Para eso es que son los hermanos



Quizá no todos los que han visto «La revolución no será transmitida» (The Revolution Will Not Be Televised), de Kim Bartley y Donnacha Ó Briain, estén al tanto de que el título del documental se inspira en una pieza del músico, escritor y poeta negro estadounidense Gil Scott-Heron (1949-2011), de quien se dice es uno de los precursores del hip hop. 

En efecto, The Revolution Will Not Be Televised es la pista inicial del primero de los discos de Scott-Heron, de 1970, una joya llamada Small Talk at 125th and Lenox. Pero es de la tercera pista, «Hermano» (Brother), de la que quería contarles.

En la breve intro de Brother, Scott-Heron explica que el poema cantado se inspira en la actitud de algunos negros revolucionarios en Harlem a finales de los 60, que se paraban en las esquinas a predicar la buena nueva sobre la revolución que se avecinaba, y para lo cual había que estar preparados.

«Nos ocupamos demasiado de los aspectos externos, hermano / siempre afros, apretones de manos y dashikis… / siempre el hombre lee a Mao o Fanon… / parados sobre una caja en la esquina, hablando de liquidar al hombre blanco… / llamándole a este hombre Tío Tom y diciéndole a esta mujer que se deje el afro / pero no le hablarías si ella luciera como el demonio, ¿o sí lo harías, hermano? / Algunos de nosotros hemos estado observando tus actos muy de cerca / y hasta ahora nos parecen un tanto flojos… / Fue demasiado fácil para ti olvidarte de que eras un «negro» antes de Malcolm / Paseabas a tu novia blanca por el barrio todos los viernes por la noche… / Necesitas organizar tus bancos de memoria, hermano / Muéstrale a ese hombre que llamas Tío Tom por qué está equivocado / Muéstrale a esa mujer que llamas hermana que eres un hombre negro sincero / Todo lo que necesitamos es verte cerrar la boca y ser un negro / Ayuda a esa mujer / Ayuda a ese hombre / Para eso es que son los hermanos, hermano».

Está claro: no basta con haber visto «La revolución no será transmitida» y sabérsela de memoria. Lo decisivo es aprender de lo vivido y estar prevenidos contra quienes tanto se ocupan de lo superficial: las mismas consignas siempre, el uniforme, las mismas lecturas manualescas. Jefecillos que hablan del pueblo ignorante o la burocracia, según sea el caso. Hacerles saber que los estamos observando; que se comportan como rémoras. Recordarles lo que eran antes de Chávez. Explicarles que de nada vale llamarse «revolucionarios» si siguen actuando como politiqueros. Exigirles que cierren la boca, que se hagan a un lado, si es que ya no tienen nada qué ofrecer.

Para eso también son los hermanos. Bróder.



Eddie Vedder & Howard Zinn: El roquero y el profesor


(Dos décadas escuchando a Pearl Jam – desde su primer disco, Ten, de 1991 – y no fue sino hasta diciembre de 2011 que supe que su vocalista, Eddie Vedder, había sido entrevistado por ese grande de la historia que fue Howard Zinn, el autor de ese clásico imperdible que es La otra historia de los Estados Unidos (A People’s History of the United States).


Si no es tan fácil ubicar la entrevista original, es sencillamente imposible conseguirla traducida al español. No existe. O no existía, hasta ahora.

La entrevista (en realidad es una conversación) fue publicada en Interview Magazine, en marzo de 1999, con el título de El roquero y el profesor (The Rocker and the Teacher).

La traducción, como siempre, es libre. Cuando se puso difícil, recurrí a mis amigos: Jesús Miguel y Jesús Daniel Bellorín, y Pablo Navarrete, quienes me echaron una mano. Agradecido.

Sin más, aquí se las dejo.

Salud).

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Howard Zinn, 24 de agosto de 1922 – 27 de enero de 2010. 

Poco después de su muerte, Vedder rinde tributo a su amigo Howard Zinn.


El roquero y el escritor 

Puede que el líder de Pearl Jam, Eddie Vedder, y el historiador Howard Zinn lleven vidas muy distintas, pero la siguiente conversación muestra que no hay puente más grande que el deseo de sacudir el status quo.

HZ: Recuerdo haber leído que cuando eras un muchacho tuviste un trabajo que te permitía leer mucho. ¿Eso fue cuando trabajaste como guardia de seguridad?

EV: Sí. En un turno de ocho horas, normalmente cuatro horas son tranquilas. Así que me llevaba cajas de ritmos (drum machines) al trabajo, lo que fuera para seguir haciendo lo que me apasionaba y cobrar un salario al mismo tiempo.

HZ: ¿En aquel tiempo no cobrabas por tu música?

EV: No.

HZ: ¿Pero ya escribías canciones?

EV: Sí, claro. [Escribir canciones] es como una maldición, de hecho: es algo que estás condenado a hacer (risas).

HZ: Mucha gente tiene el deseo secreto de hacer algo artístico, música, arte, poesía. Y saben que no van a recibir ningún pago por eso, entonces manejan un taxi, se dedican a la carpintería, trabajan como vigilantes, mesoneros o ayudantes de mesoneros. Y la mayoría de ellos nunca logran abandonar esos trabajos. Pienso en eso siempre que veo a alguien haciendo uno de esos trabajos considerados de baja categoría, como cuando alguien toma mis maletas en un hotel. Pienso: ¿cuáles serán sus talentos secretos?

EV: Esa es la razón por la cual no existen los taxistas silenciosos. Mi esposa y yo tenemos una teoría: [hazle a un taxista] una pregunta y aprende sobre otras partes del mundo.

HZ: ¿Fueron tus lecturas las que hicieron que te interesaras en el mundo, en temas sociales, más allá de la música? ¿O fue otra cosa?

ED: Pienso que, para mí, proviene del hecho de no tener nada, y saber cuánto miedo puede producir eso, saber que nadie va a ayudarte y que vas a extender tu mano y nadie te tomará en cuenta. Éramos gente joven y trabajadora, y me recuerdo pensando, «Puede que no haya forma de salir de aquí. No sé cómo vamos a lograr algo más, si nos alcanzará para pagarnos el viaje. ¿Cuán grande llegará a ser nuestro mundo? ¿Será del apartamento al autobús, al trabajo, y de regreso otra vez? ¿Cuánto lograremos experimentar de la vida?».

HZ: Así que, en tu caso, pensar sobre la gente que tiene poco es algo que surgió del hecho de que tú mismo tenías poco.

EV: Sí. Todavía recuerdo cómo se siente.

HZ: Creo que de eso se trata: de recordar cómo se siente. Hay gente que tenía muy poco, pero entonces se hicieron exitosos, prósperos, famosos, y se olvidaron – o quizá eligieron olvidar, quizá es más fácil – cómo era aquello de tener muy poco, cómo es para otra gente. Mis padres eran pobres; vivíamos en los barrios de Nueva York. Mi padre fue un mesonero con cuarto grado de educación; ¡mi madre tenía séptimo grado y era la educada de la familia! De hecho, era una mujer muy inteligente, y mi padre era un hombre muy trabajador intentando mantener a su familiar con vida. Siendo consciente de eso, viendo cuán duro trabajó mi padre, y mi madre cuidando de sus cuatro hijos, y después de todo, al final, viendo cómo es que no tenían nada [material] que mostrar, nada… A partir de eso, y por el resto de mi vida, jamás le creí a nadie cuando me decían – algunos de mis estudiantes me lo dirían, y mis estudiantes venían de familias acomodadas – «Mi padre lo logró; en este país si tú trabajas duro, lo lograrás». Lo que implica que si no lo lograste, no trabajaste duro. Yo sabía que era falso.

EV: Pienso que también ayuda aferrarse a eso como escritor. Creo que tengo material para toda una vida, a partir de mi experiencia.

HZ: Empezaste a escribir muy joven, ¿cierto?

EV: Muy joven, sí [pausa]. Yo no… Verás, yo no… No soy… ¿Ves? Por eso es que las canciones y el rock and roll son buenos para mí: tengo tiempo para ordenar los pensamientos [risas], y no tienes a nadie revisándote la ortografía…

HZ: Eres mejor de esa manera.

EV: Sí, bueno, escribir canciones es un buen medio.

HZ: Digo eso basado en el hecho de haber estado en el mundo académico. Tú ves gente que es meticulosa con la gramática, la puntuación y la ortografía, pero te quedas dormido en la segunda oración. No hay vida allí. Siempre quise leer ensayos que tuvieran vida, no me importaba si los estudiantes tenían buena ortografía. Lo importante es el sentimiento. Supongo que con el rock and roll, entiendes rápidamente que no tienes por qué prestarle atención a esas reglas. Puedes hacer lo que quieras. ¿Siempre fueron canciones lo que escribías?

EV: Sí, necesitaba algo que al final le diera volumen a la escritura. Con guitarras y batería detrás de ella, podías subírselo. Con melodía y ritmo, esas simples oraciones tienen un poco más de vida.

HZ: Es una mezcla, una cosa colectiva. No eres sólo tú como individuo haciendo algo grandioso. Eres tú más esta persona, aquella persona, aquella otra, y así te conviertes en un equipo. Es algo que yo mismo descubrí luego de pasar años trabajando en cierto número de proyectos individuales, escribiendo artículos y libros. Luego escribí una obra a mediados de los 70, sobre Emma Goldman, la anarquista-feminista de comienzo del siglo 20. Si alguna vez tienes la oportunidad, lee su autobiografía, Living My Life (Viviendo mi vida), porque eso fue lo que ella hizo. Ella dijo, «Voy a vivir mi vida de la forma que yo quiera vivirla. No permitiré que el gobierno, la Iglesia, mis jefes me digan cómo hacerlo. No permitiré que nadie me diga cómo voy a vivir mi vida, mi vida personal, mi vida sexual, mi vida política». Por supuesto, la encarcelaron por eso. Cuando escribí esta obra sobre ella, el mejor momento para mí fue cuando le entregué mis palabras, el guión, al director, para que pudiera elegir a los actores, escoger al escenógrafo, seleccionar la música adecuada, etc. De repente voy a la noche de estreno y veo esa cosa en escena y digo «¡Vaya!». Lo que tú estás describiendo suena como esa experiencia. La canción ya es algo más que simplemente tus palabras, ahora están todos esos otros elementos. Nunca he sido testigo de una escena como la que vi en tu concierto en Los Ángeles. Y lo que me pareció más interesante fue cómo todo lo que había en la atmósfera contribuía a lo que hacías en el escenario. Todo aquello creaba un clima fantástico. Y es excitante cómo la audiencia está allí contigo; siente que es parte de [lo que está sucediendo en el escenario].

EV: Es emocionante ver 20 mil personas todas de acuerdo en algo. Vaya, ahí tienes un tremendo concepto.

HZ: Cuando comenzaste a componer canciones, ¿pensaste que escribirías cosas que tuvieran algún tipo de mensaje social? ¿Tuviste ese deseo desde el comienzo?

EV: Sí, pero fue por la música que escuchaba en ese momento. La música que me ha afectado siempre ha tenido algún tipo de argumento o sustancia. No se trataba sólo de motocicletas o rock and roll.

HZ: ¿Qué música escuchabas?

ED: Un tipo llamado Pete Townshend.

HZ: Peter Townshend. De hecho, he escuchado de él.

EV: Él era un poco más teatral. Algunas de sus canciones contaban historias o describían personajes. Uno de los más importantes períodos de mi escritura, o en que aprendía a escribir, o mejoraba mi escritura, fue a comienzos de los 80, cuando la mayoría de la música simplemente era, no estaba comunicando nada. Se hizo muy tonta durante un tiempo. Yo sabía que podía hacerlo mejor que eso. Escribía música para mí mismo, para mantenerme inspirado, no necesariamente inspirado por la música, sino por la vida. Quería escuchar cosas que no podía comprar en ese entonces.

HZ: ¿Te parece que los otros integrantes de la banda están en tu misma onda, tanto como de las canciones que escribes? ¿Hay desacuerdos sobre la esencia de lo que haces, o de los contenidos de tus canciones?

EV: No, jamás ha sido así. Me gusta pensar que es porque soy tan duro conmigo mismo, que para el momento en que les llevo una canción es por lo menos medio decente. Los respeto a todos en la banda, por eso cuando captan algo, significa mucho para mí. De vez en cuando me dirán, «Vaya, he estado escuchando esto y me di cuenta de lo que estás diciendo allí» o «Veo el doble significado ahí». Eso lo considero un enorme cumplido. Y ellos han estado escribiendo también. Y traen cuestiones sociales y las ponen sobre la mesa. Nuestro guitarrista ha ido a reservaciones indias y ha ayudado a construir estructuras con nativos americanos y otros voluntarios. En Seattle, reunimos 500 mil dólares en dos conciertos, y el dinero fue usado para comprar libros para las escuelas (cosa de la que debería ocuparse realmente el gobierno, creo yo, y no las bandas de rock). Y luego está todo el dinero que entregamos por impuestos. Aquí es donde mi frustración se eleva a otro nivel. Todos los años entregamos una gigantesca cantidad de dinero [al gobierno]. Ninguno de nosotros usa un montón de fisuras legales, y todavía no hay suficiente dinero para cosas como libros escolares. Mi esposa dice que cuando uno llena su planilla de impuestos, debería haber una lista de opciones al final, para que cada uno pueda escoger tres cosas en las cuales le gustaría que su dinero fuera usado.

HZ: Creo que la mayoría de la gente diría, Usemos más dinero en las cosas importantes, como la salud, la educación, los niños – todo eso – y no para el gasto militar. Pienso que es una extraordinaria idea.

EV: He aquí una pregunta importante. Casi al final de tu libro, A People’s History of the United States (La otra historia de los Estados Unidos), citas a Marlin Fitzwater [Secretario de Prensa de la Casa Blanca, 1982-1992] hablando sobre cómo cuando individuos y corporaciones pagan cuatrocientos mil dólares para asistir a una cena del Partido Republicano, ellos tienen acceso. Y luego, cuando le preguntaron sobre la gente que no tiene tanto dinero, respondió que ellos tienen que demandar acceso de otra manera. Eso es lo frustrante. ¿Cómo tú obtienes tal acceso? ¿Y cómo consigues suficiente gente motivada y unida?

HZ: Es muy difícil mantener ese interés tan poderoso en la política. Fuimos capaces de hacerlo en los 60; hay algunas cuestiones que tienen como una atracción inherente, como un tirón en la conciencia de las personas, que permanece en ellas durante mucho tiempo. La segregación racial a finales de los 50-inicios de los 60 fue una de ellas. La guerra en Vietnam fue otra. Creo que lo que está sucediendo ahora es que no hemos encontrado el tema que entusiasmará a la gente lo suficiente como para construir un gran movimiento nacional, un tema dramático y central que enganchará a la gente y la mantendrá concentrada durante un buen tiempo. Tú sabes por los conciertos benéficos que haces que hay gente trabajando en el tema de Tibet, gente trabajando en Choice, gente trabajando proveyendo comida y medicinas. Hay una enorme cantidad de personas en este país que desconocemos y que están haciendo cosas buenas. Es importante saber esas cosas porque, de otra forma, te sentirías muy desanimado (verías la TV o leerías los periódicos y no encontrarías nada, salvo lo que tal senador o congresista o secretario de Estado dice). La televisión y los periódicos no te dicen lo que esas otras personas están haciendo. Pienso que la música puede desempeñar ese tipo de papel. Yo creo, Está la política en este nivel de arriba, y es corrupta y espantosa, y luego, debajo de la superficie, está el pueblo, hay cultura, hay música, hay escritura, hay pintura, hay poesía. Hay personas conectando cosas y están, poco a poco, teniendo un efecto. Las cosas están hirviendo bajo la superficie. Creo que la música es parte de eso.

EV: Realmente espero tomar clases de ciencias políticas algún día. Hasta entonces, estoy leyendo tu trabajo.

HZ: Creo que aprenderías más simplemente leyendo y hablando con la gente que tomando clases. Las personas que no han tomado clases tienen una noción romántica de lo que son las clases. Como esa gente que no ha ido a la universidad y piensa, Si tan solo hubiera ido a la universidad, sería realmente listo.

EV: Vaya, ¿así que simplemente puedo dejar de un lado todo eso?

HZ: Sí, absolutamente.

EV: Voy a salir a caminar por ahí sintiéndome mucho… más alto.

HZ: Para mí los artistas siempre han sido maravillosos, ¿qué haríamos sin ellos? Pero siempre que me cruzo con un artista que es un poco más que un artista, que no sólo hace su arte, sino que realmente piensa sobre el mundo allá afuera, para mí es una gran bendición. Cuando era un adolescente, y escuchaba a Pete Seeger, pensaba, Él no es simplemente un cantante de folk; él sabe, a él le importa lo que está sucediendo en el mundo. Y eso me hacía sentir por él algo que no sentía por otros buenos cantantes de folk.

EV: Por ejemplo Sinatra… Esto ha sido grandioso. Le agradezco cada momento de su tiempo. Y fue realmente agradable de su parte que viniera a vernos tocar. De hecho, me puso un poco incómodo.

HZ: Bueno, ir a un concierto de Pearl Jam fue toda una experiencia. No la habría tenido en mi vida si no hubiera sido por ti. Tan sólo tomar parte en todo aquel escenario y ser afectado por él, es algo que jamás hubiera imaginado.

(Serie música) La lucha de SucreMc


En estos tiempos en que muchos encuentran más cómodo vivir sin sentir el país debajo de sus pies, y se quejan y se quejan como pendejos, y lloriquean y arman un escándalo porque, según, su palabra no se escucha, qué grato es cruzarse con una pieza tan potente como Lucha, de SucreMc, estrenada en versión video el sábado 5 de noviembre de 2011, en Ocumare del Tuy, Miranda.
Grabado en Cumaná, donde reside actualmente SucreMc, el video fue producido por David Abraham Borges, AKA Jhompa, quien también elaboró guión, se encargó de la cámara (con el mismo SucreMc, quien fuera cámara en Ávila TV) y de la producción (junto a Franco del Área). Gustavo Borges Revilla, hermano de Jhompa, se encargó de la gráfica. Todos, militantes de Hip Hop Revolución.
Una imagen resume, a mi juicio, lo que transmite la lírica de SucreMc, y que tan bien recrea audiovisualmente Jhompa: la mirada de la señora en el minuto 2 con 38 segundos, justo después de darle de comer a su muchacho: carajo, quién es capaz de discutir que millones de mujeres como ellas son las verdaderas heroínas de este país en el que vivimos. Sin su ejemplo y sin su lucha cotidiana, ¿qué sería de todos nosotros?

La mirada…

Entender la calle


Jazz, Black Panthers, The Last Poets… salsa cabilla, Palmieri, Young Lords … revolución bolivariana… (en par de días subo los discos)


Escuchando esa joya en dos discos que es Libertad, ritmo y sonido. Jazz revolucionario y el Movimiento por los Derechos Civiles, 1963-82, editado por la disquera independiente Soul Jazz Records, volvía sobre un tópico recurrente en conversaciones con amigos que tienen tiempo estudiando las relaciones entre cultura y revolución bolivariana: la necesidad de contar esa historia, pero desde una perspectiva otra, no sujeta a la confrontación maniquea: música «comprometida» versus música «académica».

Ociel López, uno de esos amigos, un verdadero «underdog» en la materia (para decirlo con Tego Calderón), me recomendaba hace un par de años la lectura de un texto genial, muy sugerente, escrito por Héctor Manuel Colón. Se titula La calle que los marxistas nunca entendieron, y es un alegato en favor de la observación desprejuiciada de la realidad de los barrios niuyorricans (puertorriqueños en Nueva York), de la potente cultura popular que allí se produjo sobre todo en las décadas de los 60 y 70, y de ésta como expresión de rebeldía.

Entre otros aspectos, Colón revisa la relación entre nueva trova y salsa, remarcando la filiación clase media de la primera, y revindicando la segunda como forma de «protesta política» a lo «cafre» (a lo lumpen, para decirlo como los marxistas). Eso sí, evitando simplismos. Por ejemplo, ubicándose a finales de los 60, y refiriéndose a la salsa, interroga: «¿qué hacía la naciente ‘nueva trova’ puertorriqueña cuando esta irreverente música se levanta del arrabal niuyorquino…? La canción de protesta pretendió ser nacional, pero no pasó de ser auténtica expresión clasemediera y esto no la disminuye, sólo la sitúa en su justo lugar».

Dicho esto, cabe la pregunta: ¿aquellos géneros o expresiones artísticas que ciertos círculos reclaman como la música emblemática de la revolución bolivariana, bien sea la trova o la sinfónica al estilo Dudamel, no serán más bien expresiones clasemedieras de la cultura? ¿Cuáles vendrían a ser, por tanto, las sonoridades que se producen y recrean en el barrio, pero que yacen ocultas, menospreciadas, ignoradas por la cultura «oficial» por considerarlas demostraciones de «baja» cultura?

Sin tomar en cuenta estas últimas, sostengo, no será posible contar completa la historia de la música hecha en revolución, incluyendo, por cierto, sus ricos y múltiples antecedentes (pienso en este momento, y por sólo citar un ejemplo, en el grupo Madera original). Pero sobre todo será imposible entender las fuerzas que mueven a ese sujeto que le dio origen a toda esta historia que llamamos revolución: el chavismo. Para entenderlo hay que entender la calle.

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(Serie música) Madrugonazo


1. No habían transcurrido ni tres semanas desde su implementación (17 de enero), cuando la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz lanzó el primer pitazo, manifestando públicamente «su posición de rechazo ante los operativos que viene desarrollando en sectores populares el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), denominados coloquialmente ‘madrugonazos’, y manifiesta su preocupación por el incremento de denuncias recibidas en la Red de Apoyo referidas a casos de tortura«. Agregaban: «Los operativos policiales de carácter reactivo realizados en las comunidades, bajo la supuesta premisa del ‘combate al delito’, no pueden nunca servir como justificativo para la vulneración de los derechos humanos reconocidos en nuestro ordenamiento jurídico, tales como la integridad personal, la libertad personal o la inviolabilidad del hogar». Además de exhortos a diversas instituciones, hacían un llamado a las organizaciones del poder popular: «A participar activamente en la contraloría social y no silenciar la denuncia de estos atropellos, sistematizar los casos y apoyar a las víctimas para que recurran ante el sistema de justicia para exigir las garantías debidas a sus vidas, su integridad y sus bienes».

Los compañeros y compañeras de la Red de Apoyo son lo que se llama gente seria. Gente luchadora y comprometida hasta los tuétanos con la radicalización democrática de esta sociedad. Nada que ver con el estilacho de las oenegés de cajita o maletín, listas para servir, es decir, para declarar en canales como Globovisión.

2. Luego, testimonios, como el que recoge la periodista Emma Grand en Ciudad CCS, el pasado 7 de abril: el de la señora Maribel Molina, madre de Daniel Zárate Molina, en silla de ruedas desde 2005 después de recibir cuatro tiros en la espalda por defender a su hermano en una pelea. Daniel Zárate «fue detenido el pasado 26 de enero de 2011 por la presunta comisión de microtráfico de drogas junto a otros dos jóvenes que se encontraban junto a él», durante un operativo nocturno realizado por la Guardia Nacional en San Agustín, Caracas. Según relata la señora Molina, su hijo pasó los dos primeros días en un puesto de la Guardia ubicado en Los Símbolos. Luego un mes en la Zona Policial N° 7 de la Policía Metropolitana. De allí a El Rodeo 1. Por presunto microtráfico. Los detalles de la historia (la certeza de que habrá muchas similares, la impotencia que produce no saber exactamente cuántas) dejan un muy mal sabor en la boca, por decir lo menos.

3. Por esos mismos días, y más adelante, varias protestas aisladas, no por ello menos dignas y oportunas, como algunos de los artículos publicados en el portal revolucionario el23.net, hasta que comenzó a circular, hacia finales de mayo, un Manifiesto contra la injusticia manifiesta, que lo mismo la emprendía contra esa «operación de limpieza social» que son los tales «madrugonazos», como ponía el dedo en la llaga que producen ciertos silencios: «la falta de actuación por parte de la izquierda en materia de políticas policiales y su desinterés basado en el peligro de caer en una postura de derecha ha hecho que el inmovilismo sea la actitud principal de este gremio». Se interrogaba (interpelaba): «¿quién puede quedarse indiferente al enterarse que centenares de jóvenes han sido ‘sembrados’ como buena muestra del carácter cuantitativo del principio de seguridad que nos quieren imponer?».

No conozco el destino del Colectivo contra los Madrugonazos, autor del referido documento.

4. Por último, ha comenzado a circular, en redes y por YouTube, una pieza potente, punzante, cruda, intitulada Madrugonazo. No sé quiénes cantan, pero está claro que pertenecen al bando de los que han llevado la peor parte: acoñaceados, vejados, humillados por los ejecutores del fulano operativo. Ahora, son ellos mismos los que hablan. Pónganle cuidado. Por allí dejan deslizar lo de la autocrítica. Sin ella no hay revolución que valga.

En cuanto al Madrugonazo, llámelo como quiera, pero no me venga a decir que es revolucionario.

Madrugonazo.

(Serie música) No compares: esto es Campesinos Rap


Los escuché por primera vez en noviembre de 2010, vía Facebook, cortesía de Sara Hebe, rapera argentina, y desde entonces les sigo la pista. El mayor de ellos, de apenas 23 años, se llama Reinaldo Rivas, quien hace dúo con Pablo Cardoza, de 21. Vaya, escúchelo, disfrútelo o ponga cara de escándalo: lo que suena es Campesinos Rap, Hip Hop proveniente de Elorza, estado Apure.

No apto para oídos delicados, Campesinos Rap es puro liriqueo campesino, hecho a contravía de quienes idealizan, restándole toda su potencia, al llano venezolano. Intelectuales de izquierda y demás mojigatos, temblad: esto también es arpa, cuatro y maraca. Invéntense otra que no sea decir que eso es música del Imperio. Suenan a disco rallado.

No compares, canción emblemática de los elorzanos, y tal vez la que más ha sonado por Caracas, se las canta todas en una sola pieza: «… Machete con garabato y alpargata con espuela / represento desde Elorza lo más criollo e Venezuela / Si tú te crees campesino dejesé vení a mi escuela / donde abunda garrapata y me chupan las sanguijuelas… Si usté se deja vení para mi tierra lo invito / pa que coma morrocoy, cachapa y coporo frito / Como Elorza nunca hay y sus mujeres tan bellas / de poetas ni de se diga todos han marcado huella… Elorzano puro llano lo más criollo del mapa / jalenmé la camoruca arpa cuatro y maraca / con mi letra campesina les zumbo guasacaca / no compares con el llano Maracay ni Caracas… Nos resteamos desde el llano haciendo un rap venezolano / oiga tome tenga venga a mi escuela pa que aprenda / Nos tragamos una pista escupiéndola rimamos / con poesía filosofía como quieras primo hermano / Desde Elorza galopando sin mucha ropa sin mucho escándalo / con nuestras rimas campesinas representando a nuestro llano / No compares a Caracas Maracay contra mi llano / diciendo ser campesino toda esa cuerda de sifrinos / Esto es Hip Hop venezolano pa la calle pa mi barrio / tome y lleve pa su casa a lo criollo rap del llano / Nos metimo en la melaza desde el micro se desplaza / dos rapers de mera raza gallos puros de siete plazas / De lo más limpio sale un tigre de lo más seco sale un caimán / desde Elorza tú o yo con la potencia lirical / Criollo humildes y sencillos demostrando una vez más / que estas tierras se respetan a la hora de rimar…».

El pana Roberto Díaz, productor musical del dúo, e integrante de Hip Hop Revolución, me comenta que están trabajando para grabar su primer disco, en marzo próximo. Andan buscando apoyo para reproducir al menos unos mil. Roberto no sabía siquiera que existiera algo llamado Centro Nacional del Disco. Talento abunda: en los llanos de Apure, en los barrios de Caracas, y en toda Venezuela. Sólo hay que aguzar las orejas.

Bituaya: su música no es boba, es electrocaribe



Diez es poco para todo lo que dicen, vibra y resuena. Los diez temas que conforman la ópera prima de Bituaya no llegan a ser suficientes porque desde que revienta el primero uno quiere más. Revienta, sí. Son diez explosiones que lo mismo te conmueven, te interpelan, te invitan a la fiesta o al combate. Las líricas son líricas, no material de relleno. Casi siempre van al grano, directo, de una. Pero dejan tiempo para descubrir la belleza en medio de la pestilencia. La música está al mismo nivel, nada de fondo musical. Percusión, cumbia, son, reguetón y unos buenos yerros. Esa música no es boba, es caribe, hubiera podido decir el panita Bolívar. Caribe y electrónica. Electrocaribe, le llaman los panas.

Si Bituaya fuera la medida de la música que se está inventando en la Caracas popular, tendría que decirse que Caracas no está errando.

Música para llevar en los aparatos, el par de audífonos pegados en los oídos, y encontrar inspiración para buscarle la vuelta y darle un par de coñazos a la máquina que nos oprime. Música para descargar y recargarnos. Música para escucharla a todo volumen, cuando nos quieran imponer el silencio. Música para comenzar el día y también para terminarlo, porque amanecerá y entonces veremos quién es quién. Quiénes son los que tal. Música apta para los menores, las abuelas, señoras y señores, damas y caballeros y no tanto. Música para las camioneticas y las cárceles. Música para los liceos y usted me dirá si también para las universidades. Música para los mercados a cielo abierto, no apta para los supermercados. Música para los consultorios donde la medicina es gratuita, no apta para las clínicas. Música para que los funcionarios recuerden cuál es su papel en esta función, en este proceso. Música no apta para los ambientes de oficina, a menos que la intención sea alegrar el ambiente. Música para los que trabajan y pelean para que el trabajo no los consuma. Música no apta para los ociosos. Música para querer y no para tener. Música india, negra, pueblo. Música para no dejar de ser fieras, bichos de uña, raza bravía. Música para espantar la mala vibra. Música para los ignorantes que hemos padecido la cultura. Música no apta para los cultos cuya cultura está fundada en la sangre de los ignorantes. Música para los que estamos con Cristo y no con la Iglesia. Música para lanzarle una advertencia a los que están pendientes de saltar la talanquera. Música para los que se baten en duelo en el coliseo de la vida. Música para hacer el amor y la guerra popular, a fuego y metralla. Música para escucharte mejor, para bailarte mejor, para tratar de entenderte mientras tus calles caminamos, Caracas, risa y llanto, cielo e infierno.

Diez es poco, pero es sabroso, y tenemos hambre.

Larga vida a la Bituaya.

(Serie música) La rabia de Keny Arkana


La rage (La rabia) es el nombre que lleva una pieza incluida en el album Entre ciment et belle étoile (Entre el cemento y la bella estrella) de la francesa (de ascendencia argentina) Keny Arkana, lanzado en 2006.

Keny Arkana. La rage.

No sé ustedes, pero a mí los poderosos 4:13 minutos que dura la versión en video me huele a piedra, plomo y candela, a caucho quemado y bomba lacrimógena. Me huele a sudor de chamo con capucha o sin capucha, a calle repleta de gente, a pelea, levantamiento, insurrección, a guerra popular. Me huele a la Venezuela de finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Los vidrios que estallan durante los primeros segundos de la canción me suenan a la nube de botellas que los carajitos del Liceo Miranda de Los Teques estrellaban contra el pavimento de la Avenida Bolívar. Me huele a los cohetones que salían disparados desde la azotea de la Técnica Industrial Roque Pinto, a Liceo Fermín Toro, al Andrés Bello, a Campo Rico, a Luis Caballero Mejías. Me huele a patrulla policial prendida en candela. Me huele a peinilla y a perdigonazo a quemarropa. Me huele a guáimaro. Me duele la sangre, me arden la piel y los ojos. Me suena a las balas que te pasaban silbando por encima de la cabeza. Me huele a Tres Gracias y a Plaza Venezuela. Me huele a Guarenas, a Mérida, a Barquisimeto. Me huele, me suena, me duele y me alegra, porque aquella rabia nuestra no podía concebirse sin la alegría que nos producía apoderarnos de la calle, sentirnos dueños al menos por unas horas, saberlos débiles y temerosos, Venezuela entera pa la calle, nojoda, porque hasta cuándo me vas a seguir hablando de democracia si asesinas, allanas, torturas y das tiros de gracia.

Keny Arkana transmite esa rabia alegre que huele y retumba, y por eso ya ni siquiera hace falta saber qué dice, qué canta, porque apenas suena la guitarra y suelta la pista ya todos los que vivimos, recibimos y repartimos coñazos en aquella Venezuela sabemos de qué se trata: de esa vaina intraducible que llevamos incrustada en el fondo del pecho que nos hace indóciles, insumisos, inconformes y rebeldes como el cuero seco, que cuando lo pisas por un lado se levanta por el otro.

La rabia del pueblo venezolano, rabia de la América nuestra, rabia de todos los pueblos del mundo, la misma rabia del pueblo griego y su huelga general: desde aquí te dedico esta canción, porque aunque no entiendas el idioma en que te escribo, tu rabia es mi rabia, nuestra rabia, la misma rabia.

En el album Entre ciment et belle étoile «toda la rabia es constructiva, la lucha no es jamás un fin en sí mismo», escribe Yacine Badday en el sitio oficial de Keny Arkana. «Rabia constructiva», cómo te lo explico sencillo a ver si me entiendes. Hay rabias de rabias. Una cosa es la rabia del pueblo y otra muy distinta la rabia antipopular. En 2007, partidarios del ultraderechista Frente Nacional tomaron otra canción de Entre ciment…, Nettoyage au Kärcher (Limpieza con Kärcher), además de algunos fragmentos del video de La rage, y el resultado fue un panfleto audiovisual en favor de la candidatura presidencial de Le Pen. Keny Arkana les respondió inmediatamente con otra pieza, Le Front de la haine (El Frente del odio). Una cosa es la rabia constructiva y otra muy distinta el odio.

Frente Nacional utiliza la imagen de Keny Arkana para promocionar la candidatura del ultraderechista Le Pen.

Keny Arkana les responde: El Frente del odio.

Una cosa es el odio y otra muy distinta la rabia constructiva. No han querido entenderlo aún, pero eso que llamaron guarimbas no pasó de ser una mala imitación de las barricadas que construyen los pueblos cuando se deciden al combate callejero. Hablan de resistencia porque no se atreven a llamarle odio. Nos acusan de incitación al odio porque le temen a nuestra rabia, porque la han visto de cerca. Nos acusan de predicar el odio cuando nos reafirmamos en nuestra rabia, y en todo, en cada gesto, ven una amenaza, una advertencia. En el fondo, saben que la rabia de este pueblo ya ha tomado muchas veces la calle y volverá a hacerlo cuando sea necesario. Y eso no es una advertencia.

Parafraseando al rabioso Mayakovski, allá los más Cecedos con sus cálculos y sus traiciones, con su tristeza a cuestas, con sus miserias: nuestra rabia también es contra ustedes, y los alcanzará también a ustedes, más tarde o más temprano, pero así será.

Suéltala…

Keny Arkana. La rage.

Sin decir una palabra


Digo, así cualquiera.

Cualquiera viene y dice, a viva voz, que le están cercenando su derecho a decir. Cualquiera reclama que la democracia significa estar en desacuerdo con las ideas ajenas y defender el sagrado derecho ajeno a expresarlas, cualquiera proclama en voz alta la libertad de pensamiento y luego dice: que muera el que no piense como yo.

Digo, así es muy fácil. Decir «democracia» y al mismo tiempo decir que el que no dice lo que yo digo, el que no piense como yo pienso, no tiene nada que decir y cuando habla lo hace sin decir nada, porque no es capaz de pensar nada.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el sábado 10 de abril de 2010.

Digo, así es extremadamente sencillo pelear contra la «dictadura». Ilustrando al que no dice lo que yo digo ni piensa como yo pienso como un perro amaestrado, un fanático o un esclavo. Para eso sirve la «democracia» hoy en día: para encubrir los pensamientos más autoritarios. Esos que se expresan en la más absoluta libertad aunque atenten contra la libertad de pensamiento.

Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el jueves 8 de abril de 2010.


Caricatura de Rayma, publicada por El Universal, el miércoles 7 de abril de 2010.

Yo me pregunto, sin decir una palabra, yo me pregunto por qué nos tuvo que suceder a nosotros, tanta vileza en nombre de la libertad y tanta injuria en nombre del libre pensamiento.

Sin decir una palabra, casi sin decirnos nada, sin mirarnos a los ojos, yo me pregunto por qué nos tuvo que pasar a nosotros, una gente tan farsante, impertinente y quejumbrosa. Como en la canción de Andrés Calamaro: «Y estoy cansándome de esperar / Pero igual, igual no tengo a dónde ir / Y me dice la gente que deje de pensar en ti».

¿Qué le hace uno si viene y se cansa de estos «demócratas» que nos han tocado? Pero, en fin, de eso se trata la democracia. La de verdad, quiero decir.

Andrés Calamaro y Adolfo «Fito» Cabrales (el de los Fitipaldis) interpretando A los ojos, de Calamaro.

Una canción para los malos tiempos


A mis hermanos, los de sangre y los del alma.

Viejo:

Ya se viene otra temporada de Grandes Ligas y es imposible no sentir aún más tu ausencia. La sentí honda, cuando quise conocer tus pronósticos para esta temporada, cuando quise preguntarte qué te parecía el cuerpo de abridores de los Yankees, con el regreso de Javier Vásquez y con Phil Hughes ganándose el quinto puesto de la rotación. Quise saber tu opinión sobre la llegada de Curtis Granderson, quien ahora ocupará el jardín central. ¿Podrá cargar Hughes con la responsabilidad? El año pasado estuvo fatal como abridor y excelente como relevista. ¿Cómo se las verá Granderson esta temporada frente a los zurdos? ¿Podrá Brett Gardner con el jardín izquierdo? ¿Cuánto tiempo permanecerá Nick Jonhson sin lesionarse? ¿Los años terminarán de pasarle factura a Jorge Posada?

Me haces falta, viejo.

Nunca te conté que cuatro días después de tu muerte volví a Caracas. Me fui directo al Estadio Universitario. La Guaira luchaba por meterse en la clasificación y ese día jugaba contra Bravos de Margarita, rival directo. Intuía que sólo en el estadio podría disipar aunque fuera un poco la tristeza. Cuántas almas no habrán sanado al amparo del hermoso verdor de sus jardines, cuánta nostalgia no habrá burlado su brisa fresca decembrina.

Me acompañó aquel día, 16 de diciembre, un querido amigo. Nos habíamos encontrado hacía pocos minutos y caminábamos hacia la boca de acceso a la sección A6, cuando me contó la buena nueva: pocos días atrás se había enterado de que pronto sería padre. Abrazo efusivo, risas y las respectivas felicitaciones. Pensé en voz alta: «Así es la vida, unos vienen, otros se van». «Así es», creo que me respondió.

Tal vez mi amigo, fanático del Lara, no sepa lo que significó para mí ese gesto fraterno: acompañarnos aquel día de reencuentro con el Universitario. Porque sí, viejo, yo sé muy bien que tú estuviste presente. Conversamos, reímos, bebimos cerveza, sin dejar de seguir las incidencias del juego. Un buen juego, que llegó empatado a tres carreras hasta la baja del noveno inning.

Recuerdo como si acabara de ocurrir, el sonido que hizo el bate de Grégor Blanco cuando conectó la pelota que ahora se dirigía hacia algún punto entre el central y el derecho. Sabía que iba a terminar así. El primer indicio fue ver a Francisco Rodríguez cerrando la parte alta del noveno, el mismo que cuatro días antes había sido dejado en el terreno por los Leones del Caracas, con aquel soberbio batazo de Jackson Melián por el izquierdo. Sí, el día de tu muerte. El batazo de Grégor caminaba con tanta velocidad y con tanta altura que antes de sobrar a los jardineros ya todos sabíamos que pararía en las gradas. Un grupo de fanáticos a nuestro alrededor saltaba de alegría. La celebración terminó por desbordarse en gritos y abrazos cuando la pelota llegó a su destino.

Me tomé unos pocos segundos para capturar en mi memoria aquella imagen, desde lo más alto de la tribuna. No quería perder ningún detalle del público emocionado, celebrando que los habíamos dejado en el terreno. Cuántas veces no celebramos igual, padre e hijo. Luego alcé la mirada hacia el cielo, sonriendo, y tal vez te di las gracias. No sé muy bien por qué lo hice: yo sabía que estabas a mi lado. Te había comprado tu entrada y la guardaba en mi bolsillo. La historia oficial de aquel juego reza que el ganador fue Francisco Rodríguez. Sin embargo, me gusta pensar que gané yo, al reencontrarme contigo.

Te contaba que sentí profunda tu ausencia cuando quise conocer tus impresiones sobre esta temporada que comienza el domingo 4 de abril, con el juego entre tus adorados Yankees y sus enconados rivales, los Medias Rojas de Boston, que este año vuelven a presentar un equipazo. Lo que tampoco te había contado es que hace un par de semanas, leyendo a Peter Gammons, supe de una canción que Eddie Vedder, el vocalista de Pearl Jam, le dedicó a sus amados Cachorros de Chicago. «Best sports song ever is Eddie Vedder’s ‘All the Way’ Cubs tribute«, escribió Gammons. Algo así como: «La mejor canción sobre deportes de todos los tiempos es All the way, el tributo de Eddie Vedder a los Cachorros».

All the way fue lanzada como sencillo el 18 de septiembre de 2008. Ésta es la portada del disco.

La busqué, en principio, movido por la curiosidad: nunca me imaginé leyendo a ese veterano analista del beisbol que es Gammons opinando sobre una canción escrita por un tipo cuya banda he seguido durante casi veinte años. Así que di con ella y la escuché la primera vez. Luego varias veces más. Investigué un poco más y leí que Vedder la escribió en 2007, a pedido de la leyenda de los Cachorros, Ernie Banks. La interpretó por primera vez en agosto de 2007. Fue grabada el 21 de agosto de 2008, en vivo. Esa es la versión que hoy comparto contigo. También te dejo la letra y la traducción – libre – que hice de ella. Debe incluir algunos errores, pero creo que su espíritu permanece más o menos intacto.

Poco importa si es o no, realmente, la mejor canción de todos los tiempos, e incluso importa poco que sea un tributo a los Cachorros. Por supuesto, el hecho de que esté dedicada a un equipo que no gana una final del beisbol estadounidense desde 1908, le imprime un tono especial, en el que podemos reconocernos los fanáticos de un equipo del beisbol venezolano que no gana un campeonato desde 1986. Pero ni siquiera eso es tan relevante.

Más que un tributo a un equipo de beisbol, es un tributo a sus fanáticos. A todos los que siguen a los suyos en las buenas y en las malas, en la derrota y en la victoria. No es una canción sobre una divisa, sino sobre el amor que se puede llegar a sentir por una divisa. Trata sobre la unión, la camaradería y la hermandad, y de cómo estos sentimientos se hacen aún más fuertes en las situaciones más adversas. Es un homenaje a nuestros héroes y leyendas, por la fe y la esperanza que nos han enseñado con su ejemplo. En fin, una canción que habla de ti y de nosotros, que se asemeja mucho a la forma en que me enseñaste a vivir el beisbol, que no es simplemente un juego, sino la vida misma.

Por último, quería decirte que espero ser digno de esa enseñanza y saber transmitirla a Sandra Mikele. Espero no faltarle, sobre todo ahora que hace mal tiempo.

(Someday we’ll go) All the way – Eddie Vedder.


(Someday we’ll go) All the way – Eddie Vedder.
Don’t let anyone say that it’s just a game,
for I’ve seen other teams and it’s never the same.
When you’re born in Chicago, you’re blessed and you’re healed
the first time you walk into Wrigley Field.

Our heroes wear pinstripes, heroes in blue,
they give us the chance to feel like heroes too.
Whether we’ll win, and if we should lose,
we know someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

We are one with the Cubs, with the Cubs we’re in love,
yeah, hold our head high as the underdogs.
We are not fair weather but foul weather fans,
we’re like brothers-in-arms in the streets and the stands.

There’s magic in the ivy and the old scoreboard,
the same one I stared at as a kid keeping score,
in a world full of greed I could never want more.
Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Yeah! Someday we’ll go all the way.

And here’s to the men and the legends we’ve known,
teaching us faith and giving us hope.
United we stand and united we’ll fall
down to our knees the day we win it all.

Yeah Ernie Banks said: «Oh, let’s play two!»,
or did he mean 200 years?
In the same ballpark, our diamond, our jewel,
the home of our joy and our tears.
Keeping traditions and wishes made new,
the place where our grandfathers’ fathers they grew.
A spiritual feeling if I ever knew,
and if you ain’t been I am sorry for you.
And when the day comes, when that last winning run,
and I’m crying and covered in beer,
I’ll look to the sky and know I was right
to think someday we’ll go all the way,
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Someday we’ll go all the way.
Yeah! Someday we’ll go all the way.

Yeah! Someday we’ll go all the way.

********

Algún día llegaremos hasta el final – Eddie Vedder.
No dejes que nadie te diga que es sólo un juego,
porque he visto a otros equipos y nunca es lo mismo.
Cuando has nacido en Chicago, has sido bedecido y has sido curado
la primera vez que entras al Wrigley Field.

Nuestros héroes visten de rayas, héroes en azul,
ellos nos dan la oportunidad de sentirnos héroes también.
Si vamos a ganar o si hay que perder,
sabemos que algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Somos uno solo con los Cachorros, a los Cachorros amamos.
Sí, mantengamos nuestras cabezas en alto, como los no favoritos.
No somos amigos en las buenas, sino fanáticos en los malos tiempos,
somos como compañeros de armas en las calles y en las tribunas.

Hay magia en la hiedra y en la vieja pizarra,
la misma que miraba de niño llevando los detalles del juego,
en un mundo lleno de codicia, no podría nunca querer nada más.
Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Saludamos a los hombres y a las leyendas que hemos conocido,
que nos han enseñado la fe y nos han dado esperanza.
Unidos permaneceremos y unidos caeremos
sobre nuestras rodillas el día que lo ganemos todo.

Sí, Ernie Banks dijo: «¡Oh, vamos a jugar dos!»,
¿o quiso decir 200 años?
Es el mismo estadio de beisbol, nuestro diamante, nuestra joya,
el hogar de nuestra alegría y nuestras lágrimas.
Manteniendo las tradiciones y los deseos renovados,
el lugar donde los abuelos de nuestros padres crecieron.
Un sentimiento espiritual como no he conocido ninguno,
si no has estado allí, lo siento por ti.
Y cuando el día llegue con la carrera de la victoria,
y esté llorando y cubierto de cerveza,
miraré al cielo y sabré que tenía la razón
cuando pensaba: algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Algún día llegaremos hasta el final.
Sí, algún día llegaremos hasta el final.

Sí, algún día llegaremos hasta el final.

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Por supuesto, hay una versión en Youtube. Las imágenes que van desde el 1:23 hasta el 1:38 minutos, corresponden a la celebración que siguió al consumarse el juego sin hit ni carreras del venezolano Carlos Zambrano, el 14 de septiembre de 2008.

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