(Con el veinticinco en Ciudad CCS, publicado este jueves 11 de marzo, retomo la muy demandada serie sobre cine. Qué se puede hacer si la gente que lee este blog lo que quiere es entretenerse y no saber nada de política. Así que nada mejor que escribir sobre la película más taquillera de todos los tiempos: Avatar, de James Cameron.
Este artículo es una suerte de homenaje a todos los que se sintieron defraudados por el hecho de que Avatar no se alzara con el Oscar a la mejor película. Por cierto, ¿ya vieron The hurt locker? Yo casi me duermo. No soporté tanto sufrimiento de «nuestros muchachos» en Irak.
Pero volvamos con Avatar. El pretexto es un reciente artículo de Slavoj Zizek, cuya lectura recomiendo. Allí podrán encontrar, resumidos, los argumentos de una de las líneas de interpretación crítica de la película de Cameron, que suscribo en buena medida. Pero además, el jodedor de Zizek establece alguna relación entre Avatar y Titanic, del mismo Cameron, y Reds, de Warren Beatty. Es la mejor parte del artículo.
No fue sino hasta esta mañana que me enteré de que existía una traducción al español del artículo de Zizek. Mala mía. Hubiera podido evitarme el trabajo de traducirlo libremente, literalmente a la libre. En fin: pueden leerlo aquí.
Por último, debo aclarar que el artículo publicado en Ciudad CCS, que es una versión ligeramente más corta, lo intitulé Avatar: esa película ya la vi. El porqué, es algo que sólo se entiende al leer la última frase del artículo. Tipo película de suspenso.
Vayan a preparar sus cotufas.
Salud).
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Un reciente artículo de Slavoj Zizek, Return of the natives (El retorno de los nativos), resume lo que ha sido una de las líneas de interpretación crítica de la película Avatar, de James Cameron.
Según Zizek, Avatar no sólo es una película políticamente correcta («un honesto tipo blanco apoyando a los aborígenes ecológicamente sanos contra el ‘complejo militar-industrial’ de los invasores imperialistas»), sino que además es posible descubrir en ella «una variedad de motivos racistas brutales: un paria parapléjico de la Tierra es lo suficientemente bueno como para tomar la mano de la hermosa princesa local, y ayudar a los nativos a ganar la batalla decisiva. La película nos enseña que la única opción que tienen los aborígenes es ser salvados por los seres humanos o ser destruidos por ellos».
Mientas Avatar se convierte en la película más taquillera de la historia del cine, ¿qué acontece en el mundo real? «Las colinas sureñas del estado de Orissa, en la India, habitadas por el pueblo Dongria Kondh, fueron vendidas a compañías mineras que planean explotar sus inmensas reservas de bauxita… En reacción a este proyecto, ha estallado una rebelión armada maoísta (naxalita)».
Pero, ¿quiénes integran esta guerrilla? Zizek cita a Arundhati Roy: «Está integrada casi por completo por gente desesperadamente pobre, viviendo en condiciones de hambre crónica tales, que es del tipo de hambruna que sólo podemos asociar con el África subsahariana. Es gente que, incluso después de 60 años de independencia de la India, no ha tenido acceso a la educación o a la salud… Gente que ha sido despiadadamente explotada durante décadas, estafada permanentemente por pequeños comerciantes y prestamistas, las mujeres violadas como por cuestión de derechos por la policía y el personal del departamento forestal. Su retorno a algo parecido a la dignidad se debe en buena medida a los maoístas que han vivido, trabajado y luchado a su lado durante décadas. Si han tomado las armas, lo han hecho porque el gobierno que no les ha dado nada más que violencia y abandono, ahora quiere arrebatarles lo último que les queda: su tierra… Están convencidos de que si no luchan por su tierra, serán aniquilados».
Prosigue Zizek: «El Primer Ministro indio ha caracterizado a esta rebelión como la ‘más grande amenaza a la seguridad interna’; los grandes medios, que la presentan como una resistencia extremista al progreso, están repletos de historias sobre el ‘terrorismo rojo’, que han reemplazado a las historias sobre el ‘terrorismo islámico'».
¿Dónde queda Avatar en todo esto? «En ningún parte», responde Zizek. «En Orissa no hay nobles princesas esperando por héroes blancos que las seduzcan y ayuden a su pueblo, sólo maoístas organizando a campesinos famélicos. La película nos permite practicar la típica división ideológica: simpatizar con los idealizados aborígenes, mientras se rechaza su lucha real. La misma gente que disfruta la película y admira sus rebeldes aborígenes, seguramente rechazaría con horror a los naxalitas, desestimándolos como terroristas asesinos. El verdadero avatar es la misma Avatar: la película sustituyendo la realidad».
¿Qué será de la vida de Sabino Romero?
