autoridad que imponían Fidel, el Che y una revolución en las barbas mismas de Estados Unidos.

Algunos compraron todo el paquete. Otros pudieron hacer una lectura crítica o, mejor dicho, una praxis crítica. Yo tuve la suerte de compartir militancia con compañeros que venían peleando desde hacía mucho tiempo y que ya en 1971 estaban rescatando la idea de organización de la lucha armada, se cagaban soberanamente en el foco, la idea de vanguardias iluminadas, etc.

Muchos después nos pudimos enterar un poco mejor de cómo se había hecho la revolución cubana y nos fortaleció en una premisa: la tarea de contar lo que estamos haciendo es parte vital de nuestra construcción política. Es una tarea que corresponde hacer a quienes son protagonistas; no debe ser delegada en quienes son testigos, aún a los más bienintencionados intelectuales.

Las sensaciones que viví en Cuba en el 93, aquella noche que no había una gota de aceite en La Habana para abastecer a sus guaguas, los días con las prostitutas golpeándonos la cara en las puertas de los hoteles y los lúmpenes asediándonos en las calles para conseguir dólares, las voy a resumir en una sola imagen: en la puerta de una casa humilde de una calle de la que no recuerdo el nombre, un hombre flaco nos mostró una foto de cuando era gordo, pocos años antes, y nos convidó con la única cerveza que tenía por el solo placer de hablar de esa Cuba que amaba y le dolía. Como sólo puede doler lo que nos pertenece y es parte de nuestra historia de vida.

Si queremos tirar mierda sobre Cuba vamos a encontrar argumentos. Hay burócratas, buscas, prostitutas, conservadores con la cobertura de frases revolucionarias, jóvenes ansiosos de rajarse para el capitalismo y más. Podría decir incluso que durante muchísimos años he participado en proyectos políticos que no pudieron empalmar con la política exterior cubana. Pero quienes desde hace años venimos luchando por transformar nuestra sociedad, no podemos desconocer que en los años más duros, en el colapso ideológico de fines de los 80 y principio de los 90, en Cuba pudimos encontrar un nivel más alto de la dimensión humana, un lugar que le hacía el aguante a las esperanzas de la humanidad. Y la revolución, la revolución que voy a poder ver, quizás se trate solamente de eso, de una posta en el camino de los pueblos, que nos ayude a recobrar fuerzas, para seguir adelante hacia un futuro que hicimos, haremos, harán revolucionario.

Desde ese lugar, mi agradecimiento a Cuba, a su pueblo y sus dirigentes, y mi convicción de que la revolución no fue traicionada.

Blogs: la internacional bolivariana 2


Devuelvo el gesto:

De toda la gente piola con la que tuvimos oportunidad de reunirnos y conversar durante nuestra visita a la Argentina (Lía y familia; el pana Manuel Cullen y familia; los cumpas del Darío Santillán: Guillermo Cieza, Martín Obregón y Manuel), sólo con Felipe tuvimos la suerte de encontrarnos en tres oportunidades. Nos sobraban las ganas de reencontrarnos con todos, pero no nos alcanzó el tiempo.

Felipe es el cerebro detrás de una genialidad que se llama Verboamérica, un blog nuestroamericano que ya he recomendado aquí en otras oportunidades, y que yo mismo frecuento todos los días en procura no sólo de una mirada inteligente sobre lo que sucede en Argentina, sino en general en nuestro continente. Periodismo en los márgenes, y quizá por esto mismo periodismo del bueno.

Nos vimos la primera vez en el Hotel Bauen (empresa recuperada por sus trabajadores y trabajadoras en 2003), donde asistimos a una de la reuniones que organiza periódicamente la Agrupación Oesterheld (en homenaje a Héctor Germán Oesterheld, desparecido en 1977), que ese día tenía como invitado a Tristán Bauer, el mismo de Iluminados por el fuego, actual presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos y director del canal Encuentro.

En lugares como éste uno aprende a distinguir entre el martirologio y los espacios concebidos para preservar la tradición de los oprimidos. Al entrar a la sala nos impresionan los afiches que cuelgan de las paredes: Perón, Evita, Rodolfo Walsh, John William Cooke, Susana Valle, Arturo Jauretche, Rodolfo Kusch, y tantos otros y otras que desconocemos, de los que tal vez oímos hablar alguna vez, o de los que simplemente no sabemos nada. Uno recuerda que el desconocimiento sobre nosotros mismos es condición de nuestra subordinación. Se dice 17 de octubre de 1945, 19 de diciembre de 2001, Cordobazo o Malvinas, y uno entiende de inmediato que no se trata de un panteón de los recuerdos, sino de una tradición de luchas que permanece viva, en el cuerpo y en el alma de todos los presentes y en el ejemplo de los ausentes. Por eso alternan en las mesas los viejos luchadores con los más jóvenes y de allí la frase de Jauretche: «No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila, porque siempre es así: se gana con los nuevos». Así se explica que una reunión de este tipo se realice en el Bauen: porque es el mismo combate que se libra en nuevos frentes. Y tal vez por eso el inmerecido aplauso con el que nos saludó el auditorio: porque nuestra lucha es también la de ustedes.

Sobre éste, nuestro primer encuentro en el Bauen, ha escrito Felipe en su blog una entrada: Blogs: la internacional bolivariana. Como allí narra, el hombre resultó un admirador de nuestro pana y cámara José Roberto Duque, cuyo trabajo y militancia muchos de ustedes conocen. El blog del Duque, Discurso del Oeste – una de las fuentes de inspiración de Felipe al momento de concebir su Verboamérica – no necesita presentación, y es sin duda lo mejor que desde el campo revolucionario se realiza en la blogósfera venezolana.

La segunda vez que nos encontramos, el Felipe nos llevó a conocer un par de librerías donde pudiera encontrar alguna bibliografía básica sobre el peronismo. Al final, tipo, no me traje lo que hubiera deseado: algo de Walsh, Jauretche, Kusch, y Soldados de Perón, de Gillespie. Terminamos esa vez en un viejo pero confortable restaurante, lugar habitual de gente de izquierda, donde Sandra comió algunos churros y se quemó la lengua con el chocolate, la pobre.

Nos vimos la última vez la víspera de nuestro regreso, de nuevo en el Bauen – en donde finalmente pudimos hospedarnos unos tres días. Extenuados ya por el trajín de los días precedentes, concluimos sin embargo nuestra estadía en Buenos Aires de la mejor forma posible: conversando amenamente con el Felipe, con su novia, la de la voz melodiosa, y con su hijo de nueve años, un chamín inquieto y simpático que le regaló a Sandra un buen rato de juego infantil.

Muchas gracias che.

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